Hubo, sin duda, excepciones notorias. Lázaro Cárdenas se agigantó en la crisis. Como titanes fueron, también en crisis, Calles, Obregón, De la Huerta, entre otros. Cíclopes.
Así, el sistema ungía líderes ritualísticamente. A ese líder se le legitimaba -pátina de legalidad- mediante un proceso monstruoso de simulación democrática.
Era, pues, una monarquía sexenal disfrazada de república. Empero, el ungimiento ceremonioso y solemne de "salvador de la patria" no hacía líderes reales a los presidentes.
Lo opuesto. Exhibía sus flaquezas humanas y formativas y mostraba a todos la naturaleza de los intereses aviesos que representaba. Exhibía su mediocridad propia y la del sistema.
No crecieron ni Manuel Ávila Camacho ni Miguel Alemán ni Adolfo Ruiz Cortines ni Adolfo López Mateos. Decrecieron. Y se encogieron también Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.
El encogimiento fue espectacularmente acusado en los casos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox. Fueron líderes artificiales. Postizos.
No fueron líderes naturales. No estaban a la altura del ciclo sexenal en el continuum histórico. Se sentían infalibles. Deidades. Merecedores de obediencia ciega.
II
El señor Fox se aprovechó de la cultura de la simulación. Manipuló dolosa y ventajosamente las esperanzas de cambio del pueblo de México. Abusó de éste. Traicionó.
Sufrió -y sufre todavía- el mismo padecimiento de sus predecesores: de gigante en las esperanzas populares devino en un mandatario disminuido. No dimensionó la crisis.
Y no comprendió que la crisis es la fragua histórica de líderes y lideratos. Su proyecto era distinto, contrario diríase, al que esbozó ante la ciudadanía.
Las crisis forjan prohombres. Son el crisol de donde emergen hombres y mujeres -líderes- que inspiran y lideratos auténticos, fueren éstos morales y éticos.
O fueren líderes y lideratos sociales, culturales y políticos. En las crisis, los hombres -y las mujeres- crecen y se desarrollan hasta las alturas.
Y esas alturas son aquellas relativas a las condiciones del contexto y las circunstancias del entorno y la concatenación de fuerzas centrípetas y centrífugas.
Las crisis tienen su dialéctica propia. Sus partes y contrapartes. Sus contrarios y sus afines. Contradicciones y correspondencias. Las crisis son dinámicas. Móviles.
Pero en las crisis también decrecen y se enanizan hombres y mujeres y exhiben su vera naturaleza -la de la mediocridad de miras- y los intereses que representan.
III
Los mexicanos hemos visto que en esta crisis Felipe Calderón no ha crecido. Pero tampoco se ha estancado, sino que se ha empequeñecido. Enanizado. Cada vez más.
Ha sido un aovillamiento dramático. Su encogimiento moral se ha traducido en la pérdida de estatura política. No muéstrase cual líder natural ni como estadista en ciernes.
No parece estar, pues, a la altura cimera del momento histórico. No inspira. No sacude. No motiva. Su proyecto de gobierno es consecuencia de su proyecto de poder de la élite.
Y, como secuela, para cohesionar a los millones que votaron por él acude al incentivo crematístico y a la oferta de un gobierno de "coalición" pragmática e incongruente.
Y asume como propias, oportunísticamente, ciertas propuestas del proyecto alternativo de gobierno de su adversario electoral, Andrés Manuel López Obrador.
Este, mientras tanto, ha crecido agigantadamente como líder y conforma un liderato popular insoslayable, se concuerde o desacuerde con él y sus tácticas de lucha social.
Ello nos describe a un hombre que carece de los atributos personales y formativos de un líder y de las potestades intelectuales y políticas de un guiador de hombres.
La crisis, al achicar a don Felipe, nos ha exhibido un hombre con una noción de la moral política y la ética del poder proclive a la componenda cómplice.
El señor López Obrador es el líder; don Felipe, el antilíder. El primero convoca a rehacer el país, al modo del pueblo pobre de México. El segundo, al modo de los ricos.
ffernandezp@prodigy.net.mx
Glosario:
Aovillamiento: de aovillarse. Encogerse mucho, hacerse un ovillo.
Centrípeta: que se mueve hacia el centro o atrae hacia el centro.
Ciernes: estar muy a sus principios, faltarle mucho para su perfección
Cimera: que está en la parte superior y finaliza o remata por lo alto alguna cosa elevada.
Crisol: cavidad que en la parte inferior de los hornos sirve para recibir el metal fundido, al que se le dá forma después.