Le propongo que imagine que usted es señalado con desprecio y burla cada vez que acaricia o besa a su pareja en público. Imagine que no puede caminar tomado de su mano porque recibe agresiones de personas que en su vida ha visto. Figúrese que la policía lo agrede y lo levanta tan sólo por el hecho de andar vestido como a usted le gusta. Imagine vivir en un clóset oscuro y apretado una vida entera, por temor al castigo de una sociedad obsesionada con su sexualidad.
El amor a la vida es una rendición festiva a todas sus manifestaciones. Donde hay vida sucede una explosión de energía vital, siempre en movimiento, capaz de transformar los más violentos escenarios en asentamientos de paz. El sábado pasado se realizó la Sexta Marcha del Orgullo Gay en Monterrey en la que pude sentirme más bien festejando la vida.
Caminamos desde la estación Gral. Anaya -cerca de Cervecería-, hasta la Plaza Hidalgo -detrás del Museo Metropolitano- un grupo heterogéneo de jóvenes, adultos y padres de familia. Cada quien libremente manifestó su personalidad y todos celebramos ese derecho.
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Al iniciar, uno de los organizadores en el micrófono nos pidió no contestar a las agresiones, dando por hecho que éstas se darían de manera natural. Sin embargo, la gente más bien reaccionó en positivo, coreando nuestras consignas, aplaudiendo, levantando su pulgar. Me sorprendieron varios padres y madres de familia que caminaban con sus hijos por Juárez y que se detuvieron a aplaudirnos.<br><br>
La Marcha del Orgullo Gay es, en realidad, simbólica. No marchan todos los y las que son homosexuales y marchamos algunos heterosexuales, pero más que eso; creo que la marcha simboliza a una ciudad que va caminando por su propio proceso de tolerancia y celebración de vida.
Al entrar en la Plaza Hidalgo, un compañero leyó el manifiesto de la marcha, del que rescato algunas de las exigencias: sancionar la discriminación, prohibida en el Artículo 1 de la Constitución; transitar libremente por las calles sin ser detenidos; recibir educación, servicios de salud y vivienda sin ser señalados; programas de prevención de VIH-SIDA, debates públicos, entre muchos otros e importantes.
Todavía son muchos los que discriminan, señalan o incluso odian a estas personas. El temor de cuestionarse ante la diferencia es, para algunas personas, insoportable. Algunos justifican su homofobia -su enfermedad- excusándose cobardemente en la religión, cuando sabemos que Jesucristo no vino al mundo a discriminar, sino a enseñarnos a amar. Algunos otros señalan a la comunidad gay como aberrante porque no obedece a la naturaleza, pero el argumento se desploma cuando uno les pide que expliquen qué es lo natural.
Otro doloroso prejuicio en contra de las personas homosexuales es que realizan prácticas antisociales o ilegales, que lastiman a otros, que corrompen o pervierten a menores. Esta situación en nada está relacionada con la homosexualidad, sino con la miserable condición humana, de la que muchas personas heterosexuales son patéticos ejemplos, como Jean Succar Kuri, casado y con tres hijos.
La Marcha del Orgullo Gay es un acto eminentemente político del que todos debiéramos sentirnos orgullosos y parte, puesto que es un posicionamiento ciudadano sin partidos políticos que se pronuncia a favor de la libertad, la tolerancia y el respeto. Es un movimiento democrático que reclama mismos derechos para todos y todas, ni más, ni menos.
ximenaperedo@yahoo.com.mx
El amor a la vida es una rendición festiva a todas sus manifestaciones. Donde hay vida sucede una explosión de energía vital, siempre en movimiento, capaz de transformar los más violentos escenarios en asentamientos de paz. El sábado pasado se realizó la Sexta Marcha del Orgullo Gay en Monterrey en la que pude sentirme más bien festejando la vida.
Caminamos desde la estación Gral. Anaya -cerca de Cervecería-, hasta la Plaza Hidalgo -detrás del Museo Metropolitano- un grupo heterogéneo de jóvenes, adultos y padres de familia. Cada quien libremente manifestó su personalidad y todos celebramos ese derecho.
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Al iniciar, uno de los organizadores en el micrófono nos pidió no contestar a las agresiones, dando por hecho que éstas se darían de manera natural. Sin embargo, la gente más bien reaccionó en positivo, coreando nuestras consignas, aplaudiendo, levantando su pulgar. Me sorprendieron varios padres y madres de familia que caminaban con sus hijos por Juárez y que se detuvieron a aplaudirnos.<br><br>
La Marcha del Orgullo Gay es, en realidad, simbólica. No marchan todos los y las que son homosexuales y marchamos algunos heterosexuales, pero más que eso; creo que la marcha simboliza a una ciudad que va caminando por su propio proceso de tolerancia y celebración de vida.
Al entrar en la Plaza Hidalgo, un compañero leyó el manifiesto de la marcha, del que rescato algunas de las exigencias: sancionar la discriminación, prohibida en el Artículo 1 de la Constitución; transitar libremente por las calles sin ser detenidos; recibir educación, servicios de salud y vivienda sin ser señalados; programas de prevención de VIH-SIDA, debates públicos, entre muchos otros e importantes.
Todavía son muchos los que discriminan, señalan o incluso odian a estas personas. El temor de cuestionarse ante la diferencia es, para algunas personas, insoportable. Algunos justifican su homofobia -su enfermedad- excusándose cobardemente en la religión, cuando sabemos que Jesucristo no vino al mundo a discriminar, sino a enseñarnos a amar. Algunos otros señalan a la comunidad gay como aberrante porque no obedece a la naturaleza, pero el argumento se desploma cuando uno les pide que expliquen qué es lo natural.
Otro doloroso prejuicio en contra de las personas homosexuales es que realizan prácticas antisociales o ilegales, que lastiman a otros, que corrompen o pervierten a menores. Esta situación en nada está relacionada con la homosexualidad, sino con la miserable condición humana, de la que muchas personas heterosexuales son patéticos ejemplos, como Jean Succar Kuri, casado y con tres hijos.
La Marcha del Orgullo Gay es un acto eminentemente político del que todos debiéramos sentirnos orgullosos y parte, puesto que es un posicionamiento ciudadano sin partidos políticos que se pronuncia a favor de la libertad, la tolerancia y el respeto. Es un movimiento democrático que reclama mismos derechos para todos y todas, ni más, ni menos.
ximenaperedo@yahoo.com.mx
3 comentarios:
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