jueves, noviembre 23, 2006

La lucha por la liberación de la mujer mexicana: Movimiento social de mujeres y feminista en Latinoamérica

Por: Dick Emanuelsson (especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:27/10/2006)

AUDIO DE LA ENTREVISTA Dick Emanuelsson (especial para ARGENPRESS.info).

Entrevista exclusiva a Francesca Gargallo, feminista Italo-mexicana que en una larga entrevista con el corresponsal Dick Emanuelsson, habla sobre la lucha de la mujer mexicana por su liberación. Francesca vive y trabaja en México desde 1980, es profesora universitaria y una de las más reconocidas feministas del “país azteca”.

Nacimiento del movimiento de liberación de las mujeres en México como una “política para las mujeres”

Dick (D): ¿Francesca, desde qué momento puede decirse que empieza la lucha de la mujer mexicana?

Francesca (F): Una lucha en el sentido de una “Política para las Mujeres” y por lo tanto una lucha organizada de mujeres en grupo, yo creo que desde 1870, cuando en Yucatán se organizó el primer grupo de maestras anarquistas, alrededor de la figura de una escritora y de varias maestras y ese grupo se llamó “La Siempreviva” . “La Siempreviva” fundó una escuela para niñas. Los liberales habían logrado la idea de que la educación debía llegar a todo el pueblo y que las mujeres tenían igual derecho a la educación que los hombres. Benito Juárez lo había dicho en sus discursos al Congreso del Estado de Oaxaca desde la década de 1850. Sólo que una cosa era decirlo y otra era implementarlo. Se hace realidad para las mujeres hasta que las Siemprevivas, maestras feministas, fundan esta primera escuela en México.

En ese entonces e inmediatamente después México estaba viviendo una dictadura, conocida como el “porfiriato”, una dictadura que pasaba de ser superprogresista en términos de ciertas producciones para la industria, con la concentración de la tierra en muy pocas manos y de hecho el monocultivo del azúcar en las haciendas, convirtiendo a los campesinos y las campesinas en trabajadores pésimamente asalariados, sin derechos, endeudados y por lo tanto ligados por la deuda a vivir en el espacio donde trabajaban. Esta dictadura tuvo una amplia aceptación por parte de las clases altas, con apenas algunas críticas de tipo liberal que iban un poco en contra del pensamiento positivista que acompañó a la dictadura progresista de Porfirio Díaz.

Desde sus inicios el feminismo mexicano nació diverso

Durante la décadas de 1880, 1890 y hasta la primera década del siglo XX, las mujeres liberales hicieron unas revistas con nombres muy bonitos: “Las violetas del Anahuac”, “El correo de las señoras” o “El correo de las damas” porque las mujeres no se pueden mencionar, hay que decir que son damas o señoras, porque mujer es una palabra un poco teñida de algo naturista, de algo perversión, en esa época de tanto “bienhablar”. Encontramos entonces un movimiento organizado con características anarquistas, un movimiento de la burguesía liberal, que estaba siempre en un juego de aceptación crítica con las dictaduras, y en 1905 aparece en cambio, el “periódico de la mujer” de clarísima tendencia socialista, que además surge un año antes de las huelgas de Cananea, que darán inicio a lo que conocemos como la etapa preparatoria de la revolución mexicana.

Había varias corrientes en los años ’30. Las primeras fueron anarquistas, bueno tú te acordarás que los socialistas utópicos, menos Proudhon , estuvieron a favor de la liberación de las mujeres y de la equiparación de las mujeres con los trabajadores. Idea que fue reforzada después por la posición de Engels, que iba en el mismo sentido y que en Europa retomó Clara Zetkin a principios del siglo XX. En la misma línea de Clara Zetkin iba el “Periódico de las Mujeres”, de tendencia socialista, que se apoyaba en los sindicatos. Las mujeres asalariadas no estaban sindicalizadas, eran fundamentalmente obreras textileras y de las tabacaleras. Tenían jornadas muy pesadas, salarios que no correspondían a los salarios masculinos, por mismas horas y mismo trabajo. Sin embargo, tenían un cierto rechazo por parte de los sindicatos, porque los sindicatos fueron siempre bien machistas. Los sindicatos no querían sindicalizar a las mujeres, porque las mujeres eran vistas como aquellas que rebajaban el precio del trabajo masculino. Fue una dura lucha que finalmente llevó a que los sindicatos las apoyaran en la igualdad de salarios, masculinos y femeninos, porque así por lo menos los hombres no eran afectados por ese trabajo más barato, pero en general, los sindicatos no fueron muy feministas hasta casi entrada la mitad del siglo XX.

