• Lo mejor está por venir ahora en... la PFP
Todo apunta, mi estimado, a que representantes de la religión católica, como la luciérnaga, necesitan de oscuridad para brillar. Mientras el queso oaxaqueño sigue hecho bolas y complicando los simpáticos tiempos políticos que se avecinan, en la original arena de los personajes de las faldas largas, los vientos del escándalo sobre la pederastia vuelven a estar en el foco internacional.
El sábado pasado en el prestigiado periódico The New York Times, el periodista James C. McKinley le dio un santo tubazo al cardenal Norberto Rivera Carrera y a Roger. M. Mahoney, quienes hicieron la escandalosa primera plana demostrando que, aunque aquí en México se tripulen benditas influencias, con la santa pena pero el singular juicio por abuso sexual contra el padre Nicolás Aguilar sigue siendo prioridad para llevar a la justicia a este execrable cura, acusado de violar a más de un centenar de niños (quien sin mayores contratiempos ejerce en la tierra preciosa de las botellas de cognac, Tehuacán, Puebla. La misma de un balconeado Patrón llamado Kamel Nacif), y a sus celestiales encubridores.
El delicado asunto, my friend, está lejos de ser un capítulo cerrado y el tema sobre los abusos sexuales contra menores vuelve a cobrar relevancia con otro caso, ampliamente documentado por Proceso, MILENIO y Reforma, y que ha indignado a diversos sectores.
El célebre Colegio Oxford —centro de los tristemente célebres Legionarios de Cristo y su Marcial Maciel—, que presume de valores morales, es epicentro de un megaescándalo donde está involucrado, ni más ni menos, que un niño Patricio de ¡tres años!, quien fue víctima de abuso sexual por parte de su maestro de deportes, Joaquín Francisco Mondragón Rebollo. Hoy es acusado por los padres José y Lizet Bonilla, y buscado por la procuraduría capitalina desde hace varios meses pero, como ya va siendo costumbre en casos como éste, donde el dinero es un buen sirviente (pero un mal amo), un halo de absoluta impunidad, secrecía y protección se desplegó por parte de las autoridades del plantel.
Los Legionarios de Cristo, whatever, y sus escándalos de pederastia vuelven a estar en el reflector internacional; un colegio como el Oxford, donde su directora, Pilar Soto, jugó a la Tía Lola incluso cuando la familia del menor estuvo acosada por algunos de los ¡padres de familia! y maestros –siendo su obligación la de cuidar, ya no digamos la integridad física de sus alumnos y hacer un análisis sobre el cuerpo de profesores que ahí laboran, sino el haber recurrido a tiempo a denunciar los hechos–, pone de manifiesto que cuando se trata de un asunto que involucra la pederastia, aparecen poderosos y oscuros nubarrones...
Quizá el repugnante señor Mondragón Rebollo, Marcial Maciel y el cura Nicolás Aguilar no saben que su enfermedad es incurable y que merecen, junto con sus santísimos padrinos, un castigo ejemplar (el respetable tiene varias ocurrentes ideas) más allá de ayuda profesional y ser encarcelados.
Y que sus poderosos y acaudalados protectores, que oscilan en la arena política-eclesiástica-empresarial, no verán la gloria del cielo, my friend, sino el mismísimo infierno cuando el destino los alcance.
El Oxford y los desprestigiados Legionarios hacen su control de daños con su muy bien pagado cuerpo de abogados, Rivera Carrera acusado de conspiración y encubrimiento en cortes norteamericanas utiliza el púlpito, sus indiscutibles redes y su coloración púrpura para esquivar lo... inevitable, porque tarde o temprano, amable lector, a cada capillita le llega su fiestecita.
Mientras las víctimas —cuyas vidas han desmadrado estos impúdicos personajes– y sus familiares tienen que soportar un vía crucis en búsqueda de justicia.
Vergüenza y rabia debería de darle al colegio Oxford el mordaz, cáustico y detestable comportamiento de sus autoridades ante los repugnantes e indignantes hechos... que, también, los ha marcado de por vida...
Por la Mirilla
Hace tiempo en este irreverente espacio se ha escrito hasta el cansancio sobre la putrefacción y travesuras dentro de la polémica PFP... donde los ajustes de fin de sexenio apenas comienzan. Y eso, my friend, que falta el simpático DC-9.
