jueves, octubre 05, 2006

a Capacidad de Gobernar en México

Texto:

En su informe al Club de Roma, Yehezkel Dror estaba poniéndo el dedo en la llaga sobre uno de los problemas mas serios a los que se enfrenta la humanidad en los albores del siglo XXI: la limitada capacidad de gobernar. Dror considera que la élite de gobernación se basa en paradigmas obsoletos, que carecen de una formación adecuada para entender las nuevas tecnologías y como estás afectan a sus ciudadanos, que tienen una capacidad reducida para lidiar con algunos de los temas globales y tal vez mas importante que constantemente toman decisiones que acarrean retos para los que no están lo suficientemente bien preparados.

Una de las decisiones que mas tensión esta provocando es la apertura económica y la globalización porque están sometiéndo a los países a una presión perversa donde una acelerada transformación tecnológica y comercial ha acentuado la vulnerabilidad de muchos países, porque los impactos se distribuyen inequitativamente. Algunas naciones resienten y absorven costos mas elevados mientras que otras, muy pocas, se benefician. Sin embargo nadie es inmune, los países industrializados que se consideraban exentos de los efectos negativos de la globalización, los están resintiéndo de la forma mas inesperada. Ni Europa, ni América pueden salvarse de los efectos de la miseria en el hemisfério sur que esta lanzando elevadas cantidades de migrantes desde el sur. El Mar Mediterráneo y el Río Bravo se han convertido en cementerios para inmigrantes. La explosión africana ya arribó en la forma de hambrunas, profundas crisis sociales y elevada inestabilidad política que esta impactando a las ex-potencias coloniales.

Para los países subordinados como México, estos cambios representan un reto y una oportunidad, porque pueden precipitar las condiciones en las cuales el manejo de la crisis facilite un cambio estructural profundo, que de ser bien utilizado, permita una reformulación de relaciones que lance a la nación hacia adelante. Pero de no ser así, el retroceso puede ser profundo y doloroso.

Los gobiernos reaccionaron ante presiones empresariales y aprobaron iniciativas gubernamentales cuyos efectos, se han disparado y acelerado por factores que se encuentran mas alla del control de los gobiernos nacionales, responden a necesidades ajenas a la problemática nacional y hasta son contrapuestas a esta.

La acelerada transformacion de relaciones económicas basadas en un nuevo paradigma esta precipitando una transformación en las élites político-económicas que ha rebasado a las instituciones políticas tradicionales, introduciéndo factores de inestabilidad e incertidumbre que provocan una fuerte turbulencia, aún en países como México que gozaban una relativa estabilidad. Hemos llegado a la paradoja donde las soluciones gubernamentales están creando problemas peores a los problemas originales. Un campesino mexicano resumió con sabiduría este cuadro al sentenciar: estabamos mejor cuando estabamos peor (sic).

La normalización de los sistemas electorales como factor democrático no ha producido un mejoramiento sustancial en la calidad de vida porque los gobiernos, sean del tinte que sean, están mas ocupados en actuar frente a la inestabilidad presente que en construir bases de evolución y desarrollo sostenido y sustentable. Los gobiernos han caído en su propia trampa, al concentrarse en manejos de crisis que producen una mínima popularidad, en lugar de embarcarse en proyectos de transformación profunda con ganancias sociales mas amplias aunque sus resultados se produzcan en el largo plazo. Los gobiernos tienen entonces que enfrentarse a la perdida de consenso y de credibilidad estimulandose tendencias autoritarias, apatía, resistencia social pacífica y violenta y hasta rebelión.

El gobierno mexicano sustenta su dominación y estabilidad en base al mito revolucionario, porque este generó un credo político que permitió la identificación societaria y una estructura política corporativa que sometía a la sociedad porque los líderes le eran leales a las instituciones y no a sus bases. Así se podía competir por el poder sin poner en riesgo a las instituciones que se erigían en la guía societaria bajo los valores de promoción de la justicia social y la paz política Con el tiempo, el pacto social armado a partir de una cultura política autoritaria y configurado bajo un marco corporativo, dejo de ser eficaz, la sociedad reclamaba espacios democráticos y las expresiones de oposición crecían. Ni siquiera la apertura de las instituciones gubernamentales a las minorías, como el congreso desde los 50s, fueron suficientes para ampliar la oferta democratizadora y la falta de habilidad para tratar con la disidencia que se negaba a ser cooptada, derivó en una escalada de represión-transgresión que hizo al país resentir conflictos laborales, campesinos. clase medieros, asesinatos políticos y hasta movimientos guerrilleros.

