Ha concluido el recuento parcial ordenado por el TEPJF y lo peor que se puede decir es que los errores encontrados “son insignificantes”, “no alteran de manera sustancial el resultado oficial” o “confirman la victoria del PAN”.
Con 90 por ciento del cómputo de casi 12 mil casillas, en tres mil 74 casillas han aparecido 45 mil 890 votos de más, es decir un promedio de 15 votos por cada casilla. Esto significa una situación irregular grave en 29 por ciento de las casillas que el Tribunal ordenó abrir.
En 4 mil 468 han desparecido 80 mil 392 boletas, es decir un promedio de 12 boletas por casilla. Esto representa casi 41 por ciento. Juntas, donde hay boletas de más o boletas de menos representan 7 mil 442 casillas, es decir 70 por ciento de las casillas recontadas, lo que significa 126 mil 282 votos alterados que no tienen sustento en boletas ni en votos.
¿Qué significan estos números? Que en 8 mil 651 casillas, es decir en 81 por ciento de las casillas consideradas, el resultado ha cambiado, el resultado es distinto al reportado por el IFE. Es decir, en 81 por ciento de las casillas el conteo no se hizo de manera correcta.
Ahora bien, ¿quién pierde y quién gana en este recuento parcial? En 95% de casillas recontadas, Felipe Calderón pierde 14 mil 140 votos, mientras que AMLO gana 112 votos. Es decir, el candidato del PAN pierde 1.3 votos por casilla.
Esa no es una diferencia menor, si recordamos que la diferencia global entre Felipe Calderón y AMLO es de 1.8 votos por casilla. Si el PAN pierde 1.3 votos por casilla y si este error se replica en el conjunto de las 130 mil 477 casillas de la elección del 2 de julio, entonces tenemos que la diferencia entre Calderón y AMLO se reduce a 0.5 votos por casilla; es decir, a 75 mil votos de diferencia y no a los 244 mil que contó el IFE.
Por ello es fundamental no quedarse en el recuento de 12 mil casillas, sino abarcar las 130 mil 477 de toda la elección. Con el recuento parcial del Tribunal Electoral, la demanda “voto por voto, casilla por casilla” lejos de agotarse adquiere mayor relevancia. Sobre todo, si consideramos que cada vez que se cuentan los votos Felipe Calderón pierde terreno: de 500 mil votos que anunciaron la noche del 2 de julio, a 400 mil cuando se incluyeron los 3 millones de votos archivados por “inconsistentes”, a 244 mil el miércoles del cómputo distrital y ahora la merma “insignificante” de 1.8 a 0.5 votos de ventaja ponderada por casilla.
Este recuento, no obstante ser parcial, arroja otros elementos importantes. La elección está lejos de “rechinar de limpio” como quisieron proyectarla el IFE, el PAN y el gobierno federal. Si dejamos de lado las causas de dolo y mal fe del recuento inicial, nos revela una realidad más dolorosa: en este país no sabemos contar. Algo que puede sorprender al IFE, al PAN y al gobierno federal, pero no a la OCDE, que desde hace cuatro años nos viene advirtiendo sobre las deficiencias de nuestra formación educativa, especialmente en las diversas áreas de las matemáticas.
Pero además de no saber contar, esta elección marcó el advenimiento de una nueva categoría de ciudadanos, inédita en nuestra historia electoral ya de por sí llena de personajes mitológicos: el coleccionista de votos.
Sucede que en esta elección hay un faltante de 900 mil boletas. Se imprimieron, se contaron, se distribuyeron en las casillas, se entregaron a los ciudadanos en propia mano, se marcaron como votadas..., pero nunca llegaron a la urna. La explicación dada en el TEPJF es la misma que ha difundido el PAN desde hace algunos días: los ciudadanos se las llevaron a sus casas, a manera de recuerdo o souvenir del 2 de julio. Casualmente todas ellas son boletas para Presidente, ya que las correspondientes a diputados y senadores sí fueron depositadas. Esas boletas para legisladores ¡fuchi!, no habrían resultado tan dignas de ser llevadas al hogar.
La figura de “el coleccionista de votos” podrá dar lugar al guión cinematográfico del año, pero no al acuerdo político que este país demanda. Prefieren el thriller político al recuento total. La presentación diría lo siguiente: “Un sicópata elector anda suelto por las calles de México. Descendiente del legendario mapache, este asesino de la democracia gusta de coleccionar boletas electorales para armar un lienzo de carne y hueso…, y no descansará hasta formar dos palabras: Presidente espurio”. Próximo estreno
Con 90 por ciento del cómputo de casi 12 mil casillas, en tres mil 74 casillas han aparecido 45 mil 890 votos de más, es decir un promedio de 15 votos por cada casilla. Esto significa una situación irregular grave en 29 por ciento de las casillas que el Tribunal ordenó abrir.
