Plaza Lerdo
Tulio Moreno Alvarado
Xalapa Veracruz
En tanto el movimiento de resistencia que encabeza Andrés Manuel López Obrador se encuentra en una etapa de redefinición, luego de los resultados electorales en Tabasco y el natural desgaste al que está sujeto su discurso y su capacidad de conexión con los electores que lo apoyaron, buena parte de los esfuerzos del movimiento pejista se centra en la creación de una alternativa de comunicación ajena a los medios formales, a quienes corresponsabiliza de la legitimación de lo que llama gobierno espurio de Felipe Calderón.
La búsqueda de la creación de medios alternos que difundan la otra versión –su versión– de la coyuntura del país, se centra sustancialmente en el uso de la internet como principal herramienta de difusión, privilegiándola sobre los medios impresos y electrónicos; sin embargo, experiencias en otros países, concretamente en España, han llegado a la conclusión de que la red mundial no puede sustituir al panfleto.
Por el fenómeno al que se enfrentó la movilización social durante la etapa previa a la llegada del PSOE al poder, se concluye que al ser la internet no un fin sino una herramienta, la acción política escasamente vio aumentada su presencia en la red mundial y en cambio la difusión de las ideas del socialismo europeo tuvieron un mayor efecto en el ánimo ciudadano a través de llegar a la gente en los centros de trabajo, en las facultades y en los barrios por medio del panfleto, de la pegada de carteles, de la discusión y de la movilización en la calle.
La disyuntiva a la que se enfrentará esta etapa de la resistencia pejista está en la comprobación de que la masa organizada no necesita depender del ciberespacio para la acción política, conclusión a la que se llegó a pesar de aceptar el hecho de que en la actualidad Internet es en buena parte el aire que respiramos.
La apuesta va entonces por la creación de medios presenciales, ajenos a lo que la izquierda llama entregados al poder para defender los intereses de la clase dominante y contrapuestos como defensores, a su vez, de la clase dominada.
En ese análisis, los medios de la clase dominante (Televisa, TV Azteca, la prensa escrita y la radio asociada a grupos empresariales, principalmente) se han abocado a vaciar de contenido “subversivo” cualquier tipo de manifestación política, sea pacífica o violenta.
Es decir, en esa lógica, a los encapuchados los tratarán de violentos y a los que se disfrazan y bailan los tratarán de pacifistas e inofensivos, pero a ninguno lo tratarán de transformador. En conclusión: el problema no es ser pacífico o violento, el problema es cuestionar efectivamente el orden establecido. Por lo pronto, la creación de esos medios alternativos está en marcha
Tulio Moreno Alvarado
Xalapa Veracruz
En tanto el movimiento de resistencia que encabeza Andrés Manuel López Obrador se encuentra en una etapa de redefinición, luego de los resultados electorales en Tabasco y el natural desgaste al que está sujeto su discurso y su capacidad de conexión con los electores que lo apoyaron, buena parte de los esfuerzos del movimiento pejista se centra en la creación de una alternativa de comunicación ajena a los medios formales, a quienes corresponsabiliza de la legitimación de lo que llama gobierno espurio de Felipe Calderón.
La búsqueda de la creación de medios alternos que difundan la otra versión –su versión– de la coyuntura del país, se centra sustancialmente en el uso de la internet como principal herramienta de difusión, privilegiándola sobre los medios impresos y electrónicos; sin embargo, experiencias en otros países, concretamente en España, han llegado a la conclusión de que la red mundial no puede sustituir al panfleto.
Por el fenómeno al que se enfrentó la movilización social durante la etapa previa a la llegada del PSOE al poder, se concluye que al ser la internet no un fin sino una herramienta, la acción política escasamente vio aumentada su presencia en la red mundial y en cambio la difusión de las ideas del socialismo europeo tuvieron un mayor efecto en el ánimo ciudadano a través de llegar a la gente en los centros de trabajo, en las facultades y en los barrios por medio del panfleto, de la pegada de carteles, de la discusión y de la movilización en la calle.
La disyuntiva a la que se enfrentará esta etapa de la resistencia pejista está en la comprobación de que la masa organizada no necesita depender del ciberespacio para la acción política, conclusión a la que se llegó a pesar de aceptar el hecho de que en la actualidad Internet es en buena parte el aire que respiramos.
La apuesta va entonces por la creación de medios presenciales, ajenos a lo que la izquierda llama entregados al poder para defender los intereses de la clase dominante y contrapuestos como defensores, a su vez, de la clase dominada.
En ese análisis, los medios de la clase dominante (Televisa, TV Azteca, la prensa escrita y la radio asociada a grupos empresariales, principalmente) se han abocado a vaciar de contenido “subversivo” cualquier tipo de manifestación política, sea pacífica o violenta.
Es decir, en esa lógica, a los encapuchados los tratarán de violentos y a los que se disfrazan y bailan los tratarán de pacifistas e inofensivos, pero a ninguno lo tratarán de transformador. En conclusión: el problema no es ser pacífico o violento, el problema es cuestionar efectivamente el orden establecido. Por lo pronto, la creación de esos medios alternativos está en marcha
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