En lugar de movilizar al sistema político abriéndo canales de expresión a los nuevos actores, el gobierno se aferraba a la herencia de la revolución mexicana aún con una generación que solamente sabía de ella por los libros de historia y que había visto que los grandes beneficios de la misma se habían concentrado en las manos de unos cuantos privilegiados. La obsolesencia del paradigma revolucionario se ocultaba bajo la supuesta eficacia de un paradigma de articulación política hacia el Estado autoritario, sin prestar mayor atención a los grupos marginales que cada vez crecían mas hasta convertirse en masas para las que el sistema político solamente representaba imposición, corrupción, represión, desigualdad e injusticia. Ante este cuadro, pocas posibilidades había de lograr una reforma societaria y a lo mas que se llegaba era a reformas administrativas o electorales.

La sociedad mexicana no veía frente a si al liderazgo que podría construir un futuro distinto y promisorio, pero tampooco encontraba los espacios para actuar. El Estado omnipresente y un poder autoritario copaban todos los caminos. La planeación en lugar de diseñar un futuro distinto solamente se convirtió en una técnica de presupuestación y así México se veía atrapado por una élite de gobernación mas preocupada por mantenerse en el poder que por generar satisfactores societarios.

La entrada en pleno a las necesidades de la economía global exacerbó las disparidades económicas y sociales y continuo el deterioro educativo, desalud, valorativo, moral y por supuesto de la honestidad de la élite de gobernación. Paradojicamente, mientras mas se elevaba la calidad académica de la élite de gobernación mas se deterioraba la capacidad de gobernar. El liderazgo político ha optado por una búsqueda auto-gratificante que los vuelve vulnerables ante el halago, la lisonja y la corrupción, distorsionando su visión y misión. En parte su búsqueda de la trascendencia histórica los llevó a aprobar la entrada al GATT y a la aprobación del Tratado de Libre Comercio, sometiéndo a la sociedad mexicana a una presión desmedida, que llegaba bajo un sistema de por si presionado, al grado que el mismo año de la entrada en vigor del tratado estalló una revuelta indígena, cayeron asesinados dos líderes del partido en el poder incluído el candidato presidencial y la economía cayó en una crisis de grandes dimensiones. La élite de gobernación careció de habilidades para que sus decisiones se tradujeran en mejoramientos sustanciales para la población, mientras que esta se había cansado de las promesas agrandandose la discrepancia entre los objetivos de la élite de gobernación y las necesidades societarias.

En México las decisiones globales se sustentan en sufrimientos crecientes para las poblaciones locales y un incremento de las asimetrías económicas, sociales y políticas a nivel nacional e internacional. Hoy en día, pocos son los ciudadanos que pueden decir que viven mejor que la generación anterior, los salarios han perdido el valor adquisitivo de mas de una generación y muy pocos son los que honestamente esperan que la próxima generación viva mejor que ellos.

El otro lado de la paradoja es, que las metas económicas y los retos de la globalización ya se están encontrando con los retos electorales . México transita por el camino de la democratización, lo que pone en la palestra las necesidades legitimizadoras que muchas veces pueden sellar el destino de un gobierno, comprometer la vía democrática y los programas de beneficio societario.

Así hoy está en tela de juicio el abordaje convencional de los problemas cotidianos, el abordaje de las dificultades políticas y los retos del inmediatismo, que hacen que los gobiernos pierdan la visión de largo plazo y testaduramente continuan promoviéndo transformaciones globales en el plano internacional, aunque estas transformaciones agudizan las desigualdades y asimetrías nacionales y producen tensiones que ponen en entredicho los efectos que la decisión debió haber producido. Es conveniente aclarar que entre las metas de la globalización no esta el crear un mundo más armónico e igualitario en lo económico, social y político, sino como agilizar las actividades económicas, donde los actores principales muchas veces son los grandes conglomerados económicos que buscan el control monopólico del mercado y sin prestar atención a las consecuencias producidas por sus apetitos de riqueza.

La globalización ha modificado las alianzas políticas tradicionales y esta obligando al gobierno a modificar sus decisiones para complacer a intereses externos en detrimento de la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos.

La nueva dinámica global ha puesto en tela de juicio a la soberanía como la conociamos y ha limitado las posibilidades de intervención en el plano interno para corregir los efectos negativos que las transformaciones globalizadoras producen.

Si todas las sociedades tienen un cierto nivel de tensión, la coyuntura quese abre con el enfoque de convertir a las complejas interacciones sociales en una cuestión empresarial, lanza al conflicto a niveles inéditos que con mucha facilidad se vuelven inmanejables, porque los valores, las herramientas y las habilidades para manejar el conflicto del pasado son inadecuadas para manejar el conflicto presente aunque esto con frecuencia se maneja como ingobernabilidad.

