martes, octubre 10, 2006

Los rentables amarres del PRI

Jesús Cantú

Con el número más bajo de legisladores en su historia y reducido a la tercera fuerza política en los comicios del pasado 2 de julio, el PRI comienza a recuperar en el Congreso de la Unión el poder que no tenía desde el 1 de septiembre de 1997, cuando perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

En aquella ocasión, la mayoría opositora, conformada por los grupos parlamentarios del PAN, PRD, PVEM y PT, le arrebató a los priistas la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para que Porfirio Muñoz Ledo, entonces coordinador de la bancada perredista, respondiera el tercer informe de gobierno del presidente Ernesto Zedillo.

El PRI también perdió el control de las principales comisiones, incluidas la de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública, al frente de la cual quedó el perredista Ricardo García Sáinz, y la de Gobernación, que encabezó el panista Santiago Creel.

Para 2000, la historia fue similar en el Senado: el PRI presidió 22 comisiones, el PAN sólo 16, el PRD se quedó con seis y el PVEM con dos. Sin embargo, el blanquiazul logró la presidencia de algunas de las comisiones más importantes, como las de Hacienda, Energía, Gobernación, Relaciones Exteriores, y Comunicaciones y Transportes. En particular, esta última fue clave para sacar adelante la llamada Ley Televisa, en marzo pasado.

En la Cámara de Diputados, el PRI acaparó la presidencia de 17 comisiones; el PAN alcanzó 16, el PRD cuatro, el PVEM dos, y el PT sólo una. Los priistas se quedaron con la presidencia de las comisiones de Hacienda y Crédito Público, así como la de Puntos Constitucionales, pero el PAN arrebató las de Presupuesto y Cuenta Pública, Gobernación, y la de Radio, Televisión y Cinematografía.

En 2003, después de la debacle panista en las elecciones intermedias, el PRI pudo recuperar la presidencia de dos comisiones en la Cámara de Diputados y llegó a 19, el PAN obtuvo 12, PRD ocho, el PVEM dos, mientras que el PT y Convergencia sólo una. Los panistas se quedaron con las presidencias de Hacienda y Crédito Público, Energía y Economía, mientras que los priistas recuperaron la de Presupuesto y Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación.



Derrota con sabor a triunfo



En 2006, los priistas perdieron 95 diputados, mientras que los panistas ganaron 58 y los perredistas 30. Sin embargo, estos movimientos se tradujeron en sólo tres de las cinco presidencias de comisiones que correspondían al PAN, debido a que el partido cedió dos a los priistas como pago por su apoyo para no entregar al PRD la presidencia de la Cámara de Diputados.

Tres comisiones más fueron para los perredistas, para un total de 11, con respecto a la LIX Legislatura, y otras tantas para los del PRI, dos más de las que en rigor les correspondían. Así, los dos institutos políticos –PAN y PRI– amarraron las presidencias de las principales comisiones económicas.

En esta ocasión, la disputa se centró en la presidencia de cuatro comisiones económicas: Presupuesto y Cuenta Pública; Hacienda y Crédito Público; Economía, y Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación.

El presidente electo, Felipe Calderón, dio instrucciones a su coordinador parlamentario, Héctor Larios, para que conservara las presidencias de Presupuesto y de Energía. Los legisladores priistas lucharon por quedarse con la comisión de Hacienda y Crédito Público, que también era reclamada por el PRD, como segunda fuerza. El bloque PAN-PRI les cedió la de Vigilancia, que perdió importancia a partir de la creación del Órgano Superior de Fiscalización.

Pero los priistas no se conformaron con la presidencia de la segunda comisión más importante en materia económica, sino que también aseguraron presidencias importantes en las comisiones políticas. Entre éstas destacan la de Justicia, la de Desarrollo Social y la Jurisdiccional, especialmente por si se tiene que iniciar algún procedimiento en contra del gobernador poblano Mario Marín.

