martes, septiembre 26, 2006

OAXACA, REHÉN DEL PRI Y DEL PAN

ES MÁS QUE OBVIO. Las negociaciones no tan en lo oscurito que han establecido el PAN y el PRI para "legitimar" a Felipe Calderón mantienen secuestrada la gobernabilidad de Oaxaca, a ciencia y paciencia de las autoridades federales.

Lo que sucede hoy mismo en Oaxaca es el "triunfo" de la partidocracia no sólo sobre el gobierno, incluso sobre la democracia.

Una ficha por otra: Mantener a Ulises Ruiz cobrando como "gobernador", a cambio de no hacer olas –pues el fango los sepultaría— y reconocer el cuestionado "triunfo" calderonista en las elecciones federales apenas pasadas.

Un trueque político de fichas dispares.

¿O a poco vale lo mismo Ulises Ruiz que Felipe Calderón?

Este trueque, entonces, es venal, corrupto.

La recuperación del estatus legal oaxaqueño no es, no debe ser cuestión de un trueque político entre lo que queda del partido que equívocamente postuló a Roberto Madrazo y el que a duras penas reconoce en Felipe Calderón a su nuevo guía.

Corrupción ésta, sí, que distorsiona de modo radical el papel de las instituciones representativas, puesto que se convierten en una arena para el trueque político entre dos partidos.

Para los oaxaqueños la situación es insostenible. Y todo indica que así seguirá hasta por lo menos los primeros días de la siguiente administración federal, cuando el nuevo titular ya no requiera de los servicios de un priísmo cada vez más venido a menos.

Y es que, amén de toda suerte de calamidades que hoy se viven en la Vieja Antequera, es notable el desmantelamiento de la moral pública a manos de la "razón" de Estado.

Hay corrupción política en el caso Oaxaca pues no sólo se están violando las normas destinadas a proteger el interés general, sino en sustituir la lealtad jurídica y personal hacia la comunidad por la total identificación con el grupo y el vasallaje a los jefes. El estatal y el federal.

Por ello es que esta corrupción política generalizada –en Los Pinos, el palacete de Covián, en San Lázaro, en Xicoténcatl—conlleva a la desaparición de la cultura ciudadana y a la consolidación de pautas que oscilan entre el neocorporativismo y las mafias políticas.

Sobre los acontecimientos oaxaqueños, hasta hoy, no ha habido diálogo. Y entiéndase por este a un intercambio de argumentos, promesas y amenazas con pretensiones estratégicas, desarrollado por actores que exhiben equilibrios relativos de poder.

Hasta hoy, el secretario de Gobernación Carlos Abascal se ha concentrado en dinámicas de negociación sin discusión y bajo coerción. Negocia porque no le queda otra alternativa.

En la práctica, la negociación suele degenerar en trueque o en componendas, que es un nivel bajo de intercambio de promesas que no se van a cumplir.

¿Qué saben los priístas que mantienen chantajeados al PAN, a Los Pinos y a Gobernación?

¿Por qué sostener lo insostenible a costa de la tranquilidad y la estabilidad económica y social de Oaxaca?

¡Vaya trueque!

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