jenaro villamil
México, D.F., 13 de septiembre (apro).- Si la picaresca política nacional no se agotó con Carlos Ahumada y su colección de videos incriminatorios, ahora tenemos una auténtica veta en los audioescándalos que vuelven a circular en torno al empresario poblano, Kamel Nacif, catapultado por su famosa frase de íntima complicidad con el mandatario estatal priista Mario Marín, “mi góber precioso”.
Ahora, la nueva saga se inaugura con el coordinador de la bancada en el PRI en la Cámara de Diputados, Emilio Gamboa Patrón, a quien el gusto por la permanencia transexenal en el poder le puede durar tan poco como la orden que le recetó telefónicamente el rey de la mezclilla: “dale pa’ tras, papá”.
Con la nueva grabación difundida este martes, el sexenio del teleprompter y de los videoescándalos culmina con una herencia maldita para el calderonismo, que más tarda en armar sus débiles alianzas legitimadoras que en desarmarlas aparatosamente por los escándalos mediáticos.
No es casual la elección de Emilio Gamboa Patrón como protagonista central de esta nueva filtración, surgida en los entretelones del aparato de escucha de algún grupo de poder o mafia circundante.
En realidad, responde al clásico método del ajuste de cuentas que no necesita eliminar físicamente al adversario. Basta con crearle un aparatoso escándalo mediático e informativo para exhibir las entrañas de la politiquería mexicana que ha llevado al país al borde de la crisis sistémica.
Gamboa Patrón responde a esa generación de hombres encumbrados desde hace 25 años que confundió la “operación política” con la corrupción política; la gestión del interés público con el intercambio de favores, el tráfico de intereses y la simulación de las convicciones.
Aún más, la valentía de la periodista Lydia Cacho al denunciar en Los demonios del edén el entramado del crimen organizado a partir de la pornografía y el abuso de menores en Cancún, apuntó desde un principio a que esto sólo era posible con este sistema de complicidades políticas, económicas y delictivas.
El hecho determinante no es si la filtración que involucra a Gamboa responde a una “verdadera canallada” o a “golpes bajos”, como fue la inmediata reacción del exsecretario particular de Miguel de la Madrid, exsecretario de Estado del salinismo, exsubsecretario de Gobernación zedillista, exsenador ampliamente vinculado a Televisa y promotor de la doctrina “del político bisagra”.
Lo grave es si a esa generación de políticos, que tan bien representa Gamboa Patrón, se les puede dejar el delicado proceso de transformación de las instituciones, de reformas profundas del sistema político que ya no da para más y de conducción de las negociaciones en el Congreso de la Unión.
Lo único que queda claro en este proceso es que las mafias políticas, al igual que en el caso del narcotráfico y sus siniestros mensajes de descabezamiento en Michoacán, están en proceso de recomposición. Las venganzas serán el pan de cada día. Ya se agotó el estilo de hacer política a partir del poder del picaporte, del intercambio de favores a cambio de prebendas, de encubrimientos delictivos al amparo de la impunidad que dan los fueros.
Como le diría el señor Kamel Nacif a Gamboa Patrón, o le dan “pa’tras” o comenzará a surgir el clamor ciudadano que se escuchó en Argentina al calor de la crisis política más grave en el país sudamericano: “¡Que se vayan todos!”.
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
Ahora, la nueva saga se inaugura con el coordinador de la bancada en el PRI en la Cámara de Diputados, Emilio Gamboa Patrón, a quien el gusto por la permanencia transexenal en el poder le puede durar tan poco como la orden que le recetó telefónicamente el rey de la mezclilla: “dale pa’ tras, papá”.
Con la nueva grabación difundida este martes, el sexenio del teleprompter y de los videoescándalos culmina con una herencia maldita para el calderonismo, que más tarda en armar sus débiles alianzas legitimadoras que en desarmarlas aparatosamente por los escándalos mediáticos.
No es casual la elección de Emilio Gamboa Patrón como protagonista central de esta nueva filtración, surgida en los entretelones del aparato de escucha de algún grupo de poder o mafia circundante.
En realidad, responde al clásico método del ajuste de cuentas que no necesita eliminar físicamente al adversario. Basta con crearle un aparatoso escándalo mediático e informativo para exhibir las entrañas de la politiquería mexicana que ha llevado al país al borde de la crisis sistémica.
Gamboa Patrón responde a esa generación de hombres encumbrados desde hace 25 años que confundió la “operación política” con la corrupción política; la gestión del interés público con el intercambio de favores, el tráfico de intereses y la simulación de las convicciones.
Aún más, la valentía de la periodista Lydia Cacho al denunciar en Los demonios del edén el entramado del crimen organizado a partir de la pornografía y el abuso de menores en Cancún, apuntó desde un principio a que esto sólo era posible con este sistema de complicidades políticas, económicas y delictivas.
El hecho determinante no es si la filtración que involucra a Gamboa responde a una “verdadera canallada” o a “golpes bajos”, como fue la inmediata reacción del exsecretario particular de Miguel de la Madrid, exsecretario de Estado del salinismo, exsubsecretario de Gobernación zedillista, exsenador ampliamente vinculado a Televisa y promotor de la doctrina “del político bisagra”.
Lo grave es si a esa generación de políticos, que tan bien representa Gamboa Patrón, se les puede dejar el delicado proceso de transformación de las instituciones, de reformas profundas del sistema político que ya no da para más y de conducción de las negociaciones en el Congreso de la Unión.
Lo único que queda claro en este proceso es que las mafias políticas, al igual que en el caso del narcotráfico y sus siniestros mensajes de descabezamiento en Michoacán, están en proceso de recomposición. Las venganzas serán el pan de cada día. Ya se agotó el estilo de hacer política a partir del poder del picaporte, del intercambio de favores a cambio de prebendas, de encubrimientos delictivos al amparo de la impunidad que dan los fueros.
Como le diría el señor Kamel Nacif a Gamboa Patrón, o le dan “pa’tras” o comenzará a surgir el clamor ciudadano que se escuchó en Argentina al calor de la crisis política más grave en el país sudamericano: “¡Que se vayan todos!”.
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