Las Mujeres y la Constitución Revolucionaria de 1917

Los derechos políticos de las mujeres en México fueron reivindicados después del derecho a la educación. En 1917 el presidente Carranza, en el movimiento revolucionario, reconoce el derecho de la mujer casada a voz propia en los tribunales, el derecho a manejar sus propios bienes, que con anterioridad pasaban a las manos del marido a la hora de casarse. En 1917 mismo, una o dos mujeres, realmente me acuerdo de voces aisladas, no de un movimiento, durante la preparación de la Convención para fundar la nueva Constitución, la Constitución Revolucionaria de 1917, piden el derecho al voto y a ser votadas, es decir, voto pasivo y activo de las mujeres, que los convencionistas les rechazan sin embargo. Con qué argumento: que las mujeres hasta este momento no han hecho política, por lo tanto que regresen a su casa, el único trabajo que saben hacer. La lucha organizada por el voto de las mujeres se retoma tiempo después, pero en esa ocasión se pierde la oportunidad de que quede en la nueva constitución que por otro lado inaugura los derechos sociales, sobretodo el derecho al trabajo, el derecho al estudio y el derecho a la salud, derechos reconocidos por primera vez en la Constitución mexicana. Los que ahora llamamos derechos humanos de segunda generación inician en México legalmente en 1917

Pero esto no implicaba la plena ciudadanía de las mujeres. Hay mujeres cardenistas que exigen el voto y que son abandonadas por Cárdenas en 1936. En el momento en que las izquierdas, del más diferente tipo, empiezan a temer que las mujeres puedan ser dirigidas y manipuladas por la iglesia católica, que en México ha tenido siempre unas influencias pésimas sobre las derechas de este país, que por muy derrotadas siempre vuelven a la carga. Había un enorme miedo por parte de las izquierdas a que las mujeres fueran manipuladas por la iglesia católica, y en particular por los curas perseguidos durante lo que conocemos como “guerra cristera”, revuelta de los católicos para obtener una libertad de culto, que efectivamente los afectaba enormemente y que llegó a dos guerras con un periodo intermedio de relativa paz, la guerra cristera era muy campesina, los cristeros eran muy campesinos, muy fanáticos, podríamos decir que eran fundamentalistas católicos.

El miedo a que las mujeres puedan ser manipuladas, es muy parecido al miedo de las derechas a que el pueblo pueda ser manipulado, es decir, subyace siempre a la idea de que alguien puede ser manipulado, la idea de que esta persona es de alguna manera inferior y una inferioridad sexista se parece mucho a una inferioridad racista. En México hay una fuerte repetición del discurso de derecha sobre la incapacidad de los trabajadores y del pueblo mexicano de tomar decisiones racionales.

Voto anticomunista

En la década de los ’30 había un fuerte rechazo por parte de las izquierdas, que estaban tomándose el poder con Cárdenas, de que las decisiones de las mujeres fueran racionales. México no obtiene por lo tanto el voto de las mujeres, es decir, el sufragio no se hace universal en México, sino hasta 1953, 1954 y no por un impulso del movimiento feminista organizado, que en este momento había decaído, si no por una concesión del Estado que en este momento no quería ser un Estado atrasado, frente al nuevo modelo europeo y estadounidense de lo que debía de ser el progreso. Y en esa idea del progreso entraba también el voto de las mujeres, en parte porque es un voto anticomunista, y estamos en plena guerra fría

El voto de las mujeres, pasa un poco su “singloria”, porque no es una reivindicación, es una concesión y como toda concesión se hace a cambio de algo. ¿Y a cambio de qué? A cambio de acabar con la radicalidad del movimiento feminista y tenemos una desaparición de las mujeres de las calles, del impulso del movimiento sindical, de ciertas reivindicaciones nacionalistas, hasta inicio o mediados de los años ’60, cuando surge una segunda ola del feminismo, muy distinto, mucho más cercano al movimiento de liberación de las mujeres, donde confluyen cosas que no son todas estrictamente de origen político, político-económico, donde hay una toma de conciencia por parte de las mujeres, de las escritoras que han vuelto a escribir y que han encontrado los temas de su literatura en sí mismas, pienso por ejemplo en Venezuela, en México, también en Chile, estas mujeres que comienzan a hablar de sí mismas, pienso en mujeres que entran a la universidad, rompiendo de alguna manera también los pactos patriarcales según los cuales los estudios superiores son fundamentalmente masculinos y el gasto en el estudio es fundamentalmente masculino. Pero también pienso en la maquila. México es el primer país maquilero del mundo y la maquila surge, como tal, en la frontera estadounidense-mexicana, donde empresarios estadounidenses vienen a aprovecharse de la mano de obra mexicana que es infinitamente más barata, en la década de los ’60 en México se instalan como parte de esa idea de que el progreso puede venir de afuera, el progreso es la occidentalización de las formas de producción, poco después será acompañado del desastre de la revolución verde que deshizo el campo mexicano, como el campo de todo el mundo por cierto. Entre tanto, las mujeres al entrar a las fábricas en masa, cambian la relación, porque son ellas las que aportan al núcleo familiar un ingreso fijo.

La mujer y la producción

D: ¿Es en ese momento, me refiero a la década de los ’60, cuando la mujer mexicana entra a la producción de forma masiva ya tenía alguna participación en ella desde antes?