En el Senado la disputa no fue tan evidente, pero el PRI mostró habilidad para negociar la presidencia de tres comisiones clave: Gobernación, especialmente por el conflicto de Oaxaca; Puntos Constitucionales y Energía, que le permitirá influir en los asuntos que se tratarán en la Cámara alta en estas materias, donde seguramente se discutirán iniciativas trascendentales. Los panistas se vieron compensados con la presidencia de la Comisión de Hacienda, al frente de la cual quedó Gustavo Enrique Madero, quien tiene experiencia en este asunto, pues presidió la comisión análoga en la Cámara de Diputados durante la pasada legislatura.

Así, los panistas aseguraron las presidencias de comisiones vitales para el manejo económico: la de Presupuesto, en la de Diputados, única que aprueba el gasto público, pues el Senado no tiene injerencia en la materia; y la de Hacienda, en la Cámara alta, que se encarga de autorizar los ingresos.

Los priistas amarraron las dos comisiones políticas que les permitirán proteger a sus gobernadores (Gobernación, en el Senado, y Jurisdiccional, en la Cámara de Diputados); dos económicas estratégicas (Hacienda, en la de Diputados; Energía, en el Senado); además, controlan una comisión social estratégica, que les permitirá incidir en el gasto público: la de Desarrollo Social, en la Cámara de Diputados.

Por si esto fuera poco, mientras los priistas encomendaron estas presidencias a políticos de mucha experiencia, los panistas enviaron a las comisiones más importantes a legisladores con poca o nula trayectoria.



Cuadros expertos



El político menos experimentado del PRI es Jorge Estefan, exsecretario de Desarrollo Social en el gobierno de Puebla, quien preside la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. En contraste, destaca el amplio historial de Arely Madrid, encargada de la Comisión Jurisdiccional en la Cámara baja, quien ha sido senadora, diputada en tres ocasiones y secretaria general de gobierno en Chiapas. En Desarrollo Social se encuentra el avezado político Héctor Hugo Olivares, y en Justicia, César Camacho, exgobernador del Estado de México y exsenador.

En el Senado, en la presidencia de la Comisión de Gobernación (que la próxima semana empieza a discutir la desaparición de poderes en Oaxaca), el PRI colocó al exgobernador de Hidalgo Jesús Murillo Karam, y en la de Energía, que será fundamental para la reforma energética que seguramente presentará el gobierno de Calderón, al exgobernador de Sinaloa y excandidato a la Presidencia, Francisco Labastida Ochoa.

Como contrapartida, en las presidencias de las comisiones panistas el único que cuenta con experiencia en el ramo es Gustavo Enrique Madero, pues para el resto de los legisladores ésta es su primera incursión en política o tienen muy poco conocimiento de la materia; por ejemplo, Raúl Padilla, que quedó al frente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados y fue presidente de la Concanaco, vive su primera experiencia política, lo mismo que Adriana Rodríguez, en la comisión de Economía, quien proviene de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias, sólo que ella a nivel local en León, Guanajuato. La Comisión de Energía en la Cámara de Diputados es presidida por David Maldonado González, de la estructura panista de Baja California, pero cuya única experiencia en el ramo es haber sido durante dos años supervisor divisional del Programa de Ahorro de Energía de la Comisión Federal de Electricidad.

De esta manera, el PRI aprovecha la debilidad del PAN y la beligerancia del PRD para posicionarse en el control político del Congreso (la presidencia de la Mesa Directiva del Senado y la de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados).

También detenta la presidencia de las comisiones estratégicas en ambas cámaras (Hacienda, Desarrollo Social, Justicia y Jurisdiccional en la de Diputados; y las de Gobernación y Energía en el Senado). De esta manera, logra injerencia en la política económica y social y está en condiciones de brindar protección a sus gobernadores más vulnerables: Ulises Ruiz en Oaxaca y Mario Marín en Puebla.

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