• Ulises Ruiz... ¡fuera ya!
• EU: siete días para elecciones, tic-tac
Alerta roja mi estimado, las alarmas suenan... y no precisamente por Halloween y el Día de Muertos. Es por demás admirable que los priistas, encabezados por su líder Emilio Gamboa, salgan ahora con la cínica novedad de que su mega lacra, Ulises Ruiz, debe cometer un acto de “conciencia” (look who´s talking) alrededor del exhorto, solicitud, urgencia y/o exigencia de pedir licencia, borrarse del mapa, separarse del cargo o darse su autorración de flit antes de que más sangre llegue al río oaxaqueño.
En Xicoténcatl por unanimidad y en San Lázaro (sin las lacritas tricolores de Gamboa) exhortaron que a Ruiz le llegó la hora cero, mientras éste regalaba al estupefacto respetable un fenomenal tour mediático escupiendo sus distintivas temeridades, perdón, faltas y aduciendo que, en primer lugar no se va, y en segundo, a la bola de legisladores hojaldras que andan pidiendo la estupidez de que debo renunciar al cargo (con todo y que 161 días no son suficiente prueba para demostrar que no gobierno... ni hablar de mi responsabilidad por la muerte de varios de mis paisanos) ahí les va una controversia constitucional ensalivada y mañosa ( ni hablar de improcedente) por andar de oficiosos e inquietos.
El tibio, oscuro, chantajista y cobarde rol del PRI ante la magnitud del enredo oaxaqueño y frente al arbitrario e ilegal comportamiento de su gobernador es botón vergonzoso de esa mercería tricolor que hace rato divaga entre escándalos involucrando a protectores de pederastas, corrupciones como las de Montiel y su defensor Peña Nieto y la guerra intestina por el control de sus migajas (financieras, of course), y que fue vapuleada en las urnas el pasado 2 de julio.
El PRI no entiende, que no entiende, la oportunidad histórica que está pasando en estos momentos de crisis e ingobernabilidad frente a sus narices.
Han hecho de la mediocridad y el oportunismo (aderezado de cinismo) su bandera... pero el tiempo y la vorágine de los delicados acontecimientos terminarán por poner a cada uno en su lugar.
Como si faltaran explosivos ingredientes al coctelito pacífico de fin de sexenio, la crisis de Oaxaca está muy cerca de desencadenar inéditos y peligrosos acontecimientos —ya no hablemos en diversas entidades del país... ahí viene Guerrero– sino en la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y algunos planteles del CCH. Cuidado.
La Universidad en Oaxaca ya tiene algunos incómodos huéspedes y un plan bastante bien estructurado para ponerle la dinamita al listón del conflicto.
Las primeras señales han sido enviadas y hay muchos traviesos esperando la oportunidad de saltar nuevamente al reflector y buscar no quién se las hizo, sino quién se las pague.
De suceder esto mi estimado, Oaxaca y su crisis pasarán a un segundo lugar en un pliego de muy divertidas peticiones ante un gobierno federal rebasado y con Felipe Calderón & his Gymboree esperando el putrefacto bocado que los indigestarán durante sus primeros meses en Los Pinos.
Súmele la evidente molestia de nuestros inquietos vecinos, donde George W. Bush enfrentará en siete días una complicada elección intermedia donde ya se politizó la guerra en Irak y en la cual el partido republicano está en altísimo riesgo de perder valiosas posiciones en ambas Cámaras, México lindo se pone para la foto.
La alerta de la embajada estadunidense encabezada por Tony Garza avisando del peligro de viajar a Oaxaca son, también, señales del descontento y preocupación en el manejo político, durante cinco meses, no sólo de Ruiz Ortiz sino de la administración de Vicente Fox... quien además en un grotesco discurso prozaico afirmó que Oaxaca recuperó la paz social y que pondrá en marcha (¿sus neuronas?) un agresivo programa de recuperación (¿con la PFP?) económica y de turismo.