F: Si, la tenía. Es decir no se reconoce como trabajo, por ejemplo, el trabajo campesino, el trabajo de las personas en la artesanía organizada o en las panaderías, eso es otra cosa. A diferencia de Europa, en la que hubo dos guerras mundiales, las mujeres en Latinoamérica no se tuvieron que usar como ejército de reserva, pero desde 1870 hay mujeres en la industria tabacalera y en la industria textil, que en ese entonces no estaba en la frontera, no había mujeres en el resto de la “gran trabajo industrial”, por ejemplo no había mujeres en las minas, de hecho no las hay todavía, porque, se dice que las mujeres traemos mala suerte en una mina.

Trabajo asalariado de las mujeres lo hay desde finales del siglo XIX, pero en la década de los ’60 cambia este tipo de trabajo y además ya no son dueños mexicanos. Las mujeres participaron en la huelga de Cananea que era una huelga metalúrgica más que otra cosa. Pero en la década de los ’60 ya no son dueños mexicanos, ya no son empresas mexicanas, son fábricas estadounidenses que montan galerones del lado mexicano, porque las leyes de protección de las y los trabajadores son más blandas y porque los mexicanos cuestan menos como trabajadores, cuestan mucho menos. Y esto es un juego terrible del capital internacional porque pone a los trabajadores unos contra otros. El trabajador europeo se siente que le han robado su trabajo los muertos de hambre del tercer mundo y los muertos de hambre del tercer mundo, son muertos de hambre que reciben un salario de mierda de hiperexplotación y este juego perverso inicia en la década de los ’60, en la frontera México-estadounidense. Ahí inicia la maquila e inicia en una ciudad en particular que es Ciudad Juárez, pero se extiende luego a Tijuana y a otras ciudades de la frontera, que son ciudades donde también llega en masa la gente que intenta emigrar a los Estados Unidos y que obviamente era mucho menos que hoy en día. Es decir, la migración hacia Estados Unidos de mexicanos inicia desde principios de siglo, pero en realidad era una frontera muy fluctuante, en parte porque la mitad de Estados Unidos era México y había población mexicana de los dos lados desde siempre, desde antes de la invasión estadounidense, pero en la década de los ’60 empieza a aumentar la migración mexicana, jamás a los niveles de los últimos 6 años o diría yo desde los últimos 18 años, porque en realidad esta fuga de personas de un campo abandonado y de una industria que decae, inicia con el gran impulso neoliberal y en particular desde el 94, con el Tratado del Libre Comercio (TLC), que es un tratado espantoso porque prevé la libre circulación de bienes y no de personas.

La violencia y las maquilas

Hay más de 1.000 muertos al año en la frontera porque si pueden entran los chicles, los calcetines, y todo esto, pero no una persona, una persona puede ser asesinada por ejercer su derecho a la libre circulación, que es un derecho humano.

Las mujeres entran a las maquilas, porque las maquilas se asientan en la frontera, no haciéndoles correr el riesgo de cruzar para Estados Unidos, donde las que cruzan se emplean generalmente en el trabajo domestico y el trabajo agrícola. En cambio las mexicanas que llegan a la frontera de Estados cercanos: Durango, un poco Zacatecas, Estados del Centro norte, llegan a la frontera y empiezan a trabajar ahí. Y ahí empieza un largo camino de explotación de mano de obra femenina que culmina en la década de 1990 con la virtual desaparición de los derechos laborales de las y los mexicanos y como un fenómeno impresionante, de 1999 a 2006 en México han sido asesinadas 6.000 mujeres y niñas. Un presidente que dice que deja la presidencia habiendo resuelto todos los conflictos de este país insulta a 6.000 mujeres y niñas asesinadas a lo largo de un país, muchas de ellas asesinadas en razón de la falta de derechos laborales y de seguridad en los espacios laborales, en particular en las zonas de maquila, en donde los turnos son constantes y donde las mujeres no tiene una seguridad que las apoye, no tienen alumbrado público cuando salen y entran de sus fábricas, no tiene un espacio de vivienda digno, en fin, están obligadas a formas de trabajo impresionantes y a formas de trabajo y de explotación que las vuelven más susceptibles de vivir violencia.

Mujeres rurales y urbanas

D: Devolviéndonos a la década de los ’60 ¿es posible distinguir la situación de las mujeres en el campo y la ciudad, de la mujer campesina y la obrera, hay en las mujeres urbanas ideas más avanzadas sobre los derechos y reivindicaciones de las mujeres?

