jenaro villamil
México, D.F., 17 de octubre (apro).- Marta Sahagún ha sido la figura pública que más ha ostentado su condición privada de esposa para hacer política y ejercer un poder sin contrapesos. Su demanda por “daño moral” contra la periodista Olga Wornat y contra el semanario Proceso ha ratificado, paso por paso, el uso y abuso de su situación marital para transformar el litigio en una plataforma mediática y en una penosa demostración del grave retroceso a la libertad de expresión que se ha registrado en este sexenio.
La nueva demostración de estos usos y abusos tiene como epicentro el reciente fallo del juez duodécimo de lo Civil en el Distrito Federal, Carlos Miguel Jiménez Mora, quien ratificó el pasado viernes 13 de octubre su veredicto contra la autora de Crónicas Malditas y contra el semanario que publicó el reportaje “Historia de una anulación sospechosa” que provocó la airada –aunque tardía-- reacción de la esposa del presidente de la República. Sahagún decidió presentar la demanda el 2 de mayo de 2005, tres meses después de que el reportaje se publicara.
El fallo del juez no contiene ninguna novedad. Mantiene la condena emitida a finales de abril de 2006: Obliga a los sentenciados a pagarle a la esposa de Fox un millón 958 mil pesos “por concepto de indemnización por daño moral” y acusa a Proceso de “co-culpabilidad por existir una concertación” para violar la intimidad de Sahagún.
Esta resolución es apelable en segunda instancia y es muy probable que el litigio llegue hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los magistrados del máximo tribunal tendrán que determinar si la señora Sahagún de Fox, tan proclive a ventilar su intimidad desde los besos posados con el presidente en plazas nada íntimas como la de San Pedro, en el Vaticano, y la de sus hijos –de quienes no ha dudado en discurrir ante la televisión sobre sus adicciones– tiene o no razón en su alegato.
Lo que resulta grotesco es la campaña mediática emprendida desde Los Pinos para presentar este fallo como una “victoria jurídica” de Marta Sahagún. Este martes, los principales noticiarios de medios electrónicos difundieron las siguientes declaraciones de la esposa de Fox:
“Por supuesto que estoy contenta, por supuesto que cualquier hombre o mujer estaría contento, haber primero hecho valer su derecho, en este caso, mi derecho a la intimidad, en el haber ido y recurrido (sic) a las instituciones correspondientes… No se pueden venir a meter así como así con la intimidad, no pueden calumniar y mentir, simplemente porque les da la gana, eso no puede volver a suceder en México.”
Como todas las operaciones mediáticas que hemos padecido durante los seis años de “pareja presidencial” esta nueva campaña pretende presentar a la señora Sahagún como una víctima que emerge triunfadora, sin contextualizar, sin contrastar con la opinión de los otros implicados y sin aclarar que apenas es una parte de un litigio jurídico que ha durado más de lo que pretendía la esposa del presidente.
Esta campaña pretende ocultar su papel de verdugo y persecutora no sólo de periodistas y de medios impresos que han documentado sus excesos de poder y su ostentoso tráfico de influencias a favor de sus hijos y hermanos. Evade que fue la señora Sahagún quien también tuvo el buen tino de amenazar a los diputados Martha Lucía “Malú” Micher y Jesús González Schmall, quienes encabezaron las comisiones legislativas encargadas de investigar las denuncias por malos manejos en contra de ella y su familia.
En el fondo, el litigio no es por el derecho a la intimidad que nunca ha sido una causa de la señora Sahagún. El problema es sobre la visión y el ejercicio patrimonialista del poder político que no tienen signo ideológico ni límites temporales ni es exclusivo de un solo género.
Los usos y abusos patrimonialistas de la señora Marta Sahagún seguirán generando escándalos más allá del final del sexenio de Fox. Estos escándalos se alientan en la medida que la dinámica de ocultamiento y revelación de las transgresiones persiste y demuestra que siempre hay terceros que saben, que están dispuestos a guardar silencio. Los escándalos crecerán porque existe un severo déficit de credibilidad en la pareja presidencial y en los medios que los acompañan en su defensa. Los escándalos permanecerán porque la sociedad ya no está dispuesta a sacrificar su derecho a la crítica ni a la libertad de información.
