Me sacude las gónadas una duda existencial: ¿por qué entre la entusiasta feligresía y los fans que se solidarizaron con Norberto Rivera como si fuera Shakira, no hubo quien mostrara algún tipo de piedad para las víctimas de la pía voracidad pederasta apoltronada en la Iglesia católica?
Se comprende que el Cardenal requiera de su público para el apapacho ahora que los insidiosos lo acusan de proteger émulos de Succar Kuri, pero qué les costaba ver más allá del prestigio pisoteado de tan distinguido prócer cardenalicio, y evocar a quienes fueron beneficiados por las terapias del padre Maciel para el saludable desarrollo infantil, aunque sea de dientes para afuera.
Digo, están como Fox, que mientras habla de diálogo señala que de ser necesario no se va a tentar el corazón para aplacar a los renegados oaxaqueños. Y, seguro, hasta le va a pedir a Wildfrido Robledo que dirija el operativo con el mismo espíritu quirúrgico con el que entró en San Salvador Atenco. Está bien que la APPO ejercita estrategias un poco primitivas y su capacidad de sofisticación política es inexistente, pero la intención de tumbar a Ulises Ruiz puede considerarse hasta de buen gusto.
En ese sentido –ya se lo he dicho a don Fox pero ni me ve ni me oye—, tendría un mayor efecto para su necesidad de trascendencia histórica meter a los Bribiesca al bote, en vez de dejarle caer a los del appocalipsis now! todo el rigor gubernamental como si ellos le hubieran dictado los libros a Olga Wornat.
No es por nada, pero por muy profiláctico que pudiera ser el operativo oaxaqueño, lo menos que le van a gritar a Fox, ya en el colmo del eufemismo, será “!Re-re-represor!”. Algunos, los que le bolean las de montar y a quienes ya les anda por comer tlayudas y molito verde en la Vieja Antequera, así como los que están hartos de vivir emplantanados, le van a aplaudir; pero aquellos resentidos sociales que no saben valorar lo bueno, y todavía no se enteran de que el panismo está para defender la democracia pero no para ejercerla, y que no son mucho más que dos, me lo van a vilipendiar y arruinar su merecido descanso en el rancho San Cristóbal.
Tampoco es que nos espantemos de la violencia de Estado, digo, es parte de nuestro patrimonio nacional; pero sería una pena que, sólo por no heredarle broncas a Jelipillo y a su metrosexualizado equipo de transición, Fox sea recordado como el Díaz Ordaz blanquiazul.
¿Pero qué necesidad?, diría Juan Gabriel. Y mis gónadas.
Se comprende que el Cardenal requiera de su público para el apapacho ahora que los insidiosos lo acusan de proteger émulos de Succar Kuri, pero qué les costaba ver más allá del prestigio pisoteado de tan distinguido prócer cardenalicio, y evocar a quienes fueron beneficiados por las terapias del padre Maciel para el saludable desarrollo infantil, aunque sea de dientes para afuera.
Digo, están como Fox, que mientras habla de diálogo señala que de ser necesario no se va a tentar el corazón para aplacar a los renegados oaxaqueños. Y, seguro, hasta le va a pedir a Wildfrido Robledo que dirija el operativo con el mismo espíritu quirúrgico con el que entró en San Salvador Atenco. Está bien que la APPO ejercita estrategias un poco primitivas y su capacidad de sofisticación política es inexistente, pero la intención de tumbar a Ulises Ruiz puede considerarse hasta de buen gusto.
En ese sentido –ya se lo he dicho a don Fox pero ni me ve ni me oye—, tendría un mayor efecto para su necesidad de trascendencia histórica meter a los Bribiesca al bote, en vez de dejarle caer a los del appocalipsis now! todo el rigor gubernamental como si ellos le hubieran dictado los libros a Olga Wornat.
No es por nada, pero por muy profiláctico que pudiera ser el operativo oaxaqueño, lo menos que le van a gritar a Fox, ya en el colmo del eufemismo, será “!Re-re-represor!”. Algunos, los que le bolean las de montar y a quienes ya les anda por comer tlayudas y molito verde en la Vieja Antequera, así como los que están hartos de vivir emplantanados, le van a aplaudir; pero aquellos resentidos sociales que no saben valorar lo bueno, y todavía no se enteran de que el panismo está para defender la democracia pero no para ejercerla, y que no son mucho más que dos, me lo van a vilipendiar y arruinar su merecido descanso en el rancho San Cristóbal.
Tampoco es que nos espantemos de la violencia de Estado, digo, es parte de nuestro patrimonio nacional; pero sería una pena que, sólo por no heredarle broncas a Jelipillo y a su metrosexualizado equipo de transición, Fox sea recordado como el Díaz Ordaz blanquiazul.
¿Pero qué necesidad?, diría Juan Gabriel. Y mis gónadas.
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