F: Claro que se puede hacer una diferencia, de hecho el movimiento feminista, como movimiento de la liberación de las mujeres es totalmente urbano, urbano de sectores ilustrados, estudiantes universitarias, de mujeres que han adquirido cierta confrontación con las leyes porque las sufren en un ámbito pero de cierto bienestar, podríamos decir, para lograr mayor bienestar. En cambio en el campo no tenemos un movimiento de mujeres hasta mediados quizás finales de la década de los ’70, cuando voces de esposas de sindicalistas o mujeres que representan grupos campesinos o mujeres reprimidas por una policía que reprimía a las mujeres como forma de reprimir a los hombres, como en Centroamérica, tú sabes muy bien cómo ha funcionado Dick, estas mujeres de repente toman la voz. Una de las voces más importantes tal vez, ha sido la de Domitila la boliviana que hablaba en nombre de las mujeres esposas de los mineros sindicalizados, diciendo “pero nosotras hacemos política y nuestro trabajo tiene un precio, aunque no seamos asalariadas”. Yo creo que voces, testimonios de ese peso, de esa importancia, son las que empiezan a despertar organizaciones campesinas, pero organizaciones indígenas de mujeres, yo en México, debo decir que las conozco a partir del Ejército Zapatista en Chiapas, es decir, seguramente existían, pero por ejemplo las mujeres siguen siendo mujeres que no son dueñas de sus parcelas, porque los ejidos siguen siendo redistribuidos entre hombres hoy en día. Cuando las mujeres indígenas empiezan a organizarse, impulsan a las organizaciones de las campesinas mestizas, todas ellas tienen muchas formas de ser oprimidas que van desde el trabajo agrícola sin reconocimiento, la no propiedad de la parcela, la iglesia católica que les dice que es su deber aguantarse y una violencia machista impresionante.

Este es el séptimo país más violento contra las mujeres, según una organización tan tibia como es UNIFEM, de la ONU, el cuarto es Guatemala y el quinto es Honduras. Es decir, tenemos el terrible privilegio de ser los países no musulmanes más violentos contra las mujeres que hay en el mundo. No sé si el sexto es El Salvador, pero temo que sí.

Autonomía de las mujeres

D: ¿O sea que esta es la región más violenta del mundo?

F: Si, del cuarto al séptimo lugar en el mundo. Creo que es muy importante ver también los elementos culturales del machismo, que tienen que ver con la tradición colonial y su desprecio hacia los indígenas y hacia los mestizos, con el desprecio por el trabajo manual, sea campesino, obrero o técnico, éste último precisamente uno de los espacios donde las mujeres, desde los años ’60, se introducen y se crea ese otro gueto del trabajo femenino que es el trabajo secretarial, un trabajo muy mal pagado. Es decir; un hombre secretario será tan mal pagado como una mujer porque el trabajo secretarial es considerado trabajo femenino y el trabajo femenino se paga mal, sea un hombre o una mujer que lo hace, es trabajo femenino.

Desde principios de los ’70 hasta hoy en día muchas corrientes feministas, desde corrientes feministas radicales con las que yo concuerdo profundamente, reconocen que es necesario la autonomía de las mujeres para revertir una cultura de la violencia machista, que se manifiesta en las leyes, en el trabajo, en el salario, en la casa, en la cama, que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida y en el estudio también. Corrientes en cambio de mujeres que tibiamente intentaron acercarse tanto a organizaciones de tipo socialista, algunas se inscribieron en esos grandes procesos de transformación que fueron las luchas revolucionarias, relegando a un segundo momento la lucha por los derechos de las mujeres, algunas de ellas tomaron las armas, las que eran campesinas hoy no tienen nada y las que pertenecieron a los sectores medios obtuvieron algunos derechos a partir de la lucha de los sectores medios de las mujeres, no guerrilleras, y al final la gran mayoría de las guerras centroamericanas fueron derrotadas, no es cierto que se pactó una paz. De la década de los ’70 hasta ahora tuvimos movimientos autónomos, radicalmente feministas, movimientos de izquierdas en el más amplio gama desde socialdemócratas que pedían derechos y reformas, hasta mujeres guerrilleras y después hubo un movimiento, en cambio, más soterrado, que fue más allá de muchas cosas, por ejemplo en los campos de refugiados de las guatemaltecas en México, esas mujeres lograron en México una presencia política de las mujeres al interior de su comunidad, que muy pocas mujeres campesinas lograron, pero que desgraciadamente cuando se dio el retorno perdieron.

En México hoy en día tenemos desde organizaciones de mujeres campesinas, de mujeres indígenas, de mujeres pescadoras que es bastante interesante, es decir, hoy en día hay un fermento de movimientos, aunque parece que la idea feminista haya entrado en decadencia. Es bastante interesante que ayer, en la Convención Nacional Democrática , no sólo la representantes de las y los indígenas era una mujer indígena que habló de las mujeres indígenas, si no que se tuvo que hacer referencia explícita a las mujeres, a las lesbianas y a los gays dentro de la política nacional. Yo creo que eso, desde la izquierda mexicana, es un avance que viene desde las mujeres. El Partido de la Revolución Democrática solo no lo hubiera hecho porque participa del machismo de todos los partidos políticos mexicanos, una especie de misoginia difusa que todos comparten.

Campesinas, obreras, mujeres intelectuales e indígenas

D: ¿Se ha logrado realmente hacer una combinación de todas las formas de lucha de las mujeres?

