Juan Enríquez Cabot
Hagamos a un lado parte del debate, del ruido y furia. Me parece, salvo evidencia contundente, que fue suficiente la participación y supervisión ciudadana, durante el día de la elección, para poder decir que la votación favoreció a Felipe Calderón. Capaz que una semana antes, una semana después, el resultado pudiera haber sido otro. Pero al parecer el 2 de julio no lo fue. Luego entonces, ¿por que tanto lío?
Entiendo que la diferencia de votos es mínima, pero al día de hoy ninguna prueba presentada me ha convencido de que haya motivo para nombrar, encumbrar, declarar legalmente otro Presidente. Creo que la mayor parte del país está de acuerdo con esto. Calderón, el PAN, una parte importante de la sociedad argumentan que tiene derecho legal de gobernar. Que ya chale. Y tienen la razón legal.
El problema de fondo no aparenta ser fraude electoral el 2 de julio. El problema es que para muchos, quizás la mayoría en el país, y especialmente para los pobres, decir que algo es "legal" es señal de que ya te fregaste. A menudo encuentros con una autoridad "legal," sea ésta un juez, abogado, Ministerio Público, policía, agente estatal o federal, es, por decir algo, un asunto no muy placentero. Lo legal no es claro sinónimo de justicia. A menudo lo llamado legal es sinónimo de corrupción, abuso, arbitrariedad y a veces violencia.
Este es país donde demandas legales silencian voces que acusan a familia presidencial. Callan a quienes denuncian asesinatos masivos en Juárez. Lo legal es lo que impide que se persiga al nene verde, a Bejarano, a los narcos puestos en libertad esta semana por "fallas de procedimiento". Lo legal es excusa para extender monopolio ilegítimo, mantener precioso gobernador, encubrir un Fobaproa que costó la quinta parte de lo que produce el país en un año. Lo legal ampara manifestaciones sin fin de maestros en Oaxaca.
Derecha e izquierda, vivo y criminal, oligarca y revoltoso llevan años amparándose, justificando, defendiendo y manteniendo posiciones que podrán ser legales, pero que son profundamente ilegítimas. Y aquí precisamente está el meollo del lío electoral, por eso es tan delicado que Calderón refriegue una y otra vez su triunfo basándose en lo legal.
Para muchos la elección no se pudrió el 2 de julio. Se pudrió cuando se intentó eliminar "por lo legal" al principal contrincante. O cuando se desciudadanizó al IFE, se implantaron enanos de partidos y se excluyó al PRD. Se pudrió cuando acusose a candidato en Jalisco de ser narco y a Echeverría de ser genocida, para luego acabar con un "disculpe usted, resulta que por motivos legales siempre no". Se pudrió cuando se rebasó todo tope en los gastos de campaña.
En las protestas postelectorales del Zócalo seguramente había acarreados. Pero también había mucha gente harta, cansada, furiosa. Una de ellas sencillamente dijo "lo que realmente queremos es que ya no nos jodan". Porque a muchos, legalmente, los han jodido en salario, empleo, prestaciones, vivienda, salud, pensión y educación.
Lo que ya vimos en el Zócalo un par de veces es otro ¡Ya Basta!, como aquel del subcomandante Marcos. Éstos no usan armas o toman cuarteles o se secuestran gobernadores, pero es, de nuevo, aviso, son palabras mayores. Es, nuevamente, un grupo cada vez mayor dispuesto a todo. Digamos es un Zócalo circa 1988 multiplicado por mil. Es grupo harto de lo legal, del sistema, de todo partido no importando color o sabor. Es gente desesperada que al no poder albergarse en lo legal e institucional personaliza en un caudillo su hartazgo y furia. Quieren deshacer un sistema que los ha madreado durante generaciones.
Lo legítimo sería reconocer lo que se expresa y empezar a desarmarlo con inmenso cuidado. El lío de fondo no es López Obrador. Es síntoma. Es quien surfea gran ola para beneficio propio. Acaso actúa como lupa, concentrando energía para quemar. Lo que hace, hasta ahora legal, es cada día más peligroso. No se puede demandar recuento avisando que de no favorecerlo seguirán las marchas. No se puede justificar agresión personal a contrincante. No se puede declarar que la única salida válida es que llegue a la silla susodicho caudillo.
Y aquí yace el segundo gran lío postelectoral. Para millones lo que demandan y hacen los otros en absolutamente ilegítimo. Aun habiendo un recuento favorable sería muy difícil, en el México de hoy en día, sentar en la silla al señor López sin sobresaltos y consecuencias mayores. Es demasiado el odio acumulado entre millones de ciudadanos y de dólares.