En 4 mil 468 han desparecido 80 mil 392 boletas, es decir un promedio de 12 boletas por casilla. Esto representa casi 41 por ciento. Juntas, donde hay boletas de más o boletas de menos representan 7 mil 442 casillas, es decir 70 por ciento de las casillas recontadas, lo que significa 126 mil 282 votos alterados que no tienen sustento en boletas ni en votos.
¿Qué significan estos números? Que en 8 mil 651 casillas, es decir en 81 por ciento de las casillas consideradas, el resultado ha cambiado, el resultado es distinto al reportado por el IFE. Es decir, en 81 por ciento de las casillas el conteo no se hizo de manera correcta.
Ahora bien, ¿quién pierde y quién gana en este recuento parcial? En 95% de casillas recontadas, Felipe Calderón pierde 14 mil 140 votos, mientras que AMLO gana 112 votos. Es decir, el candidato del PAN pierde 1.3 votos por casilla.
Esa no es una diferencia menor, si recordamos que la diferencia global entre Felipe Calderón y AMLO es de 1.8 votos por casilla. Si el PAN pierde 1.3 votos por casilla y si este error se replica en el conjunto de las 130 mil 477 casillas de la elección del 2 de julio, entonces tenemos que la diferencia entre Calderón y AMLO se reduce a 0.5 votos por casilla; es decir, a 75 mil votos de diferencia y no a los 244 mil que contó el IFE.
Por ello es fundamental no quedarse en el recuento de 12 mil casillas, sino abarcar las 130 mil 477 de toda la elección. Con el recuento parcial del Tribunal Electoral, la demanda “voto por voto, casilla por casilla” lejos de agotarse adquiere mayor relevancia. Sobre todo, si consideramos que cada vez que se cuentan los votos Felipe Calderón pierde terreno: de 500 mil votos que anunciaron la noche del 2 de julio, a 400 mil cuando se incluyeron los 3 millones de votos archivados por “inconsistentes”, a 244 mil el miércoles del cómputo distrital y ahora la merma “insignificante” de 1.8 a 0.5 votos de ventaja ponderada por casilla.
Este recuento, no obstante ser parcial, arroja otros elementos importantes. La elección está lejos de “rechinar de limpio” como quisieron proyectarla el IFE, el PAN y el gobierno federal. Si dejamos de lado las causas de dolo y mal fe del recuento inicial, nos revela una realidad más dolorosa: en este país no sabemos contar. Algo que puede sorprender al IFE, al PAN y al gobierno federal, pero no a la OCDE, que desde hace cuatro años nos viene advirtiendo sobre las deficiencias de nuestra formación educativa, especialmente en las diversas áreas de las matemáticas.
Pero además de no saber contar, esta elección marcó el advenimiento de una nueva categoría de ciudadanos, inédita en nuestra historia electoral ya de por sí llena de personajes mitológicos: el coleccionista de votos.
Sucede que en esta elección hay un faltante de 900 mil boletas. Se imprimieron, se contaron, se distribuyeron en las casillas, se entregaron a los ciudadanos en propia mano, se marcaron como votadas..., pero nunca llegaron a la urna. La explicación dada en el TEPJF es la misma que ha difundido el PAN desde hace algunos días: los ciudadanos se las llevaron a sus casas, a manera de recuerdo o souvenir del 2 de julio. Casualmente todas ellas son boletas para Presidente, ya que las correspondientes a diputados y senadores sí fueron depositadas. Esas boletas para legisladores ¡fuchi!, no habrían resultado tan dignas de ser llevadas al hogar.
La figura de “el coleccionista de votos” podrá dar lugar al guión cinematográfico del año, pero no al acuerdo político que este país demanda. Prefieren el thriller político al recuento total. La presentación diría lo siguiente: “Un sicópata elector anda suelto por las calles de México. Descendiente del legendario mapache, este asesino de la democracia gusta de coleccionar boletas electorales para armar un lienzo de carne y hueso…, y no descansará hasta formar dos palabras: Presidente espurio”. Próximo estreno
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
1 comentario:
Un muy negro sentido del humor.
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