F: No, yo creo que ni se conocen, el feminismo autónomo por radical que sea, y por ciertas maravillosas revisiones por ejemplo en Brasil y en Colombia, sigue siendo racista y occidentalocéntrica, por lo tanto considera a las mujeres indígenas como mujeres que no van más allá de reivindicaciones simples, de tipo emancipacionista, que no son capaz de pensar su propia liberación. A su vez, las mujeres indígenas tienen mucha desconfianza de las mujeres urbanas, porque cada vez que se juntan, las mujeres urbanas intentan tomar la palabra en su nombre. Y bueno, han tenido que luchar por tener la palabra de sus hombres, que otras tomen la palabra… No se han juntado, no se conocen, este es un país en donde el 0.5% de la población es rica y apenas un 5% de la población gana un salario que en Europa sería un salario mínimo decente, todos los demás ganan muy poco y entre unos sectores y otros no se conocen, porque no frecuentan los mismos lugares, porque a la universidad no llegan, porque no compran libros, ni entran a un supermercado, entonces, las mujeres campesinas están muy divididas entre sí, también las mujeres indígenas, divididas por distancias, no por ideologías, son entre 800 y 1.500 kilómetros para reunirse, es difícil coordinarse y a esto se suma que las académicas no llegan a los lugares donde las mujeres se reúnen a menos que no se conviertan en objeto de estudio, no en compañeras de lucha, entonces yo no creo que hay una unidad entre esos movimientos aunque seguramente hay un flujo de conocimiento, que van y que vienen. Me encuentro trabajando con mujeres agricultoras de una zona en procesos de urbanización como Tláhuac y de repente me empiezan a hablar de derechos de liberación de las mujeres, como sus derechos, lo cual me parece muy rico porque en realidad están luchando por tener derecho a la propiedad de la parcela que trabajan.

Perspectiva orgánica de la lucha

D: ¿Cuál es la posibilidad real de que estas formas de lucha se puedan unir y cuál es el papel de las organizaciones populares y sus programas políticos para que tenga en cuenta la lucha de las mujeres?

F: Yo creo, que la unión sólo puede venir de las mujeres, no puede venir de ningún otro espacio, pero estas mujeres deben tener la posibilidad de reunirse, mientras estas posibilidades son alejadas, sea porque hay una propaganda en contra de… sea que haya mediatizaciones también por parte del Estado, la tarea de un verdadero frente de las mujeres, que englobe también sus diferencias a favor de ciertas cosas, me parece muy difícil de lograr. La violencia intrafamiliar, callejera y de Estado contra las mujeres, sigue siendo un enorme freno para que esto pueda suceder. Igualmente veo otro freno en la falta de acceso a una economía digna por parte de las mujeres, porque para moverse se necesitan medios, entre otras cosas, acceso al internet o acceso a un autobús o a un avión. Pero todas estas cosas implican la posibilidad de recursos propios. Mientras las mujeres sigan ganando 50 centavos de dólar la hora como en las maquilas, va a ser muy difícil… además con un contubernio terrible, las mujeres que son sindicalizadas no son aceptadas en los trabajos por honorarios o de las maquilas y hay un contubernio entre el Estado y estas maquilas, porque de alguna manera el IMSS, que es el Instituto Mexicano de Seguro Social, da una hoja a los empleadores, que dice si una trabajadora es sindicalizada o no, y en el momento que alguien es sindicalizado no la aceptan en el trabajo y como hay un enorme ejercito de reserva, las mujeres prefieren no sindicalizarse que perder la posibilidad de convertirse en trabajadoras con un salario. Muchas de ellas además son jefas de familia, de ellas depende su núcleo familiar, los núcleos familiares encabezados por mujeres son los más pobres del país, pero son también los más numerosos.

Todos estos aspectos deberíamos tomarlos en consideración, para que se pudiera dar un frente de las mujeres para transformar la cultura política, la cultura social de la misoginia, por el derecho de las mujeres a ser sí mismas en sociedad se necesita pasar por una mejora del salario, por una posibilidad de intercambio de ideas y de encuentro y de una disminución de la violencia, sin estos tres factores es imposible que se encuentran entre sí.

¿Con el hombre o en contra a él?

D: ¿La mujeres pueden lograr esta meta sola o con el hombre?

F: Peleando reconocimientos de sus derechos frente al Estado, se va a pelear en un mundo mixto, el mundo es mixto, creo que hay más de dos sexos entre otras cosas, no sólo más de dos sexualidades, sino mucho mas de dos sexos, toda la intersexualidad ha sido obligada a ser femenina o masculina, sin embargo, el mundo es mixto, es amplio, pero no creo que un mundo dominado por los hombres, como puede ser todavía el mundo político y el mundo sindical, vaya a recoger las demandas de mujeres si éstas no se lo imponen.

