martes, agosto 08, 2006

El ridículo de los abajofirmantes Woldenberg, Krauze…

A pesar de que irresponsablemente el Tribunal Electoral no autorizó el recuento total, voto a voto, casilla a casilla (que era lo único que podía limpiar la elección del 2 de julio pasado), el hecho de que haya ordenado un recuento parcial (de 11 mil 839 casillas, casi todas ubicadas en entidades que ganó el PAN) descalifica brutalmente al Instituto Federal Electoral. Para el Tribunal, una simple operación aritmética hubiera bastado para que, a la hora del cómputo distrital, los consejos distritales hubieran decidido abrir por lo menos esos 11 mil 839 paquetes electorales para volver a contar los sufragios, aunque no lo hubiese pedido ningún partido político. Pero no ocurrió así. Esto es, el IFE simplemente falló, lo que tendría que ser suficiente para que renunciasen todos los consejeros del Instituto, sobre todo su presidente, Luis Carlos Ugalde. No ocurrirá porque, en el México de hoy, la dignidad no está de moda.

Pues bien, los que han quedado en ridículo son los intelectuales que, la semana pasada, firmaron un desplegado en apoyo al IFE. Se trató de un texto redactado con el único propósito de oponerse a la exigencia, absolutamente legítima, del recuento voto a voto. Qué mal se vieron, de plano, José Woldenberg, Héctor Aguilar Camin, Jorge G. Castañeda, Enrique Krauze, Federico Reyes Heroles, Ramón Xirau, Soledad Loaeza, Raúl Trejo Delarbre, Leo Zukermann, Rafael Pérez Gay, Luis González de Alba, María Amparo Casar, Alejandro Rossi, Denise Dresser, Germán Dehesa y muchos otros. Pobres, los engañaron y, lo peor, gustosamente se dejaron engañar

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