Álvaro delgado
México, D.F., 28 de agosto (apro).- Ya nada extraña: Ni la hipocresía ni el cinismo, tampoco la desvergüenza. ¿Por qué habría de haber sonrojo si todas las conductas inmorales se cometen con la envoltura de la legalidad?
Tenía razón Carlos Marx al complementar la idea hegeliana de que la historia se repite: La primera vez como tragedia, la segunda como farsa.
En efecto, la historia, cuando de ella no se aprende, se sucede como caricatura. Eso ha estado ocurriendo en México: Los acontecimientos de 1988, cuando fue impuesto el usurpador Carlos Salinas, se han venido reproduciendo casi dos décadas después, aunque los actos de la farsa --con Vicente Fox, Felipe Calderón y el propio Salinas en los papeles estelares-- no conciten hilaridad.
Televisa, hay que reconocerlo, es congruente: Su vocación servil persiste, aunque cambie el rostro de sus empleados en pantalla, que así como los encumbra, ellos lo saben, los desecha. Pero al tenaz afán de propaganda y ocultamiento de su elenco de conductores, la televisora ha sumado, ahora, al mundillo de la farándula que acata la instrucción de salir en defensa de las instituciones “que tanto sacrificio nos ha costado crear”.
Fiel a su defensa de las “mejores causas de la nación”, siempre en la lógica de la filantropía --eufemismo de la entrega de migajas--, Televisa hasta se da el lujo de sacrificar ganancias para regalar tiempos en los mejores horarios a las agrupaciones ultraderechistas, parte de las cuales, en 1988, hacían plantones con Manuel Clouthier al frente para exigirle apertura, y ahora gozan y estimulan su cerrazón.
Nada raro: Si Emilio Azcárraga Milmo se asumía como “soldado del PRI”, su heredero encarna en soldadito azul. Y lo de menos es la filiación, porque lo fundamental es someter a los poderes del Estado, como con la Ley Televisa, que sólo los ingenuos pueden esperar que se invalide en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Televisión Azteca tiene un comportamiento análogo. Tampoco extraña mayormente: Adquirida al gobierno de Salinas con dinero de Salinas mismo, la diferencia ha sido, si acaso, una competencia para acreditar cuál de las dos es capaz de generar más programación nauseabunda y más degradación en la farándula.
A Fox y al PAN en su conjunto, incluyendo a sus prosélitos, les ocurre lo mismo: Fueron ellos los que trataron de limpiar a Salinas del descomunal fraude del PRI, al que ahora corresponde legalizar a Calderón por la misma vía: El reparto de prebendas.
Si los panistas en 1988 olvidaron súbitamente su protesta, y hasta se quitaron un peso de encima con la muerte de Clouthier, con mayor razón reniegan ahora de un ejercicio político que instrumentaron en aquella coyuntura: El gobierno “alternativo”, del que Fox fue encargado del sector agropecuario.
El propio Fox --quien en efecto hizo de la Presidencia de la República un chiste-- se desgañitaba contra el fraude que cometió Salinas en la elección presidencial y en la de Guanajuato, en 1991, cuando cerró carreteras, encabezó plantones, bloqueó el aeropuerto de Silao y, de no haber habido arreglo para el interinato con Carlos Medina, habría saboteado el “Grito de Independencia”, como lo propuso.
“Yo soy el único gobernador electo de Guanajuato”, decía Fox, poco antes de anunciar su retiro de la vida política, “hasta que Salinas se vaya”.
Fue un acto de cobardía, una de sus características, como la de otro personaje de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, degradado ahora a empleado de Fox y cómplice de las inmoralidades de quienes, de manera engañosa, dijo eran sus adversarios.
En fin, tal como se vio en 1988 y aquí lo apuntamos hace dos semanas, comienzan a surgir los pusilánimes, que se amparan en el Estado de derecho para pegarse a la ubre del erario.
Al fin y al cabo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) retrocedió en sus criterios libertarios, retomó el conservadurismo en la peor expresión del término y abdicó de su responsabilidad con la historia.
El fallo de los magistrados sobre los recursos promovidos, de una y otra parte, fue impecable: Cambiar para que todo siga igual.
Sólo queda un trámite para consumar, por completo, la impunidad y la impostura: Formalizar al nuevo gerente del país.
Apuntes
La lista de impostores es larga, pero hay dos ejemplos que, además, ilustran la moral de los militantes de la mafia de El Yunque que domina al PAN: Ramón Muñoz Gutiérrez, de seudónimo “Julio Vértiz”, cobrará, a partir de este viernes, como senador después de ser el jefe de la Oficina de la Presidencia para la Innovación Gubernamental, cargo en el que durante el sexenio recibió el sueldo más jugoso del gobierno, sólo debajo del que percibe Fox, a quien suministra medicamentos evasores de la realidad. Y el subsecretario del
Trabajo Gerardo Mosqueda Martínez, “Beckemans”, quien ahora es el coordinador del equipo de transición de Juan Manuel Oliva, gobernador electo de Guanajuato, quien sucederá a otro yunquista, Juan Carlos Romero Hicks, “Agustín de Iturbide”… No es raro que desde Guanajuato se envíe la instrucción a las escuadras de la mafia yunquista: Infiltrarse, el 1 de septiembre, entre la muchedumbre que proteste para disparar contra la tropa. Quieren reeditar otro 68 para darle validez a la calenturienta teoría del ideólogo Federico Müggemburg de una conspiración mundial contra la “transición democrática” y legitimar la mano dura que le urge implementar al nuevo gerente…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
Tenía razón Carlos Marx al complementar la idea hegeliana de que la historia se repite: La primera vez como tragedia, la segunda como farsa.