Todo apunta, mi estimado, a que representantes de la religión católica, como la luciérnaga, necesitan de oscuridad para brillar. Mientras el queso oaxaqueño sigue hecho bolas y complicando los simpáticos tiempos políticos que se avecinan, en la original arena de los personajes de las faldas largas, los vientos del escándalo sobre la pederastia vuelven a estar en el foco internacional.
El sábado pasado en el prestigiado periódico The New York Times, el periodista James C. McKinley le dio un santo tubazo al cardenal Norberto Rivera Carrera y a Roger. M. Mahoney, quienes hicieron la escandalosa primera plana demostrando que, aunque aquí en México se tripulen benditas influencias, con la santa pena pero el singular juicio por abuso sexual contra el padre Nicolás Aguilar sigue siendo prioridad para llevar a la justicia a este execrable cura, acusado de violar a más de un centenar de niños (quien sin mayores contratiempos ejerce en la tierra preciosa de las botellas de cognac, Tehuacán, Puebla. La misma de un balconeado Patrón llamado Kamel Nacif), y a sus celestiales encubridores.
El delicado asunto, my friend, está lejos de ser un capítulo cerrado y el tema sobre los abusos sexuales contra menores vuelve a cobrar relevancia con otro caso, ampliamente documentado por Proceso, MILENIO y Reforma, y que ha indignado a diversos sectores.
El célebre Colegio Oxford —centro de los tristemente célebres Legionarios de Cristo y su Marcial Maciel—, que presume de valores morales, es epicentro de un megaescándalo donde está involucrado, ni más ni menos, que un niño Patricio de ¡tres años!, quien fue víctima de abuso sexual por parte de su maestro de deportes, Joaquín Francisco Mondragón Rebollo. Hoy es acusado por los padres José y Lizet Bonilla, y buscado por la procuraduría capitalina desde hace varios meses pero, como ya va siendo costumbre en casos como éste, donde el dinero es un buen sirviente (pero un mal amo), un halo de absoluta impunidad, secrecía y protección se desplegó por parte de las autoridades del plantel.
Los Legionarios de Cristo, whatever, y sus escándalos de pederastia vuelven a estar en el reflector internacional; un colegio como el Oxford, donde su directora, Pilar Soto, jugó a la Tía Lola incluso cuando la familia del menor estuvo acosada por algunos de los ¡padres de familia! y maestros –siendo su obligación la de cuidar, ya no digamos la integridad física de sus alumnos y hacer un análisis sobre el cuerpo de profesores que ahí laboran, sino el haber recurrido a tiempo a denunciar los hechos–, pone de manifiesto que cuando se trata de un asunto que involucra la pederastia, aparecen poderosos y oscuros nubarrones...
Quizá el repugnante señor Mondragón Rebollo, Marcial Maciel y el cura Nicolás Aguilar no saben que su enfermedad es incurable y que merecen, junto con sus santísimos padrinos, un castigo ejemplar (el respetable tiene varias ocurrentes ideas) más allá de ayuda profesional y ser encarcelados.
Y que sus poderosos y acaudalados protectores, que oscilan en la arena política-eclesiástica-empresarial, no verán la gloria del cielo, my friend, sino el mismísimo infierno cuando el destino los alcance.
El Oxford y los desprestigiados Legionarios hacen su control de daños con su muy bien pagado cuerpo de abogados, Rivera Carrera acusado de conspiración y encubrimiento en cortes norteamericanas utiliza el púlpito, sus indiscutibles redes y su coloración púrpura para esquivar lo... inevitable, porque tarde o temprano, amable lector, a cada capillita le llega su fiestecita.
Mientras las víctimas —cuyas vidas han desmadrado estos impúdicos personajes– y sus familiares tienen que soportar un vía crucis en búsqueda de justicia.
Vergüenza y rabia debería de darle al colegio Oxford el mordaz, cáustico y detestable comportamiento de sus autoridades ante los repugnantes e indignantes hechos... que, también, los ha marcado de por vida...
Por la Mirilla
Hace tiempo en este irreverente espacio se ha escrito hasta el cansancio sobre la putrefacción y travesuras dentro de la polémica PFP... donde los ajustes de fin de sexenio apenas comienzan. Y eso, my friend, que falta el simpático DC-9.
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