lunes, junio 05, 2006

TU en el NORTE



Denise Dresser.


Ayer el caricaturista Paco Calderón me envió un cartón de Abel Quezada publicado en 1976. Se llama "Tú" y está basado en un texto de Abraham Lincoln donde reflexiona sobre el papel de los líderes políticos: "Tú no puedes inculcar carácter y valor quitándole al hombre su iniciativa y su independencia. Tú no puedes ayudar a los hombres permanentemente haciendo por ellos lo que pueden y deben hacer por sí mismos". Palabras que vale la pena recordar ante la plétora de promesas de los candidatos presidenciales. Ante los mensajes que ofrecen dádivas en lugar de oportunidades. Ante las ofertas que producirían más clientelas en vez de mejores ciudadanos. Ante más de lo mismo.


Porque a eso equivalen muchas de las promesas que hemos escuchado en los últimos días, y la reacción frente a ellas. A la concepción del Estado que cuida a los mexicanos en vez de empoderarlos. A la visión de la política como el arte de entregar y no como el compromiso de representar. A la operación del capitalismo basado en la protección de sectores privilegiados y no en la competencia para desmantelarlos. Más subsidios y más útiles escolares y más recursos estatales y más consumo y más formas de comprar el voto. Más resistencia de la élite empresarial a construir un capitalismo de terreno nivelado de juego. Más propensión de algunos a pensar que sólo hacen falta un par de reformas estructurales que quedaron pendientes. Más, más, más de lo que ha llevado al país a cojear de lado en vez de correr de frente.

Y por otro lado, el Presidente y su partido y su candidato congratulándose. Dándose palmadas en la espalda por el Programa Oportunidades y el Seguro Popular y la vivienda y lo demás que el PAN también da. Como si eso fuera suficiente para asegurar que los mexicanos saltaran del changarro al diseño de software. Como si eso fuera suficiente para competir contra India y China. Como si eso bastara para asegurar la movilidad social y convertir al hijo de un obrero en profesionista. Como si el modelo económico de los últimos 20 años hubiera asegurado la prosperidad, cuando no lo ha logrado. Hoy la democracia funciona bien para asegurar la alternancia entre los partidos; funciona mal para proveerle oportunidades económicas a los mexicanos.

Por eso no sorprende que haya cada vez más hombres y mujeres dispuestos a saltar el muro. México se ha convertido en un país donde 4 de cada 10 mexicanos dicen que emigrarían a Estados Unidos si pudieran. Donde 1 de cada 5 mexicanos entre la edad de 25 y 36 años vive y trabaja en Estados Unidos. Esos que cruzan la frontera en busca de lo que no obtienen al sur de ella. Porque México no hace lo que debería para crear una economía dinámica y moderna. Porque sus políticos no se abocan a ello.

Algo está mal y trasciende a los candidatos y sus promesas; tiene que ver con una cuestión profunda, histórica, estructural. Con un sistema socioeconómico erigido desde hace décadas, con un capitalismo que permite la apropiación de la riqueza en pocas manos y no la distribuye mejor. En México hay demasiadas barreras de entrada a la innovación, a la competencia. Hay demasiados muros erigidos contra la movilidad social y la competitividad empresarial. Por ello, aunque el 2 de julio los mexicanos podrán votar en un contexto democrático, les será cada vez más difícil competir en un mundo globalizado.

México hoy es más democrático y más desigual. Su economía política funciona de una manera que coloca la riqueza en pocas manos y no recauda los impuestos suficientes sobre ella, como debió haberse hecho en la venta de Banamex a Citigroup. Esa operación legal pero sintomática explica por qué el Estado mexicano cuenta con pocos recursos para invertir en el capital humano de su gente. Y ninguno de los contendientes habla de cómo llevar a cabo esa inversión de largo plazo en los habitantes del país que aspiran a gobernar. Unos y otros ofrecen empleo y deporte y útiles escolares y trenes bala y reducciones del IVA. Nadie habla de educar mejor, de entrenar, de empoderar, de cómo asegurar que los mexicanos se vuelvan ciudadanos competitivos dentro de su propio país y frente al mundo.

México es un lugar donde 28.5 por ciento de la población no termina la secundaria, no asiste a la universidad, no avanza, no progresa. Millones de mexicanos viven al servicio de un sistema socioeconómico que tiene pocos incentivo para educarlos, porque se basa en la mano de obra poco calificada. Porque funciona con base en la lealtad y no el mérito. Porque las puertas se abren para las personas con el apellido adecuado y los contratos son asignados de la misma manera. Porque las privatizaciones benefician a algunos empresarios pero a pocos consumidores. Porque a los que están fuera del círculo cerrado del capitalismo de cuates, se les compra con una camiseta o un cheque.

Allí está, un sistema de clientelas en todos los ámbitos. Una forma de hacer política presente en todos los partidos. Gobiernos -uno tras otro- construidos sobre el clientelismo y no sobre los cimientos de la ciudadanía. Gobiernos paternalistas -del PRI o del PAN o del PRD- que acostumbran a los mexicanos a recibir en vez de participar. Creando con el paso del tiempo, una cultura conformista donde se acepta el statu quo antes que cuestionarlo. Donde quienes sueñan con más se van del país.

Para romper este círculo vicioso van a hacer falta reformas que van más allá de lo que hoy prometen Felipe Calderón y Roberto Madrazo y Andrés Manuel López Obrador. Reformas que eduquen y empoderen ciudadanos; reformas que creen procesos eficaces de toma de decisiones en un gobierno dividido; reformas que desmantelen los cuellos de botella -esos monopolios y esos duopolios tanto públicos como privados- que inhiben la competencia, la innovación y el crecimiento. Si esas reformas no ocurren, independientemente de quién gane el 2 de julio, México estará condenado a seguir cayendo en cada indicador internacional. Estará condenado a buscar hombres providenciales y seis años después, terminar desilusionado con ellos. Seguirá siendo un país que expulsa a su gente en vez de retenerla. Seguirá siendo un sitio donde ese "Tú" prometerá salvar a los mexicanos en vez de crear condiciones para que se salven a sí mismos. Denise Dresser ESCRIBE EN EL NORTE

1 comentario:

Anónimo dijo...

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