martes, octubre 10, 2006

Calderón ante el Yunque

Álvaro delgado

México, D.F., 9 de octubre (apro).- La mansión donde despacha Felipe Calderón amaneció hoy, lunes 9 de octubre, convertida en una gigantesca jaula: Altas rejas de acero rodean el inmueble, de por sí custodiado por tropa del Estado Mayor Presidencial (EMP), la Policía Federal Preventiva (PFP) y personal de seguridad privada, que sólo allana el paso a quien está debidamente autorizado.

Pero si este hermético dispositivo de seguridad es emblemático de lo que será su gestión, y que obedece a la ausencia de legitimidad que concita repudio en formaciones partidistas y ciudadanas, Calderón enfrenta problemas gigantescos derivados del patrocinio que recibió en su campaña y aun de su propio partido.

Uno de esos problemas se llama El Yunque, la mafia clandestina de extrema derecha que controla al Partido Acción Nacional (PAN), que se propone seguir ejerciendo un poder que nadie le ha conferido y cuyas jefaturas imparten, desde las sombras, instrucciones que deben acatar sus miles de militantes.

Proceso publica en el número que está en circulación (1562) una amplia entrevista con Luis Paredes Moctezuma, exalcalde panista de Puebla capital y militante de El Yunque durante más de tres décadas, quien, además, entregó al reportero copia de un libro que planea publicar y que acredita la extendida penetración de esa organización secreta en la vida política, social, productiva, religiosa y educativa de México.

“El Yunque es un asunto de seguridad nacional”, afirma Paredes --cuyo seudónimo en esa organización es Enrique Cid--, quien advierte de manera pública los riesgos que para México implica la vigencia de ese entramado ideológico y político, entre ellos que Calderón se vea obligado a ceder, como lo hizo Fox, importantes posiciones de poder, ya de por sí sustantivo en las dos cámaras del Congreso federal.

Las revelaciones y valoraciones de Paredes, que por supuesto obedecen a una estrategia política por su expulsión de El Yunque y a la confrontación que sostiene con quienes controlan el PAN en Puebla y a nivel nacional --asociados con el gobernador priista Mario Marín, amigo de Manuel Espino--, constituyen un asunto de inobjetable interés público, que sólo conductas abúlicas, mezquinas e interesadas pretenderían minimizar.

El Yunque es, en efecto, un asunto sustantivo en la vida actual y futura del país, como lo fue en el pasado, cuando esta organización participó públicamente a través de membretes ya desparecidos, como el Frente Universitario Anticomunista (FUA), el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO) y Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC), y cuyos integrantes hoy ostentan prominentes cargos y toman decisiones que tienen repercusiones, en cualquier sentido, en la vida de los ciudadanos.

El Yunque, como aquí se ha escrito en otras ocasiones, no es un mito ni es un mote. Tampoco es una leyenda como la del “Chupacabras” o “La Llorona”, como alguna vez el propio Paredes y otros militantes de esa organización secreta trataron de minimizar. Ni es un grupito de fanáticos trasnochados, como los que siguen a Jorge Serrano Limón.

El Yunque es una fuerza que hoy controla a la primera fuerza política del país, que representa el gobierno invisible en la administración de Fox y que integra gobiernos estatales y municipales, así como en organismos filopanistas de todos los ámbitos.

Más allá de la controvertida figura de Paredes, quien en Puebla tiene una controvertida trayectoria como mando en el FUA y como militante del PAN, El Yunque acecha a quien fue investido como ganador de la elección presidencial y cuya postura al respecto es de primera importancia para que los mexicanos sepan a qué atenerse en la orientación de las políticas públicas.

Calderón no es, en efecto, militante de esta organización secreta, pero muchas veces ha actuando como si lo fuera --la campaña fascista del miedo y la subordinación de los grandes intereses son ejemplos de ello--, y tiene como colaboradores a personajes que han militado, como su flamante secretario particular, César Nava y su coordinador financiero en el norte del país, Enrique Terrazas, quien pagó los promocionales para comparar a Andrés Manuel López Obrador con Hugo Chávez.

Independientemente, insisto, de que Paredes Moctezuma está haciendo su juego político al romper el juramento de secreto al que obliga la organización, tiene razón, entre otras cosas, en una, de suyo sustantiva: Llamar a los intelectuales y analistas “serios” a profundizar la influencia de El Yunque en la vida del México actual.

No es un debate que parte de cero ni es un tema virgen: Dos libros, El Yunque, la ultraderecha en el poder y El Ejército de Dios, de este reportero, han informado más ampliamente de lo que Paredes afirma y son inminentes otras revelaciones al respecto.

“El Yunque debe entrar a la agenda nacional. No sólo es necesario, sino urgente”, afirma Paredes, y tiene razón.

Si Calderón ratifica su pacto con El Yunque, como lo hizo en la campaña y se evade, lo fundamental es que sea la sociedad la que tenga una postura firme al respecto, porque, en efecto, es un asunto de seguridad nacional.

Apuntes

¿Tiene interés Calderón en deslindarse de El Yunque? No se ve. Una muestra de ello es la serie de entrevistas que ha tenido con el ultraderechista Asdrúbal Aguiar (sic), uno de los opositores del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Pero el dato fundamental es quién acercó a Aguiar con Calderón: Fue Guillermo Velasco Arzac, ni más ni menos que el jefe nacional operativo de El Yunque, con la anuencia del jefe general de la organización, Bernardo Ardavín Migoni.

Velasco Arzac, “Jenofonte”, encabeza un nuevo membrete engañabobos: “Mejor sociedad, mejor gobierno”…

El domingo hay elecciones en Tabasco para renovar la gubernatura, Congreso local y ayuntamientos. Tan marginal es la fuerza del PAN, que sólo se destaca por dos hechos: Postuló a la presidencia de Cárdenas a Carlos Alberto Wilson, primer alcalde perredista de ese municipio, y reprodujo la campaña del miedo en una tormenta de promocionales en la televisión, para favorecer al PRI, con la afirmación de que el perredista César Raúl Ojeda Zubieta es un “peligro” para Tabasco…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

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