viernes, septiembre 22, 2006

ALTERNATIVAS DE ORGANIZACIÓN Y ALIANZAS

José Camilo Valenzuela

Durante años el pueblo mexicano ha venido luchando por construir una sociedad justa, equitativa, democrática, de beneficio social. Millones de mexicanos se han sacrificado anhelando profundas causas igualitarias, abrazando corrientes ideológicas, políticas y éticas que se han opuesto al desarrollo individualista de la nación, a un modelo económico político que beneficia a unos pocos y empobrece a la inmensa mayoría. La guerra de independencia, la reforma, la revolución mexicana, la defensa de nuestra riquezas naturales, como el petróleo y la energía eléctrica, las innumerables movilizaciones obreras, magisteriales, estudiantiles e incluso político-militares emprendidas desde los años sesenta del siglo pasado hasta nuestros días, pasando por decenas de matanzas (como la del 2 de octubre de 1968, el 10 de junio de 1971, o el asesinato del líder zapatista Rubén Jaramillo junto con su esposa y sus cuatro hijos en las ruinas de Xochicalco, Morelos), rompimientos de huelgas, desapariciones, asesinatos, encarcelamientos políticos, son unos cuantos ejemplos de lo que ha sufrido nuestro pueblo para reencauzar el destino de la nación en beneficio de las mayorías, de aquellos que producen las riquezas. Sin embargo, hasta la fecha sus esfuerzos en general han fracasado por enfrentar a los poderosos vende patrias y pro imperialistas desunidos, en forma aislada, cada sector o movimiento por su cuenta; a pesar de los esfuerzos emprendidos y los acuerdos logrados, la carencia de objetivos comunes y la falta de respeto a los acuerdos concertados se han convertido en una especie de “maldición”, de un poderoso lastre que impide unir esfuerzos y presentar una poderosa fuerza organizada capaz de corregir el actual rumbo del país.

Para poder derrotar al proyecto neoliberal es de trascendental importancia generar alianzas que incorporen unitariamente a todas las fuerzas que han emprendido la tarea de crear un proyecto de nación democrático, popular, desarrollado y soberano. Las alianzas así logradas son la fuerza necesaria que nos permitirá desarrollar las tareas imprescindibles de organización y creación de los instrumentos que materialicen, precisamente de esas fuerzas, los combates imprescindibles para derrotar al proyecto neoliberal. Sin esas alianzas será imposible la gestación de esos instrumentos populares.

Las fuerzas dominantes, acordes al modelo neoliberal, han creado ideas e instrumentos de opresión, enajenación y explotación adecuados a los intereses de su proyecto. Nos presentan mentiras en vez de realidades; deforman los hechos para desmotivar a las masas empobrecidas, para promover políticas y actitudes individualistas que atentan contra el espíritu solidario de nuestro pueblo. Son mecanismos creados para imponer su modelo. Los trabajadores necesitamos instrumentos adecuados acorde a las circunstancias actuales, recogiendo la experiencia de las grandes luchas emprendidas en el pasado, sin dejar de lado lo que actualmente se nos exige en la época neoliberal.

No se trata, como intentan imponernos las fuerzas regresivas de la oligarquía pro imperialistas, entreguistas, antinacionalista, autoritaria, beneficiada por el rumbo trazado por los imperialistas dirigidos por los norteamericanos, abalados por los cambios económicos y políticos emprendidos por el PRI y continuados por el PAN, de saqueo de nuestras riquezas naturales y empobrecimiento extremo de las mayorías trabajadoras, de desarrollar salidas violentas inmediatistas, que nos lleven a la confrontación desigual con las fuerzas armadas y policiales. Hoy es el rumbo de la amplia y solidaria movilización de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, de competir en todos los terrenos y trincheras, incluyendo la vía electoral, imponiendo un proyecto democrático, popular, solidario, nacionalista; todas las formas de lucha tienen que ser emprendidas, pero la violencia revolucionaria no es un capricho de los luchadores sociales, es una vía necesaria cuando el régimen autoritario y antidemocrático atenta contra toda la legalidad existente, se decide por una vía represiva, desconoce las instituciones democráticas existentes y las formas de dirimir las diferencias a través del diálogo y de los procesos electorales (que aunque aún no son todo lo democrático que quisiéramos es una importante vía cívica para cambiar a las personas que dirigen las diferentes instancias políticas nacionales, estatales y municipales). Cuando la oligarquía pro imperialista se decida emprender una vía autoritaria, represiva y dictatorial, empujada por el avance de la masa trabajadora y sus propuestas nacionalistas, solidarias y democráticas, los que hemos reivindicado -como en el pasado lo hicieron Zapata, Villa, Jaramillo, Gámiz, Genaro Vázquez, Lucio Cabañas y miles de mexicanos más (cerca de mil de ellos desaparecidos por las fuerzas militares y policiales)- la necesidad de los cambios a favor del pueblo, de los más necesitados, de los más humildes, de los sin voz, de trabajar en su beneficio, seremos los primeros en tomar el arma justiciera y sacrificarnos por la patria libre y soberana.