Ya pasamos a otra etapa. Lo que habría que buscar es lo legítimo más que lo legal. Es perfectamente legal que el señor Calderón decida seguir los pasos de Fox e irse a España de gira para celebrar su triunfo. Pero, dada la pequeña controversilla con Mr. Aznar y Repsol, es profundamente ilegítimo. ¿No sería mejor mandar el mensaje "México es primero. No voy a viajar más que lo indispensable mientras no logremos resultados concretos"?
Lo cual nos lleva al gabinete legal. Hará una semana, Calderón & Cia., publicaron en primera plana flamante foto de protogabinete. Pudiera haberse recortado de la sección Empresas. Puro jovencito y niñas nice. Camisitas blancas. Corbatas Hermès. Hagan de cuenta la convención de mercadólogos de la Coca-Cola. Vaya, si Santiago Creel apareciera en esta foto aparentaría ser el más duro, malvado y maloso. Gabinete legal que no es reflejo del país. No hay persona que sepa negociar frente a un machete, que haya vivido en zona de guerra o que haya enfrentado verdadero matón. No hay quien sepa entrar caminando, como representante del gobierno, solo, a protesta masiva en el Zócalo, a escuchar, argumentar, defender y capaz que hasta a convencer.
El argumento ante encrespada masa no es "tengo la ley de mi lado". Hay que convencer a propios, y a muchos adversarios, de que es legítimo tomar una acción u otra. Donde se empezó a equivocar el PAN es cuando pensó que para gobernar bastaba eliminar, callar, exiliar al Peje. Esto no resuelve el lío de fondo. Traemos entre manos un país profundamente dividido entre el siglo XXI y los millones que se sienten profundamente agraviados por lo moderno, lo legal, la apertura y la privatización. Ésta es batalla que se da a diario en países tan disímbolos como Irán, Líbano, Afganistán, Nigeria, Francia, Italia, Brasil, Venezuela, Argentina y, claro, en las diversas regiones de los tantos Méxicos. En muchos otros lugares la consecuencia de empeñarse en defender lo legal por encima de lo legítimo no ha sido si llega un candidato u otro. La consecuencia ha sido que el país mismo se fractura, se divide, se pierde
Hagamos a un lado parte del debate, del ruido y furia. Me parece, salvo evidencia contundente, que fue suficiente la participación y supervisión ciudadana, durante el día de la elección, para poder decir que la votación favoreció a Felipe Calderón. Capaz que una semana antes, una semana después, el resultado pudiera haber sido otro. Pero al parecer el 2 de julio no lo fue. Luego entonces, ¿por que tanto lío?
Entiendo que la diferencia de votos es mínima, pero al día de hoy ninguna prueba presentada me ha convencido de que haya motivo para nombrar, encumbrar, declarar legalmente otro Presidente. Creo que la mayor parte del país está de acuerdo con esto. Calderón, el PAN, una parte importante de la sociedad argumentan que tiene derecho legal de gobernar. Que ya chale. Y tienen la razón legal.
El problema de fondo no aparenta ser fraude electoral el 2 de julio. El problema es que para muchos, quizás la mayoría en el país, y especialmente para los pobres, decir que algo es "legal" es señal de que ya te fregaste. A menudo encuentros con una autoridad "legal," sea ésta un juez, abogado, Ministerio Público, policía, agente estatal o federal, es, por decir algo, un asunto no muy placentero. Lo legal no es claro sinónimo de justicia. A menudo lo llamado legal es sinónimo de corrupción, abuso, arbitrariedad y a veces violencia.
Este es país donde demandas legales silencian voces que acusan a familia presidencial. Callan a quienes denuncian asesinatos masivos en Juárez. Lo legal es lo que impide que se persiga al nene verde, a Bejarano, a los narcos puestos en libertad esta semana por "fallas de procedimiento". Lo legal es excusa para extender monopolio ilegítimo, mantener precioso gobernador, encubrir un Fobaproa que costó la quinta parte de lo que produce el país en un año. Lo legal ampara manifestaciones sin fin de maestros en Oaxaca.
Derecha e izquierda, vivo y criminal, oligarca y revoltoso llevan años amparándose, justificando, defendiendo y manteniendo posiciones que podrán ser legales, pero que son profundamente ilegítimas. Y aquí precisamente está el meollo del lío electoral, por eso es tan delicado que Calderón refriegue una y otra vez su triunfo basándose en lo legal.