D: Dijiste que prácticamente el campo mexicano está abandonado y que este proceso empezó desde los ’60, aún más después del Tratado de Libre Comercio del 94 con Norteamérica, que muchas de estas mujeres que abandonaron el campo ya están en la maquiladora, en los centros urbanos, que es el mismo proceso en todos los países centroamericanos. Entre tanto muchos hombres se van a Norteamérica a trabajar también…

F: Y México se ha convertido en el país de paso para todos ellos.

D: Exactamente. Y al mismo tiempo con el modelo económico neoliberal, se ha creado un sector informal muy grande, que prácticamente es el mayoritario en el mercado laboral de toda América Latina, y en donde la mayoría son mujeres…

F: Si, casi 70 % en México.

D: Eso mismo debe hacer más complicado unir a las mujeres que trabajan 12, hasta 14 horas en la calle con las mujeres de la maquila, que traen también del campo su herencia política, muchas veces muy tradicional. Con este panorama tan complicado ¿cuál es la perspectiva?

F: Esta perspectiva es tan complicada que creo que es un poco azaroso decir que uno va a tener siquiera idea de qué va a ser. El trabajo informal, como tú bien sabes, se sostiene fundamentalmente en la autoexploración, es decir a falta de un gran capital y a falta de seguridad laboral, el trabajo informal descansa sobre trabajadores no reconocidos, generalmente miembros de una familia o el empleo de una familia ampliada, de un núcleo que de alguna manera no tiene salario, pero que tiene casa, comida, ciertas cosas, a cambio de una explotación brutal para la supervivencia no más. Y esta explotación brutal refuerza de alguna manera, la idea de que las mujeres están sometidas al trabajo del núcleo y jamás tienen derechos individuales.

En este sentido el trabajo informal aunque tenga mujeres visibles en la calle, en la venta, en la reventa, en esto, en lo otro, descansa sobre la explotación de muchas más mujeres invisibles. Y también de muchos hombres invisibles, pero los hombres tienen un paralelo más violento que acompaña la informatización del trabajo que podríamos decir es una violencia social, pero que se manifiesta como delincuencial. Ellos entran a las redes de robos de autopartes, a las redes del narcomenudeo, del narcotráfico. México es un país de paso donde no sólo hay grandes carteles del narcotráfico, si no que hay carteles que han empezado a vender a su interior y a convertir a México no sólo en un país productor, transportador sino también consumidor. Este es un trabajo mayoritariamente masculino, aunque obviamente también en estas redes hay mujeres, mientras el trabajo informal es mayoritariamente femenino, aunque en el trabajo informal haya hombres. Qué va a suceder con eso… la delincuencia fortalece la violencia y la violencia en México, como en Centroamérica, tiene esa característica misógina muy marcada, toda violencia incrementa la violencia. Es muy importante regresar a la posibilidad de una economía regida desde un colectivo y no desde corporaciones capitalistas hiperexplotadoras. Esto es un paso que acerca de alguna manera los derechos de las mujeres nuevamente a los derechos de cuño social como a principios del siglo XX, tenemos un regreso a la situación de principios de siglo XX, para que las mujeres hoy en día se liberen no es necesaria la revolución socialista pero es necesaria una recuperación de un espacio de valores y derechos laborales generalizados que redunden en el espacio del valor del ser humano como tal, no de la mercancía, sino de la persona. Y para regresar al valor de la persona, hay que redefinir lo que es persona, y la persona ya no puede ser definida en términos de hombre, la persona ya nunca más puede ser regida por un discurso que la identifique con el hombre blanco, culto, ni viejo ni joven, que no tenga discapacidades, es decir, hay que redefinir en un sentido infinitamente más amplio el concepto de persona humana, encontrarle una relación con diversas formas de bienestar, que no puede estar definido desde una idea occidental, y también de muchas formas de economía. Porque hay economías campesinas que han sido barridas por esta nueva ola de capitalismo que junto con la economía campesina aparece también la figura del ser humano, como ser humano.

¿Carácter socialista de la lucha femenina?

D: ¿Y las ideas socialistas? Por ejemplo en mi país a final de la década de los ’60 apareció un grupo de mujeres independientes pero socialistas y decían: “ninguna liberación de las mujeres sin lucha de clases” y con la lucha de clases se debe llegar a un nuevo sistema económico-político que debe ser el socialismo. Solamente durante el socialismo puede ser liberada la mujer. ¿Qué me puedes decir de esto?

F: Muy interesante, te voy a decir, no sólo a través de la liberación del ser humano se pueden dar las bases reales de la liberación de las mujeres, que va mucho más allá de eso, sino que te voy a decir que al socialismo hay que agregarle una lucha sistemática contra el racismo y contra, podríamos decir, las secuelas o las modificaciones del colonialismo.

Esto es muy importante porque mientras tengamos WalMart por toda América Latina, la lucha para la dignificación de la persona va a ser muy difícil. Y mientras sigamos pensando que el esperma del hombre blanco es aquel que dignifica a una raza que se mejora, entonces estamos atrapados en una visión de características racistas que afecta a las mujeres latinoamericanas, todas.

