Palabras de Mujer

Hay ocasiones en que tenemos que guardar nuestras opiniones, sobre todo cuando no estamos salvos de contradicciones, como es el caso del vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, Quintín López Cessa, con respecto a los nuevos libros de biología para el primer grado de secundaria y que según él plantean una visión “reductiva” de la sexualidad, pues exaltan la masturbación y la pornografía.

No he tenido oportunidad de ver un libro de éstos, pero es definitivo que cualquier esfuerzo al respecto en vez de ser censurado debiese de aplaudirse, ya que la falta de educación ―en todos sentidos― es lo que nos lleva a la ignorancia en general, que es uno de los grandes males de la humanidad, pues la ceguera producto de la falta de ella, es la que cierra los ojos de los seres humanos hacia su realidad y las formas de evitar sus males.

La sexualidad continúa como el gran tabú dentro de unos sectores de las sociedades inexplicablemente, ya que es parte fundamental de nuestro organismo y debiera verse sin alarma. En los países avanzados se observa de manera natural ―no hablamos del libertinaje― y en como, por ejemplo, Holanda o Suecia es parte importante de su economía ―las vitrinas holandesas― e incluso atractivo turístico.

Nada debe espantarnos todo lo que pueda lograrse en este sentido, porque la falta de información es la que ha sido consecuencia negativa en el proceder de los jóvenes que despiertan al sexo y que actúan como animalitos sólo por instinto. Científicamente tenemos entendido que la masturbación, sin exageración, es recomendada y, sinceramente, es mejor esto que embarazar a mujeres sin ton ni son que traen hijos, la mayoría de las veces, no deseados.

Y la pornografía, don Quintín, se queda muy pequeña a todo lo que ha trascendido y sucede en conventos y monasterios, donde tanto hombres como mujeres enclaustradas en ellos tienden a tener relaciones con su mismo sexo y algunos sacerdotes que se han aprovechado de la candidez de algunas y algunos, como son los casos de pederastia. Dejemos lo del César al César y lo de Dios a Dios pues, desgraciadamente, con tanto desorden son los menos indicados para opinar. Sería mejor que revisarán sus propias causas