Pedro Echeverría V.
1. En 2004 la gente estaba muy enojada y desatada, quizá un poco menos que hoy. En los dos días anteriores al informe se habían hecho dos grandes manifestaciones: una en apoyo a López Obrador, a quien el gobierno buscaba desaforar, se celebró el sábado 28 y el 30 los obreros, encabezados por el Sindicato Mexicano de Electricistas, UNT, la CNTE, Los Pascuales y demás, realizaron su gran marcha para oponerse a la privatización de la electricidad, el petróleo, etcétera. De tal manera que cuando llegó el 1 de septiembre, día del cuarto informe de gobierno, decenas de miles de obreros, de partidarios de López Obrador, de ciudadanos y estudiantes, salieron a protestar contra el presidente Fox y su funesto informe. Desde las siete de la mañana comencé a recorrer, con otras personas, todo el territorio de La Merced, de La Candelaria y de San Lázaro con el fin de ver las zonas bloqueadas por policías y militares. Eran kilómetros y kilómetros acordonados con policías y muros de acero.
2. El bloqueo era realmente brutal, sucio y apestoso. Los muros de acero de las avenidas del Congreso y Fray Servando tenían una altura de tres metros. La “caballería montada” superaba al millar, mientras la mierda de los caballos contaminaba toda la zona, sobre todo al gran mercado de La Merced. Cientos de perros amenazaban a los “globalifóbicos” o “altermundistas” que buscaban romper el bloqueo. Aquel día radio y televisión arreciaban -como siempre- sus calumnias contra la protesta integrada por decenas de miles de obreros, estudiantes y ciudadanos. En nombre del llamado “Estado de derecho” y el “respeto a las instituciones” Televisa y TV Azteca impulsaban toda una gran campaña en apoyo al presidente Fox. Para que Fox pudiera llegar al Palacio Legislativo en vehículo blindado, tuvo que abrirse una valla militar desde el Zócalo hasta San Lázaro, pasando por Fray Servando. Entró a fuerza de culatazos de rifle contra los que se pusieron en la ruta.
3. La realidad económica del país la trató en su discurso en el Zócalo Rosendo Flores, secretario general del SME. Hizo comparaciones: “En 1982, el llamado sector paraestatal estaba integrado por 1,155 empresas y organismos que operaban en 63 ramas de la economía. Actualmente sólo quedan poco más de 200 empresas paraestatales. Por su privatización-venta, muchas de las cuales se dieron en forma fraudulenta, el gobierno obtuvo 31 mil millones de dólares. Después vieron los rescates de bancos, carreteras, ingenios azucareros, líneas aéreas, con un costo que pagaos todos los mexicanos, de más de 100 mil millones de dólares… En 1980 los salarios participaban de 45 por ciento del PIB (INEGI), es decir, de la riqueza generada en México, pero para 2003 apenas era de un 33 por ciento. En contraparte, mientras en 1980 el capital participaba con un 54 % de la riqueza nacional, para 2000 se quedaba con un 63%. Resultado: un 45 % de mexicanos viviendo en condiciones de pobreza y un 25 % en extrema pobreza… “
4. La realidad es que de 1982 a 2004, en 22 años, los salarios habían perdido más de un 70 % de su poder adquisitivo. El 44 % de los asalariados trabajaba mediante contratos verbales y sin derecho a seguridad social. La mitad de los asalariados en México recibían hace dos años menos de dos salarios mínimos y en el campo un 90 % no percibía ni siquiera un salario mínimo. A la fecha se requieren cinco salarios mínimos para cubrir las necesidades alimenticias de una familia. En 2001 los 100 empresarios más importantes de México poseían una fortuna valuada en 122 mil 294 millones de dólares que representó el 20.3 % del PIB de ese año. En 2003 la deuda externa de México se incrementó en un 88 % pasando de 86 mil a 162 millones de dólares. En los últimos 10 años el pago de esta deuda significa una sangría de 294 mil millones de dólares. El pago anual de la deuda representa más de un 25 % del PIB. (Ver discurso de Rosendo Flores del SME. Proceso 5/IX/04)
5. Mientras tanto la UNT, encabezada por el telefonista Hernández Juárez y el líder del IMSS, Vega Galina, el día de aquel informe publicó que el gobierno federal, a través de la dirección del IMSS, junto con la mayoría del Congreso de Unión, y con el apoyo del Congreso del Trabajo, aprobó una reforma anticonstitucional que obliga a los trabajadores a ceder sus derechos, a cambio de nada, como si fueran los únicos que tienen que responder por la situación de quiebra histórica del IMSS, descargando de su responsabilidad a la propia burocracia y a la dirección del instituto. Y, como en los peores momentos del presidencialismo priísta, los charros corifeos del Congreso del Trabajo, en plena decadencia vital moral, con Víctor Flores a la cabeza, en la máxima abyección a la que pudieran llegar, piden igualdad de condiciones para todos los trabajadores, decir, reivindican la miseria de los trabajadores mexicanos.