lunes, junio 05, 2006

Fobaproa: El fin de Calderón

Fobaproa: El fin de Calderón
Álvaro delgado/ apro

México, D.F., 29 de mayo (apro).- Como presidente del PAN y jefe de los diputados federales, Felipe Calderón sí aprobó el Fobaproa que, desde diciembre de 1998, cuesta a los mexicanos aproximadamente 40 mil millones de pesos al año y mantiene comprometido el futuro del país por décadas por la monstruosa deuda de más de cien mil millones de dólares.

Calderón escabulle --con argucias verbales-- su responsabilidad de convalidar, junto con otros panistas como Vicente Fox y Diego Fernández de Cevallos, la descomunal deuda, pues sabe que éste es uno de los grandes temas del debate del próximo martes 6 de junio, que involucra otros asuntos que sus patrocinadores también se niegan a discutir: corrupción, tráfico de influencias y favoritismos impunes de la alta burocracia y los magnates de México.

El tema del martes es la corrupción y se verá, entonces, que el candidato presidencial del blanquiazul miente sobre su decisiva participación en el endeudamiento de los mexicanos y el lucro económico que, hasta ahora, ha hecho el PAN de esa decisión, primero con Fox y ahora con él, mediante el patrocinio de las multimillonarias campañas de los favorecidos por el Fobaproa.

Lo de menos es si Calderón firmó un documento con la mano derecha o la izquierda, porque lo sustantivo es que la ley, para convertir en deuda pública 552 mil millones de pesos --que era a lo que ascendía entonces el costo del rescate bancario--, fue aprobada por la diputación federal panista, la madrugada del 12 de diciembre de 1998, por mandato del presidente del PAN, que era él.

¿Pruebas? Hay muchas. Sólo hay que hacer memoria y recordar cómo el PAN, que calificó de inconstitucional la deuda del rescate bancario, repentinamente promovió una iniciativa suya --pero en realidad redactada por Ismael Gómez Gordillo, procurador fiscal-- para después votarla junto con la bancada priista.

Los panistas encabezados por Calderón claudicaron, inclusive, en su demanda de exigir a Ernesto Zedillo el cumplimiento de un pacto: la destitución de Guillermo Ortiz como gobernador del Banco de México (Banxico) y prominente operador del Fobaproa, junto con el recién estrenado secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría.

La destitución de Ortiz fue la última exigencia que pusieron los panistas para sumarse a la diputación del PRI y convalidar los pasivos del rescate bancario que, según todos los análisis, era un “fraude a la Constitución”, porque la mayoría del endeudamiento jamás contó con la autorización del Congreso.

La propuesta de Zedillo era, simplemente, convertir deuda privada en pública, como quedó de manifiesto en dos iniciativas que envió subrepticiamente, el 31 de marzo de 1998, cuando un motociclista de la Secretaría de Hacienda entregó a la presidencia de la Cámara de Diputados dos iniciativas del Ejecutivo, que de manera oculta --en un artículo transitorio-- proponía la conversión.

“Como el Fobaproa no se entregó a tiempo, se la hemos regresado al presidente para que pague los costos políticos. Y en tanto el Ejecutivo no los absorba, simple y llanamente el asunto quedará como una pizza que no ha sido pagada”, dijo entonces el diputado federal panista Santiago Creel a quien esto escribe, la misma posición que asumió la bancada coordinada por Carlos Medina Plascencia y, por supuesto, Calderón.

De marzo a noviembre de ese año, la posición que asumió Calderón fue de no convalidar el fraude que su entonces homólogo del PRD, Andrés Manuel López Obrador, interpretó como “el más grande saqueo de la historia”, y tan había coincidencia que el propio presidente del PAN se reunió con él en varias ocasiones y, de manera pública, se comprometió a que no se aprobaría la propuesta de Zedillo.