D: ¿O sea la mentalidad durante el socialismo se tiene que cambiar también totalmente?

F: Es que si el socialismo sigue siendo occidentalicéntrico, no nos sirve.

Las mexicanas y López Obrador

D: Ayer estuvimos en la plaza del Zócalo en la capital mexicana, con más de un millón de personas, donde el pueblo ratificó a su presidente López Obrador. El en su discurso puso muchos puntos que no acepta y se manifestó a favor de los derechos de las mujeres…

F: No acepta la extrema pobreza de este pueblo como primer punto y se expresó a favor de los derechos de las mujeres, los derechos de los pueblos indígenas, los derechos de los gays, los derechos de las lesbianas, los derechos de la tercera edad, los derechos de las y los minusválidos…

D: Es una plataforma democrática bastante sobretodo en este país.

F: Es una plataforma política importante, todavía no es una plataforma política socialista, no tocó otros temas, pero es una plataforma de una democracia que se abre a una idea de ciudadanía más amplia que la anterior. Y que tiende a romper el contubernio racismo-sexismo-discriminación que se esconde en el fondo…en la idea de la derecha mexicana de que el pueblo mexicano es incapaz de decidir por sí mismo. Ayer tú estabas allí en esa asamblea de un millón de doscientas mil personas, una asamblea de delegados de su pueblo además, fue una asamblea bastante plebiscitaria, con todo lo positivo y negativo que eso pueda tener. Yo que vengo de una idea de autonomía, de trabajo de célula y todo eso, hubiera preferido un nivel de diálogo mayor, pero creo que era muy importante que el pueblo mexicano pudiera expresar su palabra frente a alguien que le cree que es suya, porque la derecha, la iglesia católica, los empresarios y también la inteligencia mexicana, creen que el pueblo mexicano es incapaz de opinar por si solo y lo creen porque son racistas. Ayer no participó ninguno de ellos, anoche participó el pueblo mexicano, participó y voto, expresó su idea, expresó su voto, por mucho que lo hiciera en forma masiva y plebiscitaria, lo hizo de veras, era impactante el día de ayer.

D: Anteayer también las organizaciones feministas se reunieron en el museo de México y prepararon su propio documento para entregar a la Convención Nacional Democrática. Es decir, las mujeres ahí tienen una buena participación, ¿eso podría ser un embrión para que la mujer mexicana forje su propio futuro?

F: Si, es un primer embrión, obviamente no es todo el feminismo mexicano el que participa del lado de la Convención Nacional Democrática, hay otros grupos desde una radical autonomía que por lo tanto no buscan una representación, hasta mujeres que han buscado otras formas de representación política en otros partidos. Pero si me parece muy importante, las mujeres autónomamente se reunieron y aportaron su documento a la Convención y la Convención no fingió no haberlo tenido, que es también muy importante porque significa un cambio en la relación democrática de la dirigencia política de la centroizquierda mexicana hacia las mujeres.

Gran participación de mujeres en la CDN

D: La impresión que a mí me dio anoche fue que había más mujeres que hombres ahí en la plaza, yo no sé si fue una impresión subjetiva, pero vi a muchas jóvenes y señoras ancianas también…

F: Se notaban mucho la presencia de las mujeres ayer, no sé si las mujeres eran la mitad o un poquito más, más o menos, pero se notaba mucho, porque la mayoría de la presencia juvenil era de mujer y la mayoría de la presencia de la tercera edad era de mujeres. Ver contingentes de viejas y chavitas da gusto y se nota, yo creo que era más o menos la mitad. Pero los hombres de mediana edad también participaron mucho…

D: Para ir finalizando esta interesante entrevista, Francesca, después de 26 años de vivir en México y estar inmersa en las discusiones del feminismo sobre el papel de las mujeres en las sociedades y la liberación de la mujer ¿ves diferencias en la forma en que se dan estos debates en América Latina y otros continentes?

F: Yo creo que el feminismo latinoamericano, sobre el que he venido trabajando, yo soy filósofa de formación, por lo tanto lo he trabajado como teoría durante los últimos 15 años por lo menos. El feminismo latinoamericano es fundamentalmente una teoría política, no lo es exclusivamente, pero el aporte al feminismo mundial, que es un movimiento internacional e internacionalista, el aporte de la teoría latinoamericana al feminismo es un aporte de teoría política. Podría decir que hay otros aportes, pienso en el aporte desde el psicoanálisis, el aporte filosófico o el aporte sobre la liberación sexual que también existen en América Latina, pero no son tan fundamentales y quizá sean mucho más dependientes a las ideas estadounidenses y europeas.

Esta teoría política latinoamericana, desde las palabras de Julieta Kirkwood y de Margarita Pisano en Chile, ha vinculado siempre políticamente el nivel íntimo, el nivel privado y el nivel público de la liberación de las mujeres. No se pueden vivir como ámbitos separados y se interrelacionan entre sí. Ellas empezaron a decir esto a principios de la década de los ’80, finales de los ’70 en plena dictadura pinochetista, cuando decían: “democracia en la calle, en la cama y en la casa”. Yo creo que esos son aportes reales.

