viernes, agosto 25, 2006

Violación del Palacio Pablo Gomez escribe en milenio




El Palacio Legislativo de San Lázaro se encuentra ocupado por el Cuerpo de Guardias Presidenciales, parte del Ejército Mexicano que depende del Estado Mayor Presidencial, el cual depende a su vez de manera directa y personal del Presidente de la República.

Este hecho desusado se debe, seguramente, a la situación política que priva en el país en la víspera del último Informe de gobierno del presidente Vicente Fox. Sin embargo, no por ser el último informe está permitida la violación de la ley.

El Cuerpo de Guardias Presidenciales es una parte del Ejército, según la ley orgánica del mismo, que tiene por misión garantizar la seguridad del Presidente de la República, de su residencia y demás instalaciones conexas. Pero, ahora, está también resguardando el Palacio Legislativo de San Lázaro, el cual, hasta donde se sabe, no es residencia del Presidente de la República, sino sede de un poder diferente: el Legislativo.

Esta trasgresión de la ley consiste en asignar al Cuerpo de Guardias Presidenciales una función que la ley no le permite desempeñar. Pero lo más importante es que el recinto parlamentario se encuentra violado y que el presidente de la Cámara de Diputados está permitiendo tal violación. Primero, porque el presidente de la Cámara no solicitó la presencia de las tropas. Segundo, porque tales tropas no pueden estar bajo las órdenes del presidente de la Cámara sino —por mandato de la ley— del Presidente de la República. Tercero, porque las tropas no se identifican como tales, es decir, no portan uniforme militar reglamentario, insignias ni grados, como las leyes y tratados exigen.

Nadie puede negar que las guardias presidenciales deban acompañar al Presidente de la República en todas sus actividades, pero, hasta donde se sabe, el señor Fox no realiza ninguna en San Lázaro, y no irá a ese palacio antes del 1 de septiembre.

El “gobierno de la legalidad” no ha estado precisamente apegado a las leyes del país, pero ahora ha llegado a imponer al Poder Legislativo sus deseos, con la complicidad del presidente de la cámara, quien es un panista y, por tanto, recibe —según se puede observar— órdenes de Los Pinos. Contra todo esto luchaba el PAN hasta que ganó la Presidencia en el año 2000. ¿Dónde quedó el viejo discurso panista? Pues en ningún lado

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