lunes, septiembre 11, 2006

Las fallas del fallo Javier Livas

López Obrador no será Presidente. Fox y muchos empresarios conservadores se ganaron esa tranquilidad gracias a dos años de devastadora campaña publicitaria. El prolijo fallo del Tribunal Electoral que débilmente advierte sus interferencias no pasó de ser una admonición ignorable. Frente al "peligro para México", la satisfacción de una sentencia inatacable jurídicamente.

Las fallas del fallo legal son su contradicción interna y su debilidad externa. La negociación forzada para lograr unanimidad generó un dictamen carente de lógica, aberrante. Frente a los hechos ilegales admitidos unánimemente, la evasión unánime de consecuencias.

Un ejemplo: en kilométrico considerando, los magistrados sostienen que la sentencia -que obligó al PAN a retirar ciertos anuncios por ilegales- perjudicó al PAN. Con esa sentencia adversa y el supuesto descrédito de la misma, afirman, bastó para empatar los meses de spots negativos. Eso sí que es sabiduría electoral.

Ése y otros ejemplos de razonamientos falaciosos en los que incurren los magistrados nos hacen concluir que después de 42 millones de votos, los siete magistrados fueron los grandes electores. De lo que no dejan duda es que estuvieron en capacidad de escoger, por sí solos, al nuevo Presidente. Con su lógica torcida pudieron igual declarar fácilmente ganador a Calderón o a López Obrador, o bien, anular la elección.

Yo creo que el Tribunal debió hacerse una sola pregunta: ¿queremos que se repita una campaña desde Los Pinos en contra de un candidato? Si la respuesta es no, entonces tendrían que haber anulado la elección.

El regaño al Presidente Fox no es legal ni tiene efectos jurídicos para el siguiente Presidente, pero genera consecuencias políticas negativas. Convenció a los opositores de que no hubo limpieza, sino un truco más, en esta fase final del proceso electoral. Del árbol que creció torcido se columpiarán los inconformes.

Buena, mala, incongruente o perfecta, la sentencia electoral está dictada. Ahora falta la ejecución de la misma. En México, sin embargo, es más difícil ejecutar una sentencia que obtenerla; eso lo sabemos todos. Ya ganaste, ahora cóbrale al contrario.

El grado de indignación entre los simpatizantes de López Obrador por la derrota de su causa es algo nunca visto en el México moderno. Suena a burla que Calderón diga que importará su plataforma y los rebasará por la izquierda. Luego esperan que los inconformes se cansen, se peleen entre sí, se diluyan y desaparezcan.

Considero difícil que esto suceda. La convocatoria a una Convención Nacional puede tildarse de ser un planteamiento quijotesco y carente inicialmente de un cauce constitucional, pero servirá para mostrar que la inconformidad habrá sobrevivido el fallo oficial. Rechazada por grandes contingentes de manifestantes en las calles, la constancia de mayoría puede quedar como un título provocador y conflictivo, y quizá un cheque incobrable.

Para la oposición de izquierda radical el fallo judicial no cambió nada, al contrario, confirmó la inutilidad de haber buscado cambios a través del voto. La lucha puede radicalizarse y precipitar un colapso social.

El multialudido fallo no contribuirá a facilitar el diálogo. Al contrario, sus contradicciones, sus rollos y redacción incomprensible será una constancia irrefutable de que otra más de las principales instituciones del país están corroidas.

Con creciente convencimiento de que muchas cosas andan muy mal en México se podrá justificar un alud de acciones de resistencia a un gobierno percibido como ilegítimo. Convertir esta energía social en fuerza de cambio real, constructivo y duradero es algo que, por ahora, no tenemos a la vista.

javierlivas@mac.com

No hay comentarios.: