Haber estudiado en escuelas privadas (si son confesionales, mejor),
con estudios en el extranjero (reduciendo lo extranjero a Estados
Unidos), con vinculación laboral en la iniciativa privada, con un paso
previo por el gobierno de Zedillo y/o de Fox, de rancia militancia
panista y comprometidos ideológicamente con las "reformas
estructurales", cualquier cosa que esto signifique, es el perfil de
los integrantes del gabinete presentados hasta ahora.
Tal es el genoma político del gabinete ideal que en 1924 describiera
Robert Lansing, secretario de Estado del presidente norteamericano
Wodrow Wilson (1915-1920), precisamente durante los años de lucha
entre las fracciones revolucionarias mexicanas. Wilson estaba muy
preocupado de que Alemania, en plena guerra mundial, se apoderara del
backyard de Estados Unidos, mediante acuerdos con los jefes
revolucionarios, para lo cual instruyó a Lansing elaborar un plan para
identificar quién de los líderes revolucionarios podría garantizar
orden y estabilidad desde la silla presidencial y, de inmediato,
apoyarlo.
Lansing informaría a Wilson que los grupos revolucionarios estaban muy
fragmentados y que ninguno de sus líderes aseguraba el liderazgo
nacional, con el agravante de que sería inmediatamente derrocado en
cuanto se le identificara con el gobierno de Estados Unidos. Ante ese
diagnóstico, un desesperado Wilson habría ordenado a Lansing preparar
la imposición de un ciudadano norteamericano como Presidente de
México, a lo cual su prudente secretario de Estado habría respondido,
"peor, imposible": los revolucionarios se unirían e iniciaría una
nueva guerra contra el vecino del norte. Lansing habría sugerido un
plan alterno. El episodio está documentado en el valioso libro de
Friedrich Katz, La guerra secreta en México, editorial Era.
Cuatro años después de haber dejado su cargo, Lansing difundió en un
artículo periodístico (25 de febrero de 1924, America Magazine
Archives), su plan alternativo para garantizar la conquista política
de México. El plan se reducía a una propuesta sencilla, pero eficaz:
la colonización de su clase dirigente.
"México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta
con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar
la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano,
ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más
tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas
de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo
de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo
de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes. Con
el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y
eventualmente se adueñarán de la Presidencia. Sin necesidad de que
Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que
queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros".
Estamos en presencia de una Presidencia y de un gabinete Lansing, es
decir, con integrantes plenamente colonizados y colonizables, que se
propondrán ser más neoliberales que Milton Friedman, más panistas que
el conservador demócrata Manuel Gómez Morín, más republicanos que su
contraparte en el congreso norteamericano y más papistas que el Papa
Benedicto XVI.
La Presidencia y el gabinete Lansing, por ejemplo, jamás propondrán
una reforma del banco central para que incorpore entre sus objetivos
centrales la generación de empleos, además del control de la
inflación, como acontece en los bancos centrales europeos y asiáticos.
Jamás irritarían a los agentes financieros de Nueva York con una
propuesta heterodoxa de incrementar moderadamente el gasto público o
el déficit fiscal, cuando en Estados Unidos ya no se debaten estas
realidades, sino la magnitud de las mismas. Jamás cometerían la
blasfemia de renegociar la entrada en vigor de la libre importación de
maíz, trigo, frijol y leche, aún con apoyo de la OMC, cuando está
demostrado que son los productos más subsidiados en Estados Unidos y
Europa.
Si Robert Lansing viviera escribiría en su diario: "Tardecito, pero
llegaron. Demos la bienvenida a las autoridades locales del estado 51
de la unión americana".
Qué bueno que hay una Presidencia y un gabinete alternativos. Que vean
los mexicanos que no todo es "pensamiento único" en lo económico; que
hay opción más allá de la imposición y que no todos los políticos ni
los partidos se pasan de Lansing.
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