El mayor “daño moral” en estos momentos en México ha sido el uso inmoral de las instituciones públicas para inhibir el ejercicio de la crítica a través de denuncias, de presiones, de dinero y de un exceso patrimonialista de la Presidencia que urge ser expropiada de una pareja sin contención ni límites morales.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx
La nueva demostración de estos usos y abusos tiene como epicentro el reciente fallo del juez duodécimo de lo Civil en el Distrito Federal, Carlos Miguel Jiménez Mora, quien ratificó el pasado viernes 13 de octubre su veredicto contra la autora de Crónicas Malditas y contra el semanario que publicó el reportaje “Historia de una anulación sospechosa” que provocó la airada –aunque tardía-- reacción de la esposa del presidente de la República. Sahagún decidió presentar la demanda el 2 de mayo de 2005, tres meses después de que el reportaje se publicara.
El fallo del juez no contiene ninguna novedad. Mantiene la condena emitida a finales de abril de 2006: Obliga a los sentenciados a pagarle a la esposa de Fox un millón 958 mil pesos “por concepto de indemnización por daño moral” y acusa a Proceso de “co-culpabilidad por existir una concertación” para violar la intimidad de Sahagún.
Esta resolución es apelable en segunda instancia y es muy probable que el litigio llegue hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los magistrados del máximo tribunal tendrán que determinar si la señora Sahagún de Fox, tan proclive a ventilar su intimidad desde los besos posados con el presidente en plazas nada íntimas como la de San Pedro, en el Vaticano, y la de sus hijos –de quienes no ha dudado en discurrir ante la televisión sobre sus adicciones– tiene o no razón en su alegato.
Lo que resulta grotesco es la campaña mediática emprendida desde Los Pinos para presentar este fallo como una “victoria jurídica” de Marta Sahagún. Este martes, los principales noticiarios de medios electrónicos difundieron las siguientes declaraciones de la esposa de Fox:
“Por supuesto que estoy contenta, por supuesto que cualquier hombre o mujer estaría contento, haber primero hecho valer su derecho, en este caso, mi derecho a la intimidad, en el haber ido y recurrido (sic) a las instituciones correspondientes… No se pueden venir a meter así como así con la intimidad, no pueden calumniar y mentir, simplemente porque les da la gana, eso no puede volver a suceder en México.”
Como todas las operaciones mediáticas que hemos padecido durante los seis años de “pareja presidencial” esta nueva campaña pretende presentar a la señora Sahagún como una víctima que emerge triunfadora, sin contextualizar, sin contrastar con la opinión de los otros implicados y sin aclarar que apenas es una parte de un litigio jurídico que ha durado más de lo que pretendía la esposa del presidente.
Esta campaña pretende ocultar su papel de verdugo y persecutora no sólo de periodistas y de medios impresos que han documentado sus excesos de poder y su ostentoso tráfico de influencias a favor de sus hijos y hermanos. Evade que fue la señora Sahagún quien también tuvo el buen tino de amenazar a los diputados Martha Lucía “Malú” Micher y Jesús González Schmall, quienes encabezaron las comisiones legislativas encargadas de investigar las denuncias por malos manejos en contra de ella y su familia.
En el fondo, el litigio no es por el derecho a la intimidad que nunca ha sido una causa de la señora Sahagún. El problema es sobre la visión y el ejercicio patrimonialista del poder político que no tienen signo ideológico ni límites temporales ni es exclusivo de un solo género.
Los usos y abusos patrimonialistas de la señora Marta Sahagún seguirán generando escándalos más allá del final del sexenio de Fox. Estos escándalos se alientan en la medida que la dinámica de ocultamiento y revelación de las transgresiones persiste y demuestra que siempre hay terceros que saben, que están dispuestos a guardar silencio. Los escándalos crecerán porque existe un severo déficit de credibilidad en la pareja presidencial y en los medios que los acompañan en su defensa. Los escándalos permanecerán porque la sociedad ya no está dispuesta a sacrificar su derecho a la crítica ni a la libertad de información.
El mayor “daño moral” en estos momentos en México ha sido el uso inmoral de las instituciones públicas para inhibir el ejercicio de la crítica a través de denuncias, de presiones, de dinero y de un exceso patrimonialista de la Presidencia que urge ser expropiada de una pareja sin contención ni límites morales.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx
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