lunes, junio 19, 2006

Sr. Lorenzo Servitje: es demasiado tarde MILENIO DIRARIO

Sr. Lorenzo Servitje: el artículo de usted en Reforma del jueves pasado, en el que invita a la reflexión sobre la importancia de los empresarios, es una valiosa pieza editorial. Muy pocos empresarios tienen el valor de hacer pública su opinión política.

No se necesita ser un genio para comprender que usted se refiere a AMLO cuando dice que debemos evitar el enfrentamiento entre ricos y pobres. De hecho, yo creo que tiene razón. Yo también me inclino por una opción que ve hacia el futuro. No obstante, Sr. Servitje, su posición política llega demasiado tarde. Me explico.

¿Cuántos jóvenes se convencerán con sus argumentos, si cuando terminen sus estudios la promesa del empleo seguirá sin cumplirse? ¿Qué posibilidades reales tiene un joven que estudia un MBA de convertirse en director general de una empresa familiar mexicana que cotice en la bolsa? ¿Votará ese joven porque el país siga por el mismo camino, o por quien promete terminar con los privilegios?

¿Existe un mercado de CEO’s competitivo, un mercado de capitales pulverizado entre millones de mexicanos, y un sistema empresarial que no privilegie el linaje por encima de las habilidades? ¿Vivimos en un sistema empresarial donde no se prejuicia a la mujer divorciada o en el que somos equitativos con los homosexuales?

Desafortunadamente no, Sr. Servitje. Por eso muchas personas votarán por AMLO, y por eso está ganando en las encuestas. Porque es el único candidato que habla de terminar con los privilegios. No hay garantía de que lo haga, pero eso dice. Yo creo, se lo digo con respeto, que la labor social de los empresarios no sólo debe consistir en acercarse a conocer las condiciones en que viven las madres abandonadas o las personas marginadas. La más importante labor social se logra cuando los empresarios se perciben como gente de carne y hueso. Como Michael Dell, Henning Kagermann, Ingvar Kamprad o Howard Schultz. Como un cualquiera que puede llegar a la cima sólo con una idea y mucho valor, y nunca como alguien que hereda privilegios del pasado.

Porque así como somos en México —donde la empleada doméstica es tratada bajo una relación de subordinación y nunca de negocios—, créame que no se han terminado los privilegios.

motacarlos@aol.com

No hay comentarios.: