martes, octubre 10, 2006

Más dinero al bolsillo foxista

Autor: Daniel Lizárraga
Fecha: 08-Oct-2006

Si el PAN sigue en el poder, es por el trabajo que inició con los Amigos de Fox, a quienes el presidente, en un cambio de personalidad, decidió tomar como chivos expiatorios después de que tanto le ayudaron, dice Lino Korrodi. Revela que él mismo consiguió que algunos de esos empresarios aportaran confidencialmente otros 60 millones de pesos para financiar al equipo de transición, que fueron a parar también al fideicomiso privado donde el gobierno de Ernesto Zedillo depositó, discrecionalmente, más de 24 millones de pesos. Ni el propio Korrodi puede detallar cuál fue el destino final de esa mezcla de recursos públicos y privados, pero calcula que sobraron unos 30 millones.


La historia financiera de los Amigos de Fox no concluyó cuando el guanajuatense fue declarado ganador de la elección en el año 2000, ya que un grupo de empresarios, que lo veían entonces como la esperanza del cambio, aportaron, con su identidad bajo resguardo, por lo menos otros 60 millones de pesos para que trabajara el equipo de transición.

Lino Korrodi –uno de los creadores de ese sistema de financiamiento– acepta por vez primera, en entrevista con Proceso, que fue él quien los convenció de hacer depósitos en una cuenta bancaria de Inbursa a nombre de Vicente Fox.

“La verdad es que hubo movimientos muy raros, muy extraños en esa cuenta. Me consta la entrada de una parte del dinero –yo lo conseguí–, pero no tengo mucha información y albergo dudas de cómo salía. Quizá pueda haber algo que investigar”, admite Korrodi en sus oficinas, las mismas donde Vicente Fox le había pedido conseguir más recursos para las tareas de transición.

De acuerdo con información oficial recopilada por este reportero durante casi dos años y que ahora Korrodi confirma, se trata del mismo fideicomiso privado en el que el gobierno de Ernesto Zedillo depositó, discrecionalmente, 24 millones 150 mil pesos provenientes de recursos públicos y cuyo destino permanece en el misterio, pues tanto la residencia oficial de Los Pinos como las secretarías de Hacienda y de la Función Pública se han negado a rendir cuentas, pese a que existe al respecto un ordenamiento del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (Proceso 1561).

Ante esta cerrazón oficial, el reportero buscó a Korrodi, quien fue uno de los principales operadores financieros de los Amigos de Fox y del equipo de transición en el año 2000.

“Lo que sí puedo decir, confirmar, es que de esa cuenta se pagaron sueldos y gastos, aunque algunas personas abusaron al meter en la nómina a gente balín y a sus amigos. Sinceramente, hubo mucho dinero que se gastó en superficialidades. Nunca se ejerció un control adecuado en ese fideicomiso. Quizá por eso la negativa a transparentar las cosas”, señala Korrodi.

En los documentos oficiales en poder de este semanario consta que, además de los recursos privados transferidos al fideicomiso, la Secretaría de Hacienda contrató por separado a 316 personas como si fueran sus empleados, pero que, en realidad, laboraron para el equipo de transición foxista, con un costo para el erario de 45 millones 264 mil pesos (Proceso 1501 y 1504).

De acuerdo con el testimonio de Lino Korrodi, el dinero público y privado que manejó Vicente Fox en esa etapa pudo llegar a los 129 millones 414 mil pesos, tan sólo para operar el equipo de transición en tres meses.



Las triangulaciones



“Quizá pudieron salir gastos sin sustento de ese fideicomiso, con repercusiones de cierto carácter, pues había mezclados recursos privados con recursos públicos”, dice Korrodi.

Durante la entrevista, efectuada el martes 3, este controvertido empresario prefirió mantener bajo reserva los nombres de los industriales que hicieron donativos extra para el equipo de transición foxista, toda vez que, dice, siempre actuaron de buena fe, sin sospechar que podían meterse en problemas ante la falta de control.

–¿Actuó usted legalmente? –se le inquiere.

–Claro. A mí me dijeron que había que conseguir lana para la transición, y lo que hice fue imaginar un mecanismo para traer el dinero. Había gente que, eufórica por el triunfo en las urnas, quería apoyar, pero no estaba dispuesta a que su nombre saliera, tarde o temprano, en alguna relación contable.

