Ortiz Pincheti escribe en La Jornada
Yo creo que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ganará la carrera. Su ventaja será rotunda. Como sea, él y su insólita campaña cambiarán la política mexicana:
La lucha electoral tendrá que centrarse, de ahora en adelante, en el contacto con las masas populares. El éxito de las concentraciones en número y entusiasmo, y su costo insignificante, en comparación con la campaña mediática, obligará a repensar todo el asunto. En lugar de acudir, como los panistas y los priístas, al padrinazgo de los grupos de interés, AMLO está libre de compromisos con ellos y podría iniciar su proyecto negociando desde una posición de fuerza.
Ha cambiado la perspectiva de la izquierda. Aunque pone la prioridad en la redistribución del ingreso para favorecer a los más pobres (50 por ciento gana menos de cuatro dólares diarios), no descalifica la economía de mercado ni combate a los empresarios. A pesar de todas las calumnias, no ha estimulado la lucha de clases. Respeta a los productores que arriesgan su dinero, pagan impuestos y obtienen ganancias. Se niega a magnificar la burocracia y el poder abusivo del Estado. Confía en que la inversión pública se asocie con la privada.
Tampoco ha emprendido un litigio contra los intereses o el gobierno de Estados Unidos. Rechaza el entreguismo, pero acepta como propósito central de su política exterior la colaboración con ese país. La creación de fondos de inversión con los dos socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte revela su intención de frenar el éxodo de los mexicanos hacia el norte. No es raro que el editorial de The New York Times del 19 de junio pasado rechace la idea de que AMLO es un peligro para México o para Estados Unidos.
AMLO ha definido y desenmascarado a sus adversarios. De hoy en adelante sabemos que los verdaderos enemigos del cambio no son los liberales ni los conservadores, ni los empresarios, ni los ricos, ni los estadunidenses, sino el sector más reaccionario de la oligarquía: los monopolios privados sindicales y la alta burocracia. Ellos son los que han orquestado y pagado la campaña sucia del PAN, que junto con Felipe Calderón no es sino un instrumento de esos intereses.
De ahora en adelante la modernización del país como la propone AMLO estará a la orden del día. Nadie puede negar que volver a crecer, empezar a redistribuir, compactar al Estado y eliminar los privilegios fiscales son condiciones para el desarrollo del país. Sus críticos le llaman a esto populismo. Pero Calderón y Madrazo hace meses que imitan el programa de AMLO y hoy, de modo cínico, plagian sus propuestas. El país no puede continuar concentrando el ingreso y estancando la economía, como ha sucedido en los 24 años recientes. El modelo de AMLO es el único viable para México.
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