La época neoliberal nos impone luchar contra la masificación de la pobreza de nuestro pueblo, por fortalecer nuestro Estado soberano, por desarrollar nuestro país en esfuerzos colectivos, solidarios, democráticos. Tenemos que impugnar por crear sólidas alianzas que avancen más allá de la unidad de acción para transformarse en instrumentos sólidos y permanentes de lucha, estructurados sin hegemonismos ni sectarismos e independientes de los actuales partidos políticos que no son capaces de trascender de lo electoral. Que se entienda bien, lo que se está en juego es el mismo destino de la humanidad, pues el modelo neoliberal impulsado hasta el presente lleva a la hecatombe del ser humano; es brutalmente destructivo, inhumano, destruye los recursos naturales, a la humanidad misma; promueve la guerra de colonización no la paz y el desarrollo de las naciones; no respeta la vida humana solo le interesan las riquezas y no le importan los genocidios que se cometan en su nombre, de su “democracia” y “desarrollo”. Por la humanidad vale la pena realizar los esfuerzos necesarios para unificar nuestras fuerzas.

El modelo antineoliberal a desarrollar sólo tendrá posibilidad de triunfar si se incorporan a su seno, como fuerzas motrices revolucionarias, las clases trabajadoras del campo y la ciudad. Ellas son las que tienen que desarrollar sus niveles de lucha que los lleven a convertirse en la sólida columna del gran bloque democrático revolucionario que construya la utopía social. En esta lucha tienen que desarrollar sus ideas, su conciencia de clase y su formas organizativas propias, construyendo intereses políticos y sociales conjuntos, enriquecidos por sus prácticas cotidianas democráticas. Todo ello como arma estratégica que enfrente a la ideología y política individualista; ante poniendo lo colectivo a lo privado; a lo individual los colectivos laborales, de intelectuales, barriales, comunitarios, juveniles, de mujeres, políticos y de indígenas. De impulsar los valores colectivos y solidarios.

Uno de los primeros pasos que tenemos que realizar en forma conjunta es el de comenzar a organizar a los trabajadores manuales e intelectuales, del campo y la ciudad, a partir de sus intereses colectivos, comunes. La mayoría de la clase trabajadora se encuentra desorganizada, inmersa en una profunda apatía, acostumbrada a todos los males generados por las estructuras corporativas del Estado mexicano.

En el campo tenemos que apoyar y luchar por los movimientos nacientes que se empecinan en organizarse utilizando mecanismos de gestión social, por rescatar sus estructuras ejidales, por recuperar sus tradiciones cooperativistas, por dotarse de créditos para sus siembras, por comercializar su producto, por obtener ganancias equitativas a sus esfuerzos emprendidos. El rescate de nuestras tradiciones combativas es muy importante. Hay que recoger la fuerza combativa dejada por las Ligas Agrarias, corrigiendo los liderazgos que corporativizaron la lucha agraria.

En la ciudad, existen múltiples formas organizativas desplegadas, desde las sociedades cooperativas de trabajadores (caso de la “Pato Pascual”), los sindicatos democráticos, las agrupaciones gremiales y profesionales (de trabajadores, de familiares de desaparecidos políticos, y un múltiple abanico organizado) que apenas comienzan a formarse o están en vías de consolidación, las asociaciones ciudadanas y muchas otras formas de expresión popular, periodístico y cultural. Sin embargo, la gran mayoría se encuentra luchando por sus intereses propios, desligados de los objetivos genéricos.

Debemos de realizar esfuerzos conjuntos para superar la dispersión existente. Tenemos que esforzarnos en caminar enlazados por lo que nos une y dejar de momento de lado lo que nos separa, sin que ninguna organización pierda su identidad política y organizativa, de lo contrario, la experiencia así lo ha demostrado, crearemos una estructura autoritaria, burocratizada, sin iniciativa de las bases. Se trata de caminar bajo una política de unidad de acción que nos fortalezca, que abra los espacios políticos e ideológicos para discutir en un ambiente solidario de respeto y tolerancia lo que nos diferencia, para analizar y crear una postura común, no única, que permita la participación activa y reflexiva del conjunto que agrupa.