–¿Y qué pasó?

–Lo que hice entonces fue triangular. El dinero aparentemente se dio por una persona cualquiera cuyo nombre no llamara demasiado la atención, pero en realidad se trataba de recursos provenientes de empresarios. Es decir, los recibos salían a nombre de esa persona un tanto desconocida. Aunque también hubo algunos a los que eso no les importó, y los recibos del donativo se entregaron en sus manos, sin intermediarios.

–¿De cuánto dinero estamos hablando?

–A mí me consta lo que yo pude recaudar; unos 60 millones de pesos, más otros 25 que dio el gobierno de Zedillo, y no sé cuánto se habrá conseguido por otro lado.

–¿Quiénes más pudieron haber llevado más dinero?

–Habría que preguntar a Carlos Rojas si él también consiguió algo.

Carlos Rojas Magnon, íntimo amigo de Vicente Fox, coordinador financiero del equipo de transición y, más tarde, encargado de la administración en la residencia oficial de Los Pinos hasta que lo despidieron por el escándalo del Toallagate, juega un papel protagónico en esta historia.

En los últimos días del priato, la mañana del 24 de noviembre del año 2000, anunció que el dinero aportado por Hacienda para la recepción del gobierno zedillista (10.8 millones de pesos, según él) sería la base para constituir el Fondo Nacional de Becas.

Sin embargo, tras la insistencia de Proceso por conocer el destino del dinero, finalmente Hacienda, la Secretaría de Educación Pública y la propia Presidencia de la República reconocieron ante el comisionado del IFAI, Juan Pablo Guerrero, que nunca hubo transferencia de recursos públicos al Fondo Nacional de Becas. (Proceso 1561).

Interrogado sobre esto, Lino Korrodi asegura que apoyó siempre la idea de que el dinero sobrante de las donaciones empresariales y de los recursos públicos para la transición sirviera para ayudar a los estudiantes de bajos recursos económicos.

–¿Cuánto sobró?

–Unos 30 millones, quizá.

–¿Entonces, en qué se gastaron el dinero público?

–Sueldos, viáticos, no tengo una idea clara de cómo salió el dinero. El problema fue que se mezcló todo.

–¿Despilfarro?

–No se puede saber con precisión qué pasó.

–¿Quién controlaba eso?

–Es amiga mía, pero tampoco se acuerda bien. Al final cancelamos el fideicomiso.

–¿Vicente Fox controlaba ese dinero?

–¡No, hombre! ¡Él nada más pedía!

–¿Por qué dan dinero y no quieren aparecer esos empresarios?

–Hay de todo. Hay gente a la que no le interesa aparecer. A mí me tocó organizar reuniones de Fox en las cuales los empresarios pedían salir antes o llegar después para no ser vistos juntos. Es una conducta sui generis del empresariado mexicano.

–¿Estos intereses fueron los que ataron a Fox durante su sexenio?

–No creo. Los grupos con intereses en este país, que se hicieron millonarios en seis años, llegaron a Los Pinos cuando Vicente ya tenía colocada la banda presidencial.

“No me voy a dar baños de pureza, pero el empresario que estaba en la precampaña sabía que no tendría beneficios a cambio de las donaciones. Lo mismo con el equipo de transición. Insisto, quienes ganaron mediante jugosos contratos fueron contactados desde Los Pinos y entre algunos de los secretarios.”

–¿Alguna vez le planteó esto a Vicente Fox?

–Sí, pero se hacía el ensarapado.

–¿Cómo lo ve al final de su sexenio?

–Tiene que asumir su responsabilidad con la problemática que enfrenta el país. Tenía que consensuar para sentar las bases de la transición, no de la democracia –eso es verborrea–. Hoy México no es un país democrático; tenemos instituciones manipuladas por los intereses de grupo que lo abordaron.

El cambio… personal de Fox

–¿Reconoce usted ahora a Vicente Fox? –se pregunta a Korrodi.

–No –responde contundente–. Vicente fue cambiando en sus valores humanos, como persona. Esa personalidad a la que el 2 de julio la gente le pidió no fallarle, desapareció. Todo eso que le encomiamos en la campaña se fue, ni sus luces quedaron.

–¿Cómo está ahora?

