La virtual desaparición del PRI como partido eje de la política nacional y el ascenso y confirmación del PAN como el nuevo propietario del Gobierno Federal y de una buena parte de la Legislatura responden a una lógica que dio inicio con Carlos Salinas de Gortari, cuajó con Ernesto Zedillo y se consolidó con Vicente Fox.
En realidad el PRI no ha muerto, desde la cúpula lo metamorforsearon para ceder la hegemonía al PAN, con el cual los gobiernos tecnócratas venían estableciendo arreglos y acuerdos desde 1988, pensando ya en la transición política a través de un organismo que teóricamente representara su antítesis ideológica para así lograr credibilidad; es decir, para vender mejor la idea de la llegada de la transformación democrática del régimen era necesario realizarlo por esta vía y no por la de sus “primos hermanos” del PRD, esencialmente, una continuidad menos creíble por el origen priista del partido y de sus líderes principales.
En los discursos reformistas de la tecnocracia salinista y zedillista se alcanza a ver cómo los dos mandatarios enfrentaron circunstancias similares pues su lucha con la vieja clase burócrata-corporativista, a la que suplantaron y excluyeron bajo el argumento de la imponderable reforma del partido y del Estado, los llevó a forzar una crisis interna, mucho más notable con Zedillo Ponce de León, con quien, contradictoriamente, el tricolor obtuvo la mayor cuota de votos que ha alcanzado un candidato presidencial en la época moderna de la competencia electoral.
Salinas y Zedillo propusieron reformas políticas convergentes, encaminadas a dar respuestas a la oposición para equilibrar la competencia electoral; en términos generales los dos afirmaban que para que el PRI pudiera cumplir su papel de dirigir desde el poder la transición democrática y, sobre todo, la transmisión pacífica del poder, el partido debía “modernizarse”.
A toro pasado, ahora se puede percibir lo que los dos tecnócratas entendían por modernización: la desaparición gradual del PRI mediante un proceso de erradicación de sus mecanismos de control corporativista para entregarlos a un organismo afín ideológica y políticamente congruente con el proceso de globalización que demanda el gran capital internacional. No, el PRI tecnócrata no ha muerto, sigue vivito y coleando en las entrañas del PAN
En realidad el PRI no ha muerto, desde la cúpula lo metamorforsearon para ceder la hegemonía al PAN, con el cual los gobiernos tecnócratas venían estableciendo arreglos y acuerdos desde 1988, pensando ya en la transición política a través de un organismo que teóricamente representara su antítesis ideológica para así lograr credibilidad; es decir, para vender mejor la idea de la llegada de la transformación democrática del régimen era necesario realizarlo por esta vía y no por la de sus “primos hermanos” del PRD, esencialmente, una continuidad menos creíble por el origen priista del partido y de sus líderes principales.
En los discursos reformistas de la tecnocracia salinista y zedillista se alcanza a ver cómo los dos mandatarios enfrentaron circunstancias similares pues su lucha con la vieja clase burócrata-corporativista, a la que suplantaron y excluyeron bajo el argumento de la imponderable reforma del partido y del Estado, los llevó a forzar una crisis interna, mucho más notable con Zedillo Ponce de León, con quien, contradictoriamente, el tricolor obtuvo la mayor cuota de votos que ha alcanzado un candidato presidencial en la época moderna de la competencia electoral.
Salinas y Zedillo propusieron reformas políticas convergentes, encaminadas a dar respuestas a la oposición para equilibrar la competencia electoral; en términos generales los dos afirmaban que para que el PRI pudiera cumplir su papel de dirigir desde el poder la transición democrática y, sobre todo, la transmisión pacífica del poder, el partido debía “modernizarse”.
A toro pasado, ahora se puede percibir lo que los dos tecnócratas entendían por modernización: la desaparición gradual del PRI mediante un proceso de erradicación de sus mecanismos de control corporativista para entregarlos a un organismo afín ideológica y políticamente congruente con el proceso de globalización que demanda el gran capital internacional. No, el PRI tecnócrata no ha muerto, sigue vivito y coleando en las entrañas del PAN
No hay comentarios.:
Publicar un comentario