Inclusive, el propio Calderón desautorizó al subcoordinador de los diputados panistas, Rogelio Sada Zambrano, quien anticipó, en agosto, que el PAN aprobaría el Fobaproa en el siguiente periodo de sesiones, que comenzó el 1 de septiembre. “Acción Nacional no ha asumido ni asumirá una actitud de comparsa o encubrimiento de los errores gubernamentales”, dijo Calderón mediante un comunicado, el 7 de agosto.

Calderón y el entonces coordinador de los diputados panistas, Carlos Medina Plascencia --desde siempre un minúsculo político--, se entrevistaron varias veces con Zedillo, en la residencia oficial de Los Pinos, por supuesto en secreto, y se comenzó a gestar la traición a su propia palabra, tal como también lo hizo Fox en promocionales televisivos para pedir a los diputados su voto a favor.

Inclusive un día antes la aprobación del Fobaproa, el 11 de diciembre, Medina --aquel que se rasgó las vestiduras en el quinto informe de gobierno--alardeó de que Ortiz Martínez sería despedido. “Yo no miento, porque es parte de la formación que me dieron mis padres y de mi religión”, dijo a este reportero.

Pero ni la educación paterna ni la religión fueron sólidos: La noche del 12 de diciembre, curiosamente día de la Virgen de Guadalupe, la bancada conducida por Medina --deudor del Fobaproa de su empresa Medina Torres-- claudicó, después que se lo ordenó su paisano gobernador de Guanajuato, Vicente Fox, a su vez persuadido por sus magnates patrocinadores.

Sólo doce de los diputados panistas --condenados desde entonces al ostracismo, algunos de ellos expulsados de su partido-- se atrevieron a ser libres y desobedecer la instrucción de Calderón, quien ya de por sí venía apareciendo en promocionales de televisión, en horario triple A, con una perorata semejante a la de su actual campaña: “México es un gran país. Tendremos el país que queremos para nosotros y nuestros hijos.”

El Fobaproa se transformó en el IPAB, y las grandes deudas --no las de los ahorradores ni de las de los pequeños y medianos empresarios-- están siendo pagadas por todos los mexicanos, una tragedia absolutamente vigente por el impacto que tiene en la vida cotidiana y que Calderón, como todos los responsables del saqueo, quisieran en el olvido. Y nadie está en la cárcel.

Por eso, como se anticipó la semana pasada, qué bueno que Francisco Gil Díaz --empleado de Roberto Hernández-- sigue con su estrategia de publicar desplegados sobre el Fobaproa. Quiere servir de ariete a Calderón y lo único que ha hecho, involuntariamente, es contribuir a un debate que desenmascara las mentiras y la hipocresía del candidato de la extrema derecha.

Apuntes

Si Calderón es el candidato Fobaproa, también es el candidato Provida, después que Jorge Serrano, representante jurídico de esa fachada de la Organización Nacional del Yunque, reveló ser su patrocinador con 50 mil carteles propagandísticos a un costo de 500 mil pesos… José Antonio Fernández, el presidente de Femsa --la corporación que incluye la embotelladora Coca Cola, de la que fue pupilo Fox--, financia agrupaciones de adoctrinamiento en instituciones educativas que propagan la especie de que López Obrador sería la catástrofe para México. Empleado de Femsa es Luis Téllez, la más reciente adquisición de Calderón, junto con otros priistas de derecha, como Carlos Ruiz Sacristán, Genaro Borrego, Diódoro Carrasco y Jesús Reyes Heroles, propietario de GEA-ISA, la casa encuestadora que, seguramente, en su próximo sondeo situará en las nubes al candidato presidencial panista. Salvo que tenga vergüenza… Cómo no va a elogiar The Financial Times a José Ángel Gurría, el “Ángel de la dependencia”, por su “mente brillante” si es, precisamente, el cancerbero de la tecnocracia… A quienes tienen la amabilidad de escribir a este espacio, les solicito compartir alguna acción de gobierno que recuerden de Calderón a su paso por Banobras y la Secretaría de Energía.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx y www.proceso.com.mx

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