viernes, septiembre 22, 2006

El reino de este mundo

El estudio de los poderes fácticos en ciencia política es por demás interesante, plagado de matices y retos. Sin embargo, en México no se requiere demasiado academicismo para saber de qué se tratan, cómo operan, y qué papel juegan en la sociedad. Cuando se habla del tema, a los mexicanos nos sobran ejemplos y basta elegir uno famoso para encontrar similitudes con las cuales comparar la reciente tormenta que rodea a la jerarquía católica nacional.

Este tema es sumamente actual debido a las recientes noticias acerca del Cardenal Norberto Rivera Carrera y las acusaciones en su contra como encubridor de delincuentes sexuales, pero sobre todo por la vergonzante ferocidad con la que la Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Instituto Nacional de Migración (INM), hostigó e impidió que los denunciantes pudiesen siquiera tener tranquilamente un pie en el país.

Esto nos habla del poder fáctico que la jerarquía católica ejerce en México, de cómo ésta se coloca por encima de las instituciones y, más grave aun, por encima de la justicia y la más elemental búsqueda de la verdad. Veamos un poco del caso Rivera.

En EU hay una organización no gubernamental (ONG) llamada "Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes" (SNAP, por sus siglas en inglés), la cual acusó ante la corte superior de justicia de California al Cardenal Norberto Rivera Carrera de encubrir, junto con el Arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, los delitos sexuales que cometió tanto en México como en aquel vecino país el sacerdote Nicolás Aguilar Rivera.

Procediendo como en cualquier caso de esa envergadura, SNAP anunció una conferencia de prensa en el DF por parte de la víctima del sacerdote acusado, en donde aquél estaría flanqueado por sus abogados. A la mitad de la conferencia, sin embargo, los abogados fueron notificados que el INM los buscaba. A partir de allí los norteamericanos experimentaron la surrealista tortura de lidiar con autoridades mexicanas. Por supuesto, los abogados llamaron a la Embajada norteamericana en México, donde se les dijo que no acompañaran a los agentes migratorios, tras lo cual, "mágicamente", se les mostró un documento escrito a mano, sin la más elemental formalidad, citando a dos de los abogados. Total, que las autoridades bloquearon un proceder no sólo legítimo sino muy importante para un país que exige justicia como pocas veces en su historia. Hasta ahí la noticia.

Por otra parte, ¿qué tendría que ver, por ejemplo, Gonzalo N. Santos en todo esto? Hagamos un poco de historia. Desde la caída de Saturnino Cedillo a raíz del levantamiento contra el Presidente Cárdenas, en San Luis Potosí se consolidó como cacique un antiguo representante del régimen callista llamado Gonzalo N. Santos, el "Alazán Tostado", de cuya autoría es la inolvidable joya "la moral es un árbol que da moras". Como todo poder fáctico, por supuesto, los hechos que construyen la leyenda del cacique potosino provienen de opinión pública generalizada y fuentes alternas. De allí que es sabido el papel de titiritero que Santos ejerció sobre gobernadores, alcaldes, diputados, sindicatos y la prensa, ya sea con sendas inyecciones de dinero o bien por temor, principalmente debido al legendario "mano negra", famoso gatillero del cacique. El cacicazgo era tal que ni una hoja se movía sin la instrucción del mandamás, y muchas veces no era necesario girar instrucciones: las autoridades por sí solas procedían a placer de quien mandaba.

Y en efecto, el caso en comento no es aislado en la historia de México y, por ende, no se necesitan demasiadas elucubraciones para encontrar similitudes con el tema que nos ocupa. Rivera Carrera bien puede ser inocente. Sin embargo, para ello es necesario que instituciones imparciales (y, subrayo, imparciales) sigan un proceso riguroso y serio que realmente deslinde responsabilidades. Pero, ¿qué pasa si las instituciones que imparten justicia no son imparciales ni confiables? ¿Qué sucede si ni siquiera se puede llegar a dichas instancias porque los poderes fácticos plagan de obstáculos e intimidaciones el camino, ya sea por instrucción o sencillamente porque así lo entienden sus títeres? "El que nada debe..." y ya sabemos el resto. O una orden provino desde el arzobispado, o procedió por instinto propio algún empleado de Abascal, quien por cierto es un famoso fanático religioso.

En el México en ebullición de hoy, lo que menos se necesita es más poderes fácticos, abuso y privilegios; y ante los próximos seis años que nos esperan, las siglas no auguran mucha justicia tratándose de sotanas. Esperemos que las cortes norteamericanas hagan el trabajo que no se hace en este país desde los tiempos de la Reforma.

Y pensar que ésta es la jerarquía católica que recientemente tanto ha hablado de respeto a las instituciones, de democracia, y de orden social, en claro apoyo al oficialismo. "Dime con quién andas..." y ya sabemos el resto.

javieralberto@gmail.com

No hay comentarios.: