lunes, julio 31, 2006

Lo que la gente no sabe Javier Livas

Lo que la gente no sabe es que los males que sufrimos como país son perfectamente trazables a las malas leyes que tenemos. Leyes hechas con maña, con mala fe para que todo siga igual. Leyes engañosas que cubren apariencias son la norma de la democracia a la mexicana.

Un claro ejemplo es la legislación electoral, la cual a través de una parsimonia legaloide permitió que todo mundo metiera mano para interferir en la expresión libre de la voluntad popular, desde la campaña del miedo hasta la divulgación ifeña de falsos resultados, de pseudoencuestas, acarreos y compra de resultados. El mínimo ético que toda ley debe garantizar quedará sepultado bajo toneladas de pendones plasticosos no reciclables.

El sistema que manosearon los natis, gordillos y calderones se constriñó a armar un resultado abultadito pero creíble.

Lo que la gente no sabe, o prefiere ignorar, es que nuestro sistema político es tan inadecuado y está tan viciado que durante las últimas tres décadas ha producido gobernantes que, por no saber gobernar, optan por salidas falsas y mucha publicidad para tapar su rastro de ilegalidades.

La estúpida e insistente propaganda de que somos un país de instituciones y que debemos cuidarlas es mínimamente un autoengaño de quienes nos gobiernan y pone en evidencia la táctica de barrer la tierra bajo la alfombra. La cosa es librar el sexenio para que otro idiota invente sus propias justificaciones de lo perfecto que está todo.

¿Sabrá la gente que los grandes sistemas se controlan a sí mismos a través de la interacción compleja de todas sus partes al mismo tiempo o, de plano, quedan fuera de control?

Yo pregunto: ¿cuál institución trabaja bien? ¿Será la administración de justicia? Preguntemos a los decapitados. ¿La educación? Con esos maestros oaxaqueños, lo dudo. ¿La Presidencia? ¿El Congreso? Millones de millones en sueldos y gastos de representación tirados al caño. ¿Relaciones Exteriores? ¿Salud? ¿El Ministerio Público? Tacha, doble tacha, y triple tacha.

La gente no sabe que o jala todo o no jala nada. No hay justicia sin salud o educación y viceversa, etc.

Alejandro Gertz Manero decía el jueves pasado en una entrevista con José Cárdenas que las instituciones de seguridad pública actuales son estructuras obsoletas, que hay soluciones atoradas desde hace años en el Congreso. Desgraciadamente, las personas que saben, quieren y pueden son marginadas.

En cambio, las excusas para no hacer nada abundan. Ahora estamos concentrados en una elección presidencial muy problemática. Mañana la excusa podría ser un Presidente sin mandato claro, sin legitimidad, o sin mayoría en el Congreso.

La gente no sabe ni el ABC de una discusión constructiva. Nótese que en México es muy común alabar el diálogo como si fuera un fin en sí mismo. Sí, claro, hablemos de los problemas. ¿Y la adopción de soluciones cuándo?

En la democracia a la mexicana la simulación reina imperturbable. Haz como que gobiernas, gasta en publicidad, en eventos superfluos como el Fórum. No hay mejor truco en política que resolver problemas ficticios. Lo realmente prioritario puede esperar.

Lo que la gente no sabe podría remediarse. Lamentablemente, lo que la gente no quiere saber es lo que realmente nos está matando. La verdad es veneno para el autocomplaciente. Ya es antipatriótico dudar de la elección perfecta.

La multimillonaria postcampaña para tapar la verdad de la elección nos debiera causar suspicacia, pero en la democracia a la mexicana es mejor que lo que la gente no sabe, así permanezca

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