Dror sostiene que hay una tendencia a achacarle la ingobernabilidad a la sociedad, como si esta buscara romper las reglas políticas de manera irresponsable, cuando que en realidad la falla reside en una inadecuada capacidad de gobernar. Los gobiernos en lugar de concentrarse en atender carencias no resueltas en sus sociedades, bajo el supuesto de que el mercado corrige los desequilibrios, voltean hacia los intereses oligopólicos, que están muy lejos de compartir las preocupaciones y prioridades nacionales. México no es la excepción La falta de ajustes adecuados y oportunos, podra acarrear enormes riesgos de degradación del medio ambiente, guerras, nuevas formas de barbarismo y deterioro en la convivencia societaria, por no hablar de mayores tensiones sociales. El gobierno mexicano ya se ve en la situación incómoda, que incluye la paulatina perdida del poder, y corre el peligro de inclinarse al autoritarismo perdiéndose las pocas ganancias que tan dolorosamente ha logrado México.

México lleva muchos años sumido en una larga crisis económica donde muchos de los indicadores sociales se deterioran: el nivel de escolarización se cae, reaparecen enfermedades ya desaparecidas, aumenta la delincuencia, la corrupción alcanza niveles insospechados y el gobierno pierde credibilidad. De esto son culpables la elite de gobernación y la elite económica que prefirió beneficiarse en lugar de solidarizarse con su pueblo.

Erroneamente y sin haberse desarrollado un debate nacional sobre el papel del Estado, se ha considerado que el centro del problema es su tamaño, lo que justificó la privatización de múltiples empresas paraestatales, sin reemplazar adecuadamente la función que cumplían. De esta manera se creó un vacío que el mercado ha sido incapaz de llenar.

La salida difícilmente podrá basarse en soluciones convencionales o incrementales en base al marco decisional tradicional. México no resolverá sus carencias o enfrentará los retos actuales y futuros sumando o restando respecto a las acciones que se desarrollaban en el pasado. Se requiere redefinir prioridades y reformar a la sociedad, a su representación social y política y hasta al Estado, mejorando sustancialmente la capacidad de gobernar, que incluye reeducar y entrenar a la élite de gobernación. Fuera de compromisos e identidades ideológicas y partidistas, los gobiernos deben mejorar su calidad y antes que nada, reformular sus prioridades teniéndo en el centro de atención el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

Ante los retos del futuro no se puede dar nada por sentado. Alcanzar el futuro va mucho mas allá del desarrollo de capacidades técnicas, aunque estas son muy necesarias. Contar con una masa crítica de expertos en técnicas de planeación, modelos matemáticos es irremplazable, aunque estos no pueden ocupar el lugar de las organizaciones societarias y de los políticos entrenados y sensibles a las exigencias sociales y políticas. La reforma societaria debe buscar un gobierno y una elite política responsables, sensibles, bien entrenados e inteligentes que eviten caer en las tentaciones del poder omnímodo. Esto que suena muy trivial no es tan fácil de lograr, aunque las capacidades creativas y buena voluntad seguramente podrán colaborar en mucho a este propósito.

El proceso de cambio mexicano no puede ser el resultado de la reflexión de una sola cabeza o en el mejor de los casos de un grupo de intelectuales o políticos. El cambio societario reclama la concurrencia de la sociedad en todas sus formas. A este propósito contribuye el libro La Capacidad de Gobernar en México.

Coincido con Sergio de la Peña en que México requiere embarcarse en el diseño de una nueva constitución, aunque esto no debe ser un fin por si mismo, sino un medio para motivar un debate nacional donde se arregolen las prioridades nacionales como base para el diseño del México del siglo XXI. Esto servirá para incentivar la construcción de un nuevo consenso tal y como lo sugiere Lorenzo Meyer y de paso sostendrá los esfuerzos para reconstruir la economía como bien sostiene Macario Schettino.

No hay la menor duda de que a lo largo del proceso de rediseño constitucional se provocará un nuevo acomodo de fuerzas políticas, donde seguramente surgirán nuevas fuerzas y las existentes tendrán que mostrar su viabilidad. Aunque visto optimistamente, también ayudara a depurar el tipo de político, pondrá las bases para entrenar a la nueva elite de gobernación, pero mas que nada, al estar basada en una amplia movilización popular abrirá los accesos de la sociedad al aparato de toma de decisiones forzando a la elite de gobernación a modificar su enfoque sobre la Razón de Estado, para poner por delante, como sugiere Dror, la Razón de Humanidad

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