–Rodeado de muchos compromisos y atado. Eso no fue nada bueno para el país. Esa manera de asumirse como pareja presidencial no funcionó.

–¿Pero no son los mismos intereses que se manejaron desde la campaña?

–No, insisto en que los negativos llegaron después.

–¿Qué le diría ahora a la gente que creyó en el voto útil?

–Les pido perdón. No sé en cuántas generaciones más se vaya a tener un cambio.

–¿Se siente dolido porque la PGR alentó investigaciones contra los Amigos de Fox?

–Quizá, pero al final de este sexenio las cosas poco cambiaron.

–¿Cómo vio a Fox en el reciente proceso electoral?

–Los mexicanos le recriminamos que no se comporte como él lo pedía cuando era candidato. Desde que se inició en la política, una de sus consignas era contar con unas elecciones limpias, claras, transparentes; que los mexicanos decidieran.

–¿Se podía usted imaginar que al final, Fox quedara cuestionado por el Tribunal Electoral debido a su insistente intervención en el proceso?

–No, y creo que ver eso ha sido de lo más triste.

–¿En qué momento se dio ese quiebre entre el Fox que usted conoció y el de hoy?

–A finales de 2002 lo vi muy metido con esos intereses. No hacía caso a quienes decíamos que dormía con el enemigo. Yo me reunía con él cada semana en una de las cabañas de Los Pinos para analizar el caso de los Amigos de Fox, y por ahí empecé a notar que ya no quería escuchar otras opiniones.

–¿En qué momento fue? ¿Puede precisarlo?

–Cuando le propuse asumir que la denuncia penal contra los Amigos de Fox por parte de la PGR no procedía, además de que no había por qué irse sobre la gente que lo apoyó cuando en realidad era un problema del PAN.

“Pero me dio la impresión de que alguien lo había convencido –no sé si el procurador Macedo de la Concha o algún otro grupo– de agarrar como chivos expiatorios a algunos de los Amigos de Fox.”

–¿Le pagaron como precandidato? ¿Por qué?

–No queríamos que anduviera preocupado por el dinero. Necesitábamos toda su energía en la campaña y por eso le empezamos a pagar un sueldo a partir de que dejó el gobierno de Guanajuato.

–¿De cuánto?

–No lo recuerdo, pero creo que él y otros pelafustanes como Ramón Muñoz y Santiago Creel, si tuvieran un poquito de dignidad, deberían pedir perdón a los Amigos de Fox porque dañaron a gente inocente, que nada tuvo que ver con la precampaña.

–¿A los mismos que lo siguieron apoyando con dinero en el equipo de transición?

–Yo hice mal en invitar a tantas personas. Les pido perdón, pues luego los persiguieron. Algunos se fueron de México para que no los molestaran. Hubo persecución periodística y judicial.

–¿A quiénes se refiere?

–A Carlota Robinson, que era una persona de toda mi confianza, con la que trabajé muchos años. También perjudicaron a su hermana y a algunas familias que no quiero mencionar. Los utilizaron.

–¿Los traicionó, Vicente Fox?

–Que la gente lo juzgue. Que revisen las denuncias. Si el PAN sigue en el poder es por algo, por el trabajo que inició con los Amigos de Fox. Ojalá Felipe Calderón no se deje engañar –van a sobrarle lambiscones–, y que no le dé oportunidad a unos malandros como Ramón Muñoz y Santiago Creel.

–¿Quiere decir que los Amigos de Fox fueron los primeros chivos expiatorios?

–Los primeros y los únicos. A los Amigos de Fox los persiguieron a pesar de su apoyo incondicional.

–¿Aún queda algo abierto en su contra?

–Algunos asuntos fiscales. He pagado una cantidad impresionante de dinero.

–¿Cuánto?

–Entre honorarios de abogados e impuestos, alrededor de 60 millones de pesos. Al principio los otros empresarios me apoyaron, pero al final, con toda razón, me empezaron a cerrar la puerta.

–¿Por qué paga sólo usted?

–Fue dinero que pasó por mis empresas. Lo lamento. Ojalá el presidente tuviera un poquito de carácter para decir quién estuvo alimentando las denuncias. Ahora, dejar correr estas acusaciones dentro del próximo gobierno ya se me hace muy criminal y perverso

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