Ahora que explotan juntos todos los fuegos que ha venido encendiendo el gobierno panista con sus políticas excluyentes y represoras, tendríamos que celebrar que el Poder Legislativo no ha logrado mucho -ni logrará-, toda vez que sus iniciativas para reformar la Constitución van a seguir enfrentando el peso de una sociedad laica y progresista, la fuerza de logros históricos que nunca será facil echar atrás en un país como México, uno de los más seculares del mundo. Entre los factores que han contribuido históricamente a mantener este rasgo cultural está que el Estado laico quedó garantizado desde tiempos de Juárez, producto del triunfo de la Reforma, que después fue confirmado en 1917 con los artículos 3 y 24 constitucionales como un segundo triunfo frente a los conservadores antirrevolucionarios.
Hoy sigue vigente pese a las sangrienta guerra cristera, que no pudo echarlos atrás en los años treintas como no han podido tampoco las actuales amenazas de la nueva derecha. Cosechamos más de 150 años de educación laica y gratuita, base constitucional que norma la actividad de los maestros y maestras de la SEP, de quienes han sido custodios de la libertad, vigilantes en cada salón de clases y en cada pasillo escolar del respeto a la libertad de culto, de pensamiento y conciencia; se trata de un valor estructural de nuestro sistema educativo, marco de la tolerancia y pluralidad en el que cuatro generaciones hemos sido formadas y crecido.
Por eso no deja de sorprender que tataranietos y bisnietos de los adversarios históricos de las libertades (los Creel, los Abascal, los Gómez Morin, los Calderón), cuya vestimenta actual es blanquiazul, no cejen en su empeño de presentar iniciativas retardatarias, pese a sus fracasos sistemáticos, buscando posicionar la movilización religiosa como instrumento fundamental para manipular las conciencias y en la actualidad, como estuvo visto, para imponerse en los procesos electorales.
La gente de izquierda, los pobres y quienes consideramos que la lucha contra las disparidades es el principal cambio que merece nuestro pueblo hemos pagado cara la falta de claridad sobre las implicaciones que tiene vulnerar el Estado laico. Hemos permitido que desde los púlpitos se manipule a la feligresía católica para votar contra sus derechos, y que desde los espacios institucionales se cuelen argumentaciones religiosas y moralinas para asustar a la gente; casi casi estamos volviendo a los tiempos de "cristianismo sí, comunismo no". Peligroso, muy peligroso.
Es muy importante entender que se trata de la agenda cultural de la derecha internacional, más específicamente de la derecha republicana de Estados Unidos y del Partido Acción Nacional en nuestra tierra. Se trata de ir cortando las libertades, pero, sobre todo, el derecho a elegir y a decidir en todos los ámbitos y más allá de lo religioso. El Estado laico protege los derechos de las mujeres católicas y no católicas, los derechos humanos de niños y niñas, de minorías sexuales y religiosas, especialmente de adolescentes y jóvenes, porque su vulnerabilidad deja el poder de decidir al Estado, a las autoridades de salud, de las escuelas y de las familias.
La laicidad debe ser tema prioritario para la izquierdas parlamentaria, particularmente para legisladores y legisladoras del PRD y del Frente Amplio Progresista, lo cual no siempre se asume con claridad.
Cuando se intenta cambiar el artículo 24 constitucional, como intentó hacer el diputado federal Federico Döring en la pasada legislatura, se busca vulnerar la libertad de conciencia y, posteriormente, modificar el resto del articulado relacionado: 3º, 9º y 130. Con su iniciativa de reforma al 24 se autorizaría la manifestación pública o privada de expresiones religiosas, lo cual podría incluir escuelas, centros de salud, instituciones públicas. Modificar el artículo 3º desde luego que sería catastrófico, al dar por terminada la educación laica; de hecho los panistas ya han intentado derogarlo, pero, como se dieron cuenta de que hay mucha claridad en la amenaza de lo que esto significa, andan buscando nuevos ángulos para atacarlo. Con el 9º dejaría de ser ilegal hacer campaña política en los púlpitos y con el cambio en el 130 tendríamos a Norberto Rivera, nuestro protector de pederastas, como legislador del PAN. ¡Imagínense!
Bueno, pero aunque los panistas estén tan envalentonados hoy, sobre todo por el apoyo incondicional de la derecha internacional, hasta ahora "la libertad va a seguir siendo un oasis en el desierto de la uniformidad". Afirmaba atinadamente John Stuart Mill en su ya clásico Ensayo sobre la libertad que "el hombre se diferencia de los animales no tanto por ser poseedor de entendimiento o inventor de instrumentos y métodos, como por tener capacidad de elección; por elegir y no ser elegido; por ser jinete y no cabalgadura; por ser buscador de fines..."
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