Para muchos la elección no se pudrió el 2 de julio. Se pudrió cuando se intentó eliminar "por lo legal" al principal contrincante. O cuando se desciudadanizó al IFE, se implantaron enanos de partidos y se excluyó al PRD. Se pudrió cuando acusose a candidato en Jalisco de ser narco y a Echeverría de ser genocida, para luego acabar con un "disculpe usted, resulta que por motivos legales siempre no". Se pudrió cuando se rebasó todo tope en los gastos de campaña.
En las protestas postelectorales del Zócalo seguramente había acarreados. Pero también había mucha gente harta, cansada, furiosa. Una de ellas sencillamente dijo "lo que realmente queremos es que ya no nos jodan". Porque a muchos, legalmente, los han jodido en salario, empleo, prestaciones, vivienda, salud, pensión y educación.
Lo que ya vimos en el Zócalo un par de veces es otro ¡Ya Basta!, como aquel del subcomandante Marcos. Éstos no usan armas o toman cuarteles o se secuestran gobernadores, pero es, de nuevo, aviso, son palabras mayores. Es, nuevamente, un grupo cada vez mayor dispuesto a todo. Digamos es un Zócalo circa 1988 multiplicado por mil. Es grupo harto de lo legal, del sistema, de todo partido no importando color o sabor. Es gente desesperada que al no poder albergarse en lo legal e institucional personaliza en un caudillo su hartazgo y furia. Quieren deshacer un sistema que los ha madreado durante generaciones.
Lo legítimo sería reconocer lo que se expresa y empezar a desarmarlo con inmenso cuidado. El lío de fondo no es López Obrador. Es síntoma. Es quien surfea gran ola para beneficio propio. Acaso actúa como lupa, concentrando energía para quemar. Lo que hace, hasta ahora legal, es cada día más peligroso. No se puede demandar recuento avisando que de no favorecerlo seguirán las marchas. No se puede justificar agresión personal a contrincante. No se puede declarar que la única salida válida es que llegue a la silla susodicho caudillo.
Y aquí yace el segundo gran lío postelectoral. Para millones lo que demandan y hacen los otros en absolutamente ilegítimo. Aun habiendo un recuento favorable sería muy difícil, en el México de hoy en día, sentar en la silla al señor López sin sobresaltos y consecuencias mayores. Es demasiado el odio acumulado entre millones de ciudadanos y de dólares.
Ya pasamos a otra etapa. Lo que habría que buscar es lo legítimo más que lo legal. Es perfectamente legal que el señor Calderón decida seguir los pasos de Fox e irse a España de gira para celebrar su triunfo. Pero, dada la pequeña controversilla con Mr. Aznar y Repsol, es profundamente ilegítimo. ¿No sería mejor mandar el mensaje "México es primero. No voy a viajar más que lo indispensable mientras no logremos resultados concretos"?
Lo cual nos lleva al gabinete legal. Hará una semana, Calderón & Cia., publicaron en primera plana flamante foto de protogabinete. Pudiera haberse recortado de la sección Empresas. Puro jovencito y niñas nice. Camisitas blancas. Corbatas Hermès. Hagan de cuenta la convención de mercadólogos de la Coca-Cola. Vaya, si Santiago Creel apareciera en esta foto aparentaría ser el más duro, malvado y maloso. Gabinete legal que no es reflejo del país. No hay persona que sepa negociar frente a un machete, que haya vivido en zona de guerra o que haya enfrentado verdadero matón. No hay quien sepa entrar caminando, como representante del gobierno, solo, a protesta masiva en el Zócalo, a escuchar, argumentar, defender y capaz que hasta a convencer.
El argumento ante encrespada masa no es "tengo la ley de mi lado". Hay que convencer a propios, y a muchos adversarios, de que es legítimo tomar una acción u otra. Donde se empezó a equivocar el PAN es cuando pensó que para gobernar bastaba eliminar, callar, exiliar al Peje. Esto no resuelve el lío de fondo. Traemos entre manos un país profundamente dividido entre el siglo XXI y los millones que se sienten profundamente agraviados por lo moderno, lo legal, la apertura y la privatización. Ésta es batalla que se da a diario en países tan disímbolos como Irán, Líbano, Afganistán, Nigeria, Francia, Italia, Brasil, Venezuela, Argentina y, claro, en las diversas regiones de los tantos Méxicos. En muchos otros lugares la consecuencia de empeñarse en defender lo legal por encima de lo legítimo no ha sido si llega un candidato u otro. La consecuencia ha sido que el país mismo se fractura, se divide, se pierde
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