El escenario nacional está listo para la detonación de un movimiento social envolviendo diversas causas —mucho ojo con aquellos sindicatos agraviados– que hicieron clímax en el largo y accidentado proceso electoral. Pretender y jugar al Tío Lolo no ayudará my friend, a desaparecer el axiomático descontento, la ebullición, el hartazgo, la frustración y la sed de violencia de un complejo mosaico de sectores desatendidos, y después brutalmente embestidos, por los intereses de una cúpula de miserables en el poder
• EU: siete días para elecciones, tic-tac
Alerta roja mi estimado, las alarmas suenan... y no precisamente por Halloween y el Día de Muertos. Es por demás admirable que los priistas, encabezados por su líder Emilio Gamboa, salgan ahora con la cínica novedad de que su mega lacra, Ulises Ruiz, debe cometer un acto de “conciencia” (look who´s talking) alrededor del exhorto, solicitud, urgencia y/o exigencia de pedir licencia, borrarse del mapa, separarse del cargo o darse su autorración de flit antes de que más sangre llegue al río oaxaqueño.
En Xicoténcatl por unanimidad y en San Lázaro (sin las lacritas tricolores de Gamboa) exhortaron que a Ruiz le llegó la hora cero, mientras éste regalaba al estupefacto respetable un fenomenal tour mediático escupiendo sus distintivas temeridades, perdón, faltas y aduciendo que, en primer lugar no se va, y en segundo, a la bola de legisladores hojaldras que andan pidiendo la estupidez de que debo renunciar al cargo (con todo y que 161 días no son suficiente prueba para demostrar que no gobierno... ni hablar de mi responsabilidad por la muerte de varios de mis paisanos) ahí les va una controversia constitucional ensalivada y mañosa ( ni hablar de improcedente) por andar de oficiosos e inquietos.
El tibio, oscuro, chantajista y cobarde rol del PRI ante la magnitud del enredo oaxaqueño y frente al arbitrario e ilegal comportamiento de su gobernador es botón vergonzoso de esa mercería tricolor que hace rato divaga entre escándalos involucrando a protectores de pederastas, corrupciones como las de Montiel y su defensor Peña Nieto y la guerra intestina por el control de sus migajas (financieras, of course), y que fue vapuleada en las urnas el pasado 2 de julio.
El PRI no entiende, que no entiende, la oportunidad histórica que está pasando en estos momentos de crisis e ingobernabilidad frente a sus narices.
Han hecho de la mediocridad y el oportunismo (aderezado de cinismo) su bandera... pero el tiempo y la vorágine de los delicados acontecimientos terminarán por poner a cada uno en su lugar.
Como si faltaran explosivos ingredientes al coctelito pacífico de fin de sexenio, la crisis de Oaxaca está muy cerca de desencadenar inéditos y peligrosos acontecimientos —ya no hablemos en diversas entidades del país... ahí viene Guerrero– sino en la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y algunos planteles del CCH. Cuidado.
La Universidad en Oaxaca ya tiene algunos incómodos huéspedes y un plan bastante bien estructurado para ponerle la dinamita al listón del conflicto.
Las primeras señales han sido enviadas y hay muchos traviesos esperando la oportunidad de saltar nuevamente al reflector y buscar no quién se las hizo, sino quién se las pague.
De suceder esto mi estimado, Oaxaca y su crisis pasarán a un segundo lugar en un pliego de muy divertidas peticiones ante un gobierno federal rebasado y con Felipe Calderón & his Gymboree esperando el putrefacto bocado que los indigestarán durante sus primeros meses en Los Pinos.
Súmele la evidente molestia de nuestros inquietos vecinos, donde George W. Bush enfrentará en siete días una complicada elección intermedia donde ya se politizó la guerra en Irak y en la cual el partido republicano está en altísimo riesgo de perder valiosas posiciones en ambas Cámaras, México lindo se pone para la foto.
La alerta de la embajada estadunidense encabezada por Tony Garza avisando del peligro de viajar a Oaxaca son, también, señales del descontento y preocupación en el manejo político, durante cinco meses, no sólo de Ruiz Ortiz sino de la administración de Vicente Fox... quien además en un grotesco discurso prozaico afirmó que Oaxaca recuperó la paz social y que pondrá en marcha (¿sus neuronas?) un agresivo programa de recuperación (¿con la PFP?) económica y de turismo.
El escenario nacional está listo para la detonación de un movimiento social envolviendo diversas causas —mucho ojo con aquellos sindicatos agraviados– que hicieron clímax en el largo y accidentado proceso electoral. Pretender y jugar al Tío Lolo no ayudará my friend, a desaparecer el axiomático descontento, la ebullición, el hartazgo, la frustración y la sed de violencia de un complejo mosaico de sectores desatendidos, y después brutalmente embestidos, por los intereses de una cúpula de miserables en el poder
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