¿Mujeres en los ministerios?

Ahora bien, en América Latina ha habido siempre límites al feminismo, límites que han venido tanto de la derecha, sobre todo de una derecha católica, como de la izquierda. La izquierda siempre pretendió de alguna manera que la lucha de las mujeres estuviera supeditada a la lucha social global y la derecha siempre pensó que el papel de las mujeres estaba ligado al espacio privado. Hoy en día las derechas latinoamericanas, en particular en México, en Colombia, diría que en Paraguay, tienden a hacer un discurso oficial, que es el discurso de la lucha contra la violencia. Con una gran propaganda de programas contra la violencia pero al mismo tiempo sin una verdadera manifestación en el espacio, por ejemplo, de la reforma policíaca.

Si por ejemplo una mujer que es violada en México denuncia es violada nuevamente por el Ministerio Público, porque hay una violencia que se manifiesta también en los exámenes médicos, en que no te creen de entrada porque eres una mujer. Una enorme propaganda con altos costos sociales en donde toda la derecha está de acuerdo en que las mujeres no deberían sufrir violencia y la derecha sigue otro juego muy perverso, da lugares de poder a mujeres de su ideología. Entonces, de repente tenemos ministras, en Colombia tuvimos una ministra de la guerra, cuando, si hay algo realmente contrario a posiciones de políticas de las mujeres es la visión de la guerra de Estado y de la reproducción de la propia nación y del propio pueblo. No obstante tenemos ministras con mayor facilidad en los países gobernados por la derecha porque así cumplen con una cierta visibilidad de las mujeres que se confunde con el logro de su equidad. Y este, no quisiera llamarlo así, este feminismo de derecha, daña muchísimo al movimiento de mujeres.

D: Así es exactamente en Suecia, la mitad de los ministros son mujeres (con el gobierno socialdemócrata que perdió a una alianza de derecha el 17 de septiembre, el mismo día por la entrevista), pero la política es igual lamentablemente.

F: Exacto, porque son mujeres que no vienen con una conciencia de una política de las mujeres, sino que son las esposas, las hijas, las privilegiadas del sistema político tradicional y de las nuevas derechas, pensemos en cómo se ha ido cerrando el acceso a las universidades, aún en Europa. En Inglaterra a partir de este año se pagará la universidad, lo que es un escándalo, es la Inglaterra que todos los europeos del sur envidiábamos porque tenía becas para los estudiantes, hoy en día es un país donde se piensa que el estudio debe ser para los ricos. De esas universidades saldrán hombres y mujeres, pero hombres y mujeres que simplemente quieren miles de euros al año para gastar.

D: Muchísimas gracias Francesca. Este tema es tan grande que entre más hablamos más temas encontramos. ¿Quisieras agregar algo más para finalizar?

F: Yo creo que después de más de siglo y medio de feminismo en México, más de dos siglos y medio de feminismo en términos generales y de haber atravesado posiciones liberales, anarquistas, socialistas, hoy en día debemos darnos cuenta de que el feminismo si es un movimiento progresista, que hay que creer a las mujeres feministas, que estas no deben perder su autonomía, pero que también ellas deben descubrir y redefinir desde sus propios grupos cómo intervenir en el mundo mixto.

Notas:
1) Francesca se refiere al nacimiento del movimiento hacia 1870. A partir del cual se convocó al primer encuentro feminista, al parecer el primero en toda Latinoamérica, que se realizó en 1916. Ella misma en su libro “las ideas feministas latinoamericanas” de Ediciones desde abajo y del Departamento Ecuménico de Investigaciones (Costa Rica), Medellín del 2004, nos dice: “Con la llegada del general revolucionario socialista Salvador Alvarado a Yucatán, en 1915, comenzó una nueva época para esa zona maya con la introducción de reformas sociales, políticas y económicas. Junto a la lucha contra la clase dominante a la que el propio Alvarado bautizó como la ‘casta divina’, y que se concretó en la liberación de los peones de hacienda, Alvarado apoyó un movimiento feminista que había visto la luz en el lejano 1870, cuando la poeta y maestra Rita Cetina Gutiérrez fundó La Siempreviva, un grupo sufragista en Yucatán, compuesto fundamentalmente por maestras que teorizaban sobre la educación y, en especial, la educación de las mujeres” (p. 102)
2) “…afirmaba claramente que una mujer igual al hombre significaría ‘el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana’. El lugar ideal para la mujer era el hogar. Para Proudhon las cosas estaban claras: ‘no hay otra alternativa para las mujeres que la de ser amas de casa o prostitutas’ ”. En: http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/movobrero.htm
3) Convención Nacional Democrática, convocatoria a todas las organizaciones sociales progresistas de México, por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Realizada da en el Zócalo el 16 de septiembre de 2006.

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