En efecto, la historia, cuando de ella no se aprende, se sucede como caricatura. Eso ha estado ocurriendo en México: Los acontecimientos de 1988, cuando fue impuesto el usurpador Carlos Salinas, se han venido reproduciendo casi dos décadas después, aunque los actos de la farsa --con Vicente Fox, Felipe Calderón y el propio Salinas en los papeles estelares-- no conciten hilaridad.
Televisa, hay que reconocerlo, es congruente: Su vocación servil persiste, aunque cambie el rostro de sus empleados en pantalla, que así como los encumbra, ellos lo saben, los desecha. Pero al tenaz afán de propaganda y ocultamiento de su elenco de conductores, la televisora ha sumado, ahora, al mundillo de la farándula que acata la instrucción de salir en defensa de las instituciones “que tanto sacrificio nos ha costado crear”.
Fiel a su defensa de las “mejores causas de la nación”, siempre en la lógica de la filantropía --eufemismo de la entrega de migajas--, Televisa hasta se da el lujo de sacrificar ganancias para regalar tiempos en los mejores horarios a las agrupaciones ultraderechistas, parte de las cuales, en 1988, hacían plantones con Manuel Clouthier al frente para exigirle apertura, y ahora gozan y estimulan su cerrazón.
Nada raro: Si Emilio Azcárraga Milmo se asumía como “soldado del PRI”, su heredero encarna en soldadito azul. Y lo de menos es la filiación, porque lo fundamental es someter a los poderes del Estado, como con la Ley Televisa, que sólo los ingenuos pueden esperar que se invalide en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Televisión Azteca tiene un comportamiento análogo. Tampoco extraña mayormente: Adquirida al gobierno de Salinas con dinero de Salinas mismo, la diferencia ha sido, si acaso, una competencia para acreditar cuál de las dos es capaz de generar más programación nauseabunda y más degradación en la farándula.
A Fox y al PAN en su conjunto, incluyendo a sus prosélitos, les ocurre lo mismo: Fueron ellos los que trataron de limpiar a Salinas del descomunal fraude del PRI, al que ahora corresponde legalizar a Calderón por la misma vía: El reparto de prebendas.
Si los panistas en 1988 olvidaron súbitamente su protesta, y hasta se quitaron un peso de encima con la muerte de Clouthier, con mayor razón reniegan ahora de un ejercicio político que instrumentaron en aquella coyuntura: El gobierno “alternativo”, del que Fox fue encargado del sector agropecuario.
El propio Fox --quien en efecto hizo de la Presidencia de la República un chiste-- se desgañitaba contra el fraude que cometió Salinas en la elección presidencial y en la de Guanajuato, en 1991, cuando cerró carreteras, encabezó plantones, bloqueó el aeropuerto de Silao y, de no haber habido arreglo para el interinato con Carlos Medina, habría saboteado el “Grito de Independencia”, como lo propuso.
“Yo soy el único gobernador electo de Guanajuato”, decía Fox, poco antes de anunciar su retiro de la vida política, “hasta que Salinas se vaya”.
Fue un acto de cobardía, una de sus características, como la de otro personaje de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, degradado ahora a empleado de Fox y cómplice de las inmoralidades de quienes, de manera engañosa, dijo eran sus adversarios.
En fin, tal como se vio en 1988 y aquí lo apuntamos hace dos semanas, comienzan a surgir los pusilánimes, que se amparan en el Estado de derecho para pegarse a la ubre del erario.
Al fin y al cabo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) retrocedió en sus criterios libertarios, retomó el conservadurismo en la peor expresión del término y abdicó de su responsabilidad con la historia.
El fallo de los magistrados sobre los recursos promovidos, de una y otra parte, fue impecable: Cambiar para que todo siga igual.
Sólo queda un trámite para consumar, por completo, la impunidad y la impostura: Formalizar al nuevo gerente del país.
Apuntes
La lista de impostores es larga, pero hay dos ejemplos que, además, ilustran la moral de los militantes de la mafia de El Yunque que domina al PAN: Ramón Muñoz Gutiérrez, de seudónimo “Julio Vértiz”, cobrará, a partir de este viernes, como senador después de ser el jefe de la Oficina de la Presidencia para la Innovación Gubernamental, cargo en el que durante el sexenio recibió el sueldo más jugoso del gobierno, sólo debajo del que percibe Fox, a quien suministra medicamentos evasores de la realidad. Y el subsecretario del
Trabajo Gerardo Mosqueda Martínez, “Beckemans”, quien ahora es el coordinador del equipo de transición de Juan Manuel Oliva, gobernador electo de Guanajuato, quien sucederá a otro yunquista, Juan Carlos Romero Hicks, “Agustín de Iturbide”… No es raro que desde Guanajuato se envíe la instrucción a las escuadras de la mafia yunquista: Infiltrarse, el 1 de septiembre, entre la muchedumbre que proteste para disparar contra la tropa. Quieren reeditar otro 68 para darle validez a la calenturienta teoría del ideólogo Federico Müggemburg de una conspiración mundial contra la “transición democrática” y legitimar la mano dura que le urge implementar al nuevo gerente…
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