josé gil olmos
México, D.F., 4 de octubre (apro).- El 14 de mayo, en plena recta de la elección presidencial, dio inicio en Oaxaca el conflicto que resume lo que ha sido Vicente Fox: incapaz e ineficiente para gobernar, miope para entender la compleja realidad social.
El proceso de lo que está ocurriendo en Oaxaca es muy parecido al de Atenco.
En el municipio mexiquense, una parte importante del conflicto fue generado por la incapacidad del entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, de negociar con los campesinos la construcción del aeropuerto. El ahora senador dejó crecer la bola en Atenco hasta que fue imposible pararla, porque ya estaban metidos grupos estudiantiles, campesinos, de derechos humanos y hasta guerrilleros (EZLN y EPR).
La incapacidad e ineficiencia del equipo foxista para entender el reclamo histórico de los campesinos de defender su tierra, fue la punta de la madeja que se construyó en Atenco, hasta que mandaron a reprimir el movimiento el 3 de mayo, una semana antes que iniciara el conflicto oaxaqueño.
El camino que ha seguido el conflicto oaxaqueño lleva los mismos pasos de Atenco. En principio era un problema salarial de los maestros, que se viene arrastrando desde hace más de 20 años. No se atendió a tiempo por el gobierno de Fox porque en ese momento sirvió muy bien para anular el trabajo electoral que sabe hacer muy bien Ulises Ruiz en favor de su amigo Roberto Madrazo.
Con el tiempo, a la demanda magisterial se le fueron juntando otros reclamos de más grupos sociales que pasaron a integrar la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), hasta llegar a la exigencia política de pedir la salida del gobernador priista Ulises Ruiz, un gobernante acusado de perverso, déspota y corrupto.
Aunque los grupos insurgentes no se han hecho presentes sino a través de comunicados, Oaxaca es una tierra donde las agrupaciones armadas se han formado desde hace más de 30 años. Ahí era una de las bases del PROCUP y luego del EPR.
La APPO es muy similar al Movimiento en Defensa de la Tierra que se formó en Atenco. Buscan cambios políticos y de gobierno, están bien organizados y tienen una amplia aceptación entre los sectores marginados del país.
La diferencia entre ambos es que la APPO ya está preparada para cualquier intento de represión y está dispuesta al enfrentamiento con las fuerzas policiales y castrenses que han empezado a asomarse en una esquina del conflicto.
La llegada de los marinos armados a Oaxaca llama la atención porque, al parecer, la Secretaría de la Defensa no está dispuesta a mandar a los soldados, ni que se meta la Policía Federal Preventiva (compuesta en su mayoría por expolicías militares), si no es con una petición escrita del presidente Fox, responsabilizándose de lo que pueda ocurrir.
Llama también la atención porque la presencia de los militares fuertemente armados contradice las declaraciones del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, quien en la Cámara de Diputados declaró que “por Dios” no habría represión en Oaxaca. Sin embargo, implícitamente aceptó que la habría, aunque podría ser selectiva, buscando detener a los cabecillas del movimiento de la APPO.
Como en Atenco, el gobierno foxista se equivoca en Oaxaca. No es verdad que si se acepta la remoción de Ulises Ruiz se mande el mensaje de que lo mismo podría ocurrirle al panista Felipe Calderón en el futuro.
El único mensaje que están dando es que hay debilidad en el ejercicio de gobierno, esto es, que no hay capacidad en la negociación política, que no se entiende que la represión únicamente va a generar que se encienda la mecha de nuevos conflictos sociales y que ésta será la única herencia real que Fox dejará a Calderón.
Este sería el precio de dejar a Ulises Ruiz y de mantener las negaciones futuras con el grupo duro del PRI para aprobar las reformas energética, hacendaria y laboral. Precio que obviamente le cobrarían a Calderón Hinojosa.
El proceso de lo que está ocurriendo en Oaxaca es muy parecido al de Atenco.
En el municipio mexiquense, una parte importante del conflicto fue generado por la incapacidad del entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, de negociar con los campesinos la construcción del aeropuerto. El ahora senador dejó crecer la bola en Atenco hasta que fue imposible pararla, porque ya estaban metidos grupos estudiantiles, campesinos, de derechos humanos y hasta guerrilleros (EZLN y EPR).
La incapacidad e ineficiencia del equipo foxista para entender el reclamo histórico de los campesinos de defender su tierra, fue la punta de la madeja que se construyó en Atenco, hasta que mandaron a reprimir el movimiento el 3 de mayo, una semana antes que iniciara el conflicto oaxaqueño.
El camino que ha seguido el conflicto oaxaqueño lleva los mismos pasos de Atenco. En principio era un problema salarial de los maestros, que se viene arrastrando desde hace más de 20 años. No se atendió a tiempo por el gobierno de Fox porque en ese momento sirvió muy bien para anular el trabajo electoral que sabe hacer muy bien Ulises Ruiz en favor de su amigo Roberto Madrazo.
Con el tiempo, a la demanda magisterial se le fueron juntando otros reclamos de más grupos sociales que pasaron a integrar la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), hasta llegar a la exigencia política de pedir la salida del gobernador priista Ulises Ruiz, un gobernante acusado de perverso, déspota y corrupto.
Aunque los grupos insurgentes no se han hecho presentes sino a través de comunicados, Oaxaca es una tierra donde las agrupaciones armadas se han formado desde hace más de 30 años. Ahí era una de las bases del PROCUP y luego del EPR.
La APPO es muy similar al Movimiento en Defensa de la Tierra que se formó en Atenco. Buscan cambios políticos y de gobierno, están bien organizados y tienen una amplia aceptación entre los sectores marginados del país.
La diferencia entre ambos es que la APPO ya está preparada para cualquier intento de represión y está dispuesta al enfrentamiento con las fuerzas policiales y castrenses que han empezado a asomarse en una esquina del conflicto.
La llegada de los marinos armados a Oaxaca llama la atención porque, al parecer, la Secretaría de la Defensa no está dispuesta a mandar a los soldados, ni que se meta la Policía Federal Preventiva (compuesta en su mayoría por expolicías militares), si no es con una petición escrita del presidente Fox, responsabilizándose de lo que pueda ocurrir.
Llama también la atención porque la presencia de los militares fuertemente armados contradice las declaraciones del secretario de Gobernación, Carlos Abascal, quien en la Cámara de Diputados declaró que “por Dios” no habría represión en Oaxaca. Sin embargo, implícitamente aceptó que la habría, aunque podría ser selectiva, buscando detener a los cabecillas del movimiento de la APPO.
Como en Atenco, el gobierno foxista se equivoca en Oaxaca. No es verdad que si se acepta la remoción de Ulises Ruiz se mande el mensaje de que lo mismo podría ocurrirle al panista Felipe Calderón en el futuro.
El único mensaje que están dando es que hay debilidad en el ejercicio de gobierno, esto es, que no hay capacidad en la negociación política, que no se entiende que la represión únicamente va a generar que se encienda la mecha de nuevos conflictos sociales y que ésta será la única herencia real que Fox dejará a Calderón.
Este sería el precio de dejar a Ulises Ruiz y de mantener las negaciones futuras con el grupo duro del PRI para aprobar las reformas energética, hacendaria y laboral. Precio que obviamente le cobrarían a Calderón Hinojosa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario