E n 1988, después del fraude de Estado, Cuauhtémoc Cárdenas tomó la decisión adecuada desde el punto de vista del desarrollo democrático del país, al llamar a la formación de un partido que organizara el amplísimo movimiento ciudadano que se volcó a las urnas aquel 6 de julio para repudiar al partido de Estado y su política económica. Gracias a ese esfuerzo se pudo conquistar la democracia electoral que apenas estrenamos en 2000. (Es probable que sin la muerte de Manuel Clouthier en 1989, el logro de arrancar de manos del gobierno la organización del proceso electoral hubiese empeñado menos tiempo, y las alegres y oscuras concertacesiones electorales entre el PRI y el PAN habrían tenido serios obstáculos para realizarse).
En 2006, frente a la ausencia de certidumbre sobre los resultados de la elección presidencial, y frente al cúmulo de irregularidades fraudulentas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) también está haciendo lo correcto desde el punto de vista del desarrollo democrático del país: llamar a la resistencia civil pacífica y demandar el recuento de todos los votos en todas las casillas para otorgar transparencia a los hasta ahora inciertos resultados de la elección presidencial.
Como bien hizo en recordar mi paisano Enrique Galván Ochoa en el noticiario radiofónico De una a tres, en 1989 Manuel Clouthier formó un gobierno alternativo en cuyo gabinete Vicente Fox tuvo la responsabilidad de la Secretaría de Agricultura. Fue esa la manera que el político sinaloense encontró para poner al desnudo la ilegitimidad del presidente Carlos Salinas, y contó con Vicente Fox como uno de sus fervientes seguidores.
Pero cuando el olvido se convierte en cómplice de la falta de principios, la memoria se hace muy corta. Seguramente por eso, el PAN y el inefable vocero de la Presidencia de la República calificaron de "intentona subversiva" y de "fantasía", respectivamente, la posibilidad de que AMLO sea declarado presidente legítimo por la Convención Nacional Democrática del próximo 16 de septiembre.
Y con esa corta memoria han hecho un linchamiento público de la resistencia civil pacífica y de la convocatoria a la Convención Nacional Democrática. Algunos voceros de la derecha han argumentado que no estamos en 1988, porque hoy tenemos instituciones democráticas que en aquel entonces no existían. Lo que no dicen es que esas instituciones, como el IFE, a pesar de ser un órgano de Estado autónomo, dejaron atrás su imparcialidad para favorecer al candidato panista. Claro, con el buen auxilio de Elba Esther Gordillo.
Así que precisamente para que 2006 no sea 1988, es necesario hacer valer los principios constitucionales de "certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, y objetividad" como rectores de las elecciones. Si antes del 2 de julio la transición democrática se encontraba estancada, con un fallo del Tribunal que no resuelva la incertidumbre, esa transición quedará secuestrada. Habrá que rescatarla.
Nadie podría negar que la democracia necesita del fortalecimiento de la condición ciudadana. Una condición que se vería seriamente deteriorada en el caso de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califique como triunfador de la contienda presidencial a Felipe Calderón Hinojosa sin que previamente se hayan contado todos los votos de todas las casillas; es decir, sin otorgar la certidumbre necesaria al resultado electoral.
En tales circunstancias, la afectación a las instituciones democráticas del Estado sería muy grave y junto con ello la capacidad de desarrollar políticas para abatir la pobreza y la injusticia, para fortalecer la economía y la soberanía nacionales, y para hacer de México un país de leyes, por la sencilla razón de que todas esas políticas requieren de la fortaleza de un sujeto social: el ciudadano.
Sin la confianza del ciudadano hacia el Estado, la República se convierte en una gran simulación.
Pero ese deterioro ciudadano le tiene sin cuidado al presidente Fox, al PAN y a su candidato. Lo que sí les interesa es arribar al poder para seguir gobernando a favor de los intereses de unos cuantos; entre tanto, se ahondan los abismos sociales, y la economía sigue siendo una eficaz fábrica que cada día produce más pobres, mientras por otro lado en manos de muy pocos se acumulan riquezas opulentas.
En las manos del Tribunal Electoral está que el país no continúe a la deriva.
rosage@prodigy.net.mx
Consejera nacional emérita del PRD
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