El siguiente paso organizativo es la creación de los grandes frentes políticos y sectoriales de lucha (como lo fue el Frente Nacional Contra la Represión, o el frente electoral nacional, los frentes sindicales, populares, campesinos, estudiantiles, intelectuales, magisteriales o por la presentación de los detenidos desaparecidos). De agrupamientos estratégicos del trabajo que nos permitan verdaderamente competir por el poder y la transformación del modelo económico, político, ideológico y social neoliberal que actualmente nos gobierna, fortaleciendo nuestra soberanía nacional y protegiendo nuestros recursos naturales. Por un gobierno al servicio de los trabajadores, por una economía y política de beneficio social, antiliberal y por lo mismo anticapitalista, plural, incluyente, solidaria, democrática.

Otra de las fuentes de la resistencia popular es la defensa de nuestra identidad nacional y dentro de ello la necesidad de desarrollar medios de comunicación de masas alternativos que contrarresten la miseria y pobreza informativa prevaleciente en la radio, televisión, prensa y demás medios colectivos de opinión, así como su utilización mediática. Tenemos que ser capaces de generar instrumentos y campañas de difusión científica y tecnológica, de información y educación popular en beneficio de los trabajadores del campo y la ciudad. Para derrotar a los grupos minoritarios pero poderosos económica y políticamente pro imperialistas que nos gobiernan y su modelo neoliberal, es necesario desenmascarar sus mentiras, sus supuestos esfuerzos a favor de los más pobres del país; del papel que tiene su prensa escrita y electrónica (radio, televisión, cine, periódicos, etc) seudo democrática y seudo critica, demostrando su falta de ética, sus políticas de chantaje y “linchamiento” contra las fuerzas insurgentes y democráticas del país; demostrar el carácter contrainsurgente impulsado bajo la dirección y entrenamiento de las fuerzas armadas y policiales norteamericanas, israelíes, inglesas y de otros países imperialistas desarrolladas al seno de las agrupaciones policiales y militares (en todas sus ramas) emprendidas desde los años cincuenta del siglo pasado y que se han incrementado desde 1980 con la presencia insurgente indígena y campesino de los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, entre otros, así como del cerco estratégico militar desarrollado en torno de esos estados desde la aparición de brotes de la insurgencia armada con el EZLN desde 1994, de campañas encubiertas de apoyos civiles, de repartos de medicinas, asistencia médica y deportiva, cuyo trasfondo tiene un carácter de espionaje a las comunidades y sobre sus legítimos representantes, con el fin de ubicar los golpes a futuro para desarticular las formas organizativas antisistemicas desarrolladas. Así como de las necesidades de los cambios estructurales porque son “necesarios” para el desarrollo de la nación y para sacar de la pobreza a los más pobres de nuestra patria.

Urge proteger y desarrollar los espacios de la prensa escrita y electrónica crítica, avanzar en los espacios electrónicos (como las hojas web, revistas, boletines y periódicos electrónicas y los avances tecnológicos en los medios de comunicación digital vía internet) para difundir nuestro pensamiento, para hacer sentir nuestra voz y nuestra propuesta, racionalizando recursos y esfuerzos. Desarrollar un directorio de profesionales del ramo para apoyarlos y que nos apoyen en nuestra metas históricas. Debemos concretar esfuerzos para consolidar y crear espacios en la televisión y radio. Apoyar los esfuerzos de las redes de comunicación de radio alternativo y creación de un canal universitario (rescatando al Canal 11 de las manos oligárquicas que actualmente lo dirigen).

No debemos de dejar de lado a nuestros hermanos los más desvalidos, los marginados, desempleados, victimas del capital, del salvaje capitalismo prevaleciente, que pasan a engrosar las filas de la delincuencia, la drogadicción, el narcotráfico o la prostitución. Es el destino de miles de niños de la calle, ancianos abandonados, desempleados, indígenas y migrantes abandonados a su suerte en las ciudades. Basta. Debemos terminar con el hambre de nuestro pueblo, de nuestro niños y ancianos abandonados, de nuestros jóvenes que se prostituyen por unas migajas o se destruyen por tratar de evadir una realidad de abandono que no entienden. Debemos de recuperar la experiencia latinoamericana, empujar por la creación de cooperativas de producción, comercialización y consumo, por las cocinas colectivas, por iniciativas generadas por la organización popular naciente y no intentar solucionar con asistencialismos y medidas policiales que únicamente perpetúan el abandono de nuestros compatriotas, su ignorancia y lo fácil que venden su voto en los procesos electorales.

Los esfuerzos emprendidos se consolidarán a medida que comencemos a reunir a nuestro interior a todas las clases trabajadoras rurales y urbanas del país, transformándonos en un instrumento permanente de combate cultural, popular, democrático, de poder alternativo

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