lunes, septiembre 18, 2006

Discurso inaugural de la Convención Nacional Democrática del 16 de septiembre de 2006. Es el día de nuestra conciencia


Elena Poniatowska *

Hoy, 16 de septiembre de 2006, es la gran fiesta que esperábamos hace años, la de la Convención Nacional Democrática. Nos reunimos porque la democracia empezó a perderse cuando Lázaro Cárdenas dejó el poder en 1940. A los presidentes que siguieron los encegueció el poder y el dinero y se dedicaron a hacer negocios al amparo de su puesto público.

José Clemente Orozco tuvo razón al alzar su mano llena de pinceles rojos y fustigar la corrupción, el influyentismo, el maltrato, la pobreza, el saqueo, la falta de educación en todos sus niveles, el racismo y el clasismo, las desigualdades económicas y sociales que dividen al país y nos agobian. Hoy, en pleno 2006, 85% de los mexicanos ganan menos de cinco salarios mínimos, es decir 5 mil 400 pesos al mes, y para nuestra vergüenza hay quienes sobreviven con mucho menos, ya no se diga los 10 millones de indígenas que además han sido despojados de sus tierras.

Andrés Manuel López Obrador ha repetido en muchas ocasiones que los que lo seguimos somos hombres y mujeres libres. No se vale la consigna: O estás conmigo o eres mi enemigo. Queremos estar en la realidad, y la inteligencia de un ser humano depende de su aceptación de la realidad. Nos ha costado mucho ser lo que somos y quizás éste sea el momento de vernos con ojos críticos. Ser crítico de uno mismo es clave para ser crítico de una situación, ya sea personal o política, y todos lo sabemos: lo personal es político. Nuestra capacidad crítica es lo que nos endereza y nos hace libres. El fanatismo limita, vuelve intransigente y lleva al abismo. El primer respeto en la vida es el respeto a uno mismo y el respeto a lo que piensa, lo que cree y lo que decide el otro. A lo largo de 48 días hemos sido los actores de un cambio con Andrés Manuel López Obrador y eso también nos lo tienen que respetar.

Cuauhtémoc Cárdenas me honró al escribirme una carta que agradezco porque oír al otro engrandece y contribuye al diálogo, pero sigo pensando que la elección fue injusta y fraudulenta y que hacemos bien al defender nuestra dignidad. Claudia Sheinbaum y muchos especialistas mexicanos han hablado de fraude y hasta el Centro de Investigación Económica y Política (Center for Economic and Policy Research) de Washington reveló el 6 de septiembre que los datos obtenidos del recuento de 9% de los votos indicaron que Felipe Calderón, del PAN, tuvo una pérdida de 2 mil 765 votos, mientras que Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Por el Bien de Todos, logró un aumento de 2 mil 101 votos. Si el Trife hubiera dado a conocer estos resultados desde el 13 de agosto y no hasta el 6 de septiembre, la presión política a favor del recuento total se habría vuelto clamor popular.

Vuelvo a repetirlo: somos hombres y mujeres libres, no somos borregos, y estamos aquí porque queremos luchar contra la corrupción y la desigualdad. Como borregos no le servimos para nada a Andrés Manuel López Obrador, como seres pensantes sí, y nos subleva haber tenido que padecer una campaña sucia implementada y pagada por los dueños del país, porque sabemos que los empresarios y los políticos cómplices hicieron todo para derrotarlo. Ahora, en esta Convención Nacional Democrática, buscamos una salida para que nuestro país sea tan grande como lo merecemos. Somos gente de bien que nos hemos esforzado toda la vida por salir adelante. Aquí estamos reunidos para encontrar entre todos una solución, y vamos a encontrarla dentro de la mayor honestidad, la mayor limpieza, la mayor claridad, la mayor tolerancia porque los sectarismos y los gritos llevan a la represión. Y desde luego nuestra solución será como ha sido nuestra resistencia, pacífica.

Hoy es un gran día, es el día de nuestra conciencia. Dialoguemos con ella para que en ella se haga la luz. ?

* Discurso inaugural de la Convención Nacional Democrática del 16 de septiembre de 2006.

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