viernes, octubre 06, 2006

Ché, presencia eterna / Hirán R Ricardo





Ché, presencia eterna
/ Hirán R Ricardo

Sin lugar a dudas, una de las figuras más conocidas en el mundo contemporáneo es el Ché. Por sus ideas y guerrillero de naturaleza es ejemplo para muchos en todo el planeta, es por eso que no ha muerto.

Desde el 17 de octubre de 1997 reposan sus restos en un mausoleo construido en la ciudad cubana de Santa Clara. Allí descansa junto a gran parte de sus compañeros caídos en Bolivia. La fosa del Ché en tierras bolivianas fue encontrada el 28 de junio de 1995, después de que el 8 de octubre de 1967 fuera capturado y el 9 asesinado.

En Cuba el aniversario de la muerte del Ché se recuerda con más fuerza y es que para muchos en el universo Ernesto Guevara de la Serna fue un cubano más. Tal vez por eso al mencionar su nombre, lo asocian a la Isla.

El Ché fue de esas personas que trasmitió innumerables enseñanzas, no sólo relacionadas con el patriotismo y tácticas guerrilleras, también mostró mucho de la vida cotidiana y la forma en ser mejores personas. Una de esas virtudes fue la valentía y persistencia en la vida, pues a pesar de ser asmático, siempre fue hacia delante, nunca se dejó caer. Por otro lado su carácter serio, responsable lo hacian ser respetado a donde quiera que llegaba y no sólo eso, también que confiaran en él. Y es que lo anteriormente expresado se puede prácticar en la vida diaria por todos nosotros, pues cuántas veces algún malestar nos ha hecho permanecer en cama, o dejamos de hacer cosas porque no estamos pregnados de voluntad. Sin embargo, el Ché tuvo que enfrentar su principal enfermedad en las frías selvas, durmiendo en el mejor de los casos en hamaca, pero eso si, siempre con el deseo de hacer las cosas y la esperanza de que podía realizarse. En esos pasajes del Ché, podemos encontrar espejos.

Y es que realmente muchos en el mundo han asimilado sus ideas, quizás por eso unos cuantos llevan en el brazo o alguna otra parte del cuerpo, la imagen tatuada del Ché.

Por estos días cuando se cumplen 39 años de la muerte del Ché, no cesan los deseos de tomar sus ideas y ejemplo ante cada circunstancia de la vida. Es por eso que el Ché no ha muerto y vivirá eternamente.

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Ernesto Guevara, siempre Ché / Mildred Legrá Colón

Porque el sueño fue un buen sueño/ Como un muerto levantado con los vivos/
Vives, Che


El recuerdo del Che, inquieta. Imaginarlo, leerlo o conocer pasajes de su vida, sacude el alma y por alguna extraña razón, provoca poesía, cantos, resistencia, amor y una sobrecogedora nostalgia por su presencia

Sobre él se recuerdan muchas anécdotas, atesoradas unas sobre otras, que asoman en en la memoria, algunas conocidas, otras tal vez olvidadas en el impetuoso paso del tiempo.

No obstante esto, están ahí, como para seguirlas narrando de boca en boca, de generación en generación. Cuentan quienes lo conocieron que el Che era una persona recta y exigente, pero, también, bromista y alegre. Sus ocurrencias hacían reír y el mismo cuando las contaba, reía a carcajadas

Una vez un colega le preguntó al doctor en Economía, Orlando Borrego, el contador que un día el Che llamó a trabajar con él, de ¿Cómo vería hoy al Ché? _Lo vería estudiando y profundizando en la teoría, y analizando con cuidado la globalización y todas esas ideas retrogradas del neoliberalismo. Lo vería tratando de dar solución práctica a las extraordinarias carencias y dificultades que tenemos en Cuba, pero evitando hacer concesiones de principios en la conducción económica, que puedieran traer consecuencias desastrosas para nuestro proyecto revolucionario.

Pero el Che tiene en todo su andar aristas perdurables, como la ética. Algo esencial en el pensamiento revolucionario.

Borrego rememora encuentros. En esa época mientras algunos se deshacían en teorías sobre “ese enemigo sutil y tenebroso que es el burocratismo”, según la teoría del Che, a el lo que más le preocupaba era “la actitud burocrática de un funcionario, la insensibilidad de un individuo acomodado a un cargo que se aislaba del pueblo, dependía de forma enajenada de un mecanismo y se distanciaba de la solución real de los problemas”.

¿Tiene la historia alguna deuda con el Che?, inquirió el periodista. “Si no deuda, tiene cierto compromiso, un compromiso que implica acciones concretas de todas las personas sensatas y honestas del mundo para asumir lo más valioso de su legado histórico.

Al convertirse él mismo en paradigma del hombre nuevo por sus ideas y cualidades excepcionales. El Che representa un punto esencial en el progreso de la humanidad, en la búsqueda de una vida superior para los seres humanos”.

Con esa concepción nos guió mientras estuvo en Cuba. Con ese principio marchó hacia otras tierras del mundo a liberar pueblos. Su pensamiento es un legado a la actitud de originar los cambios imprescindibles para subsistir y mejorar un mundo de grandes conflictos. Ese era su sueño.

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