Algunos no discuten otra cosa que los plantones en el Paseo de la Reforma, pero el asunto de fondo sigue siendo el del recuento. El Tribunal Electoral ha creado la vía procesal para resolver la petición de abrir los paquetes como un incidente del juicio de inconformidad. En cualquier momento, los magistrados pueden estar en condiciones de votar si admiten la petición.
La base del recuento es la pequeña diferencia de votos. Este elemento no es despreciable y no se supera con la máxima de que una elección se decide por un solo voto. La anulación en Tabasco se produjo debido a una situación de iniquidad generalizada y demasiado evidente, pero el punto decisivo fue la pequeña diferencia entre los principales contendientes. Por más iniquidad, si no se hubiera presentado tan pequeño margen, la elección de gobernador de ese estado jamás se habría anulado.
La pequeña diferencia no es el único argumento, pero es el principal, ya que los indicios de errores o alteraciones de resultados se amarran en esas 58 centésimas de punto porcentual que arrojaron los cómputos distritales.
Es del todo natural que quien está abajo en los cómputos recurra al Tribunal Electoral. Lo mismo hubiera hecho Felipe Calderón. El asunto del plantón se debe a que, mientras el panista hubiera tenido todo el apoyo de los medios, del gobierno y de los grupos de presión para lograr el recuento, López Obrador no puede echar mano más que de la movilización de la gente. En otras palabras, Calderón es un candidato oficial y López Obrador es el dirigente de un movimiento popular a favor del cambio.
Los magistrados tampoco deben estar seguros de que los cómputos reflejan el sentido exacto de la votación. Y como no pueden juzgar algo sin tener todos los elementos, tendrían que recurrir a un nuevo cómputo. La idea de abrir sólo un porcentaje de paquetes para observar si los nuevos resultados están alejados de los originales y, de ser así, proceder con las demás casillas, no parece ser más fácil que la de ordenar el recuento completo. ¿Cuál sería la norma, y con base en qué, para decidir si hace falta abrir todos los paquetes a la luz de un resultado parcial por más representativa que pudiera ser la muestra seleccionada de casillas? ¿De qué tamaño debería ser la diferencia entre el cómputo anterior y el nuevo en la muestra de paquetes electorales? Con dos votos por casilla, en promedio, el resultado cambiaría por completo, por lo que sería mejor que el recuento fuera total y rápido, como en Costa Rica.
La base del recuento es la pequeña diferencia de votos. Este elemento no es despreciable y no se supera con la máxima de que una elección se decide por un solo voto. La anulación en Tabasco se produjo debido a una situación de iniquidad generalizada y demasiado evidente, pero el punto decisivo fue la pequeña diferencia entre los principales contendientes. Por más iniquidad, si no se hubiera presentado tan pequeño margen, la elección de gobernador de ese estado jamás se habría anulado.
La pequeña diferencia no es el único argumento, pero es el principal, ya que los indicios de errores o alteraciones de resultados se amarran en esas 58 centésimas de punto porcentual que arrojaron los cómputos distritales.
Es del todo natural que quien está abajo en los cómputos recurra al Tribunal Electoral. Lo mismo hubiera hecho Felipe Calderón. El asunto del plantón se debe a que, mientras el panista hubiera tenido todo el apoyo de los medios, del gobierno y de los grupos de presión para lograr el recuento, López Obrador no puede echar mano más que de la movilización de la gente. En otras palabras, Calderón es un candidato oficial y López Obrador es el dirigente de un movimiento popular a favor del cambio.
Los magistrados tampoco deben estar seguros de que los cómputos reflejan el sentido exacto de la votación. Y como no pueden juzgar algo sin tener todos los elementos, tendrían que recurrir a un nuevo cómputo. La idea de abrir sólo un porcentaje de paquetes para observar si los nuevos resultados están alejados de los originales y, de ser así, proceder con las demás casillas, no parece ser más fácil que la de ordenar el recuento completo. ¿Cuál sería la norma, y con base en qué, para decidir si hace falta abrir todos los paquetes a la luz de un resultado parcial por más representativa que pudiera ser la muestra seleccionada de casillas? ¿De qué tamaño debería ser la diferencia entre el cómputo anterior y el nuevo en la muestra de paquetes electorales? Con dos votos por casilla, en promedio, el resultado cambiaría por completo, por lo que sería mejor que el recuento fuera total y rápido, como en Costa Rica.
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