Me llego este coreo es de Miguel Angel Ortega....
El asalto de la ultraderecha a Los Pinos se remonta a más de medio siglo y más parece la historia de una bestia que se vuelve contra su amo, pues en documentos de inteligencia militar se revela la impunidad y protección que tuvo el Comando de Acción Revolucionaria Armada.
Con el objetivo de instaurar “el reino de Dios sobre la tierra”, la ultraderecha mexicana llegó al poder en las elecciones del 2000. Esto fue posible gracias a la tolerancia del régimen priísta y los aparatos de inteligencia del Estado, incluso los de inteligencia militar, con la extrema derecha.
El Ejército Mexicano identificó al Comando de Acción Revolucionaria Armada (CARA) y permitió que cometiera ametrallamientos en escuelas públicas, asaltos a Telégrafos de México, robos a empresas particulares, atentados dinamiteros contra instalaciones petroleras y asesinatos de militantes de izquierda.
De acuerdo con archivos de la Sección II (Inteligencia) del Estado Mayor del Ejército Mexicano, el CARA era un grupo de choque de la ultraderecha cristiana que se gestó en el Movimiento Universitario de Renovación Orientadora (MURO).
Según el manual de ambientación titulado El movimiento subversivo en México, ordenado por el alto mando al general brigadier Mario Arturo Acosta Chaparro Escapite y del cual Contralínea tiene una copia, ese grupo subversivo era comandado “por Sergio Martínez Romero , “El Fish”, quien anteriormente militaba dentro de la derecha en el medio universitario, a la cabeza de un grupo de porristas que reprimían a elementos izquierdistas”.
Con al menos 21 miembros identificados, entre ellos tres mujeres, el CARA fue solapado por el aparato represivo del gobierno mexicano durante al menos dos sexenios: los de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.
En realidad, el CARA es la ultra de la extrema derecha y encubrir a ese tipo de movimientos le costó caro al régimen priísta. Hace 25 años esta organización fue utilizada para golpear a la incipiente izquierda --con asesinatos incluso--, pero ahora se volvió contra sus protectores y los desplazó del poder. Desde el 1º de diciembre del 2000, integrantes de esa tendencia política e ideológica despachan en Los Pinos.
Dios en Los Pinos
“La nación afronta el riesgo de que desde Los Pinos la ultraderecha cristiana se apodere del Estado e instaure su proyecto ideológico y político, que es el reino de Dios sobre la tierra y santificar a la autoridad”, afirma Álvaro Delgado, autor del libro El Yunque, la ultraderecha en el poder, que descubre el rostro oculto de los políticos que llegaron al poder el 2 de julio con Vicente Fox y que toman decisiones que afectan al país.
La Organización Nacional de El Yunque --una organización secreta y radical de derecha-- fue fundada en la década de 1950 con el objetivo de asaltar el poder político en México. Y todo parece indicar que lo logró. Entre sus filas destacan Ramón Muñoz Gutiérrez, jefe de la Oficina de Innovación Gubernamental de la Presidencia de la República; Carlos Abascal Carranza, secretario del Trabajo; Ana Teresa Aranda, presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, y la recién renunciada exsubprocuradora de la PGR María de la Luz Lima Malvido, entre muchos otros (véase recuadro).
El sistema priísta es corresponsable del asalto al poder por parte de la ultraderecha, asegura Álvaro Delgado en entrevista. “El régimen toleró y alentó a estos grupos porque combatían a la izquierda. En realidad los veían como un aliado”, indica.
El Yunque, agrega, es la matriz de la ultraderecha y se estructura piramidalmente (véase recuadro 2). Delgado explica que su libro ha tenido una buena recepción entre el público, y que incluso está agotado en algunos estados del país.
La primera etapa de la investigación está concluida, dice el también reportero de Proceso. El primer paso era dar a conocer la existencia de El Yunque y hasta dónde se encumbraron sus miembros con la llegada del PAN a Los Pinos.
La sociedad tiene derecho a saber que un grupo de derecha radical está tomando decisiones y se prepara para instaurar un proyecto ideológico de derecha. El presidente Fox es rehén de El Yunque y el mejor ejemplo es la posición que tiene Ramón Muñoz Gutiérrez, añade Delgado.
El siguiente paso en la investigación, que se traducirá en un nuevo volumen, gira en torno al financiamiento que hicieron los empresarios a esa corriente ideológica, que incluso penetró al PAN, al gobierno federal y a los gobiernos estatales y municipales.
A la derecha de El Yunque
Este trabajo llevó a Álvaro Delgado a consultar archivos de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad, pero la ultra de la extrema derecha se registra en Inteligencia Militar.
El movimiento subversivo en México fue ordenado por el alto mando de la Secretaría de la Defensa Nacional al general Acosta Chaparro Escapite, que en dos años revisó e integró fichas y datos de la Policía Judicial Federal Militar y de Inteligencia Militar.
El texto, concebido como manual para oficiales y jefes de las fuerzas armadas en el combate a la guerrilla izquierdista, tenía el propósito de identificar y ubicar a los grupos radicales para “desactivarlos”.
En realidad CARA es la parte más violenta y radical de la derecha mexicana, mucho más que Los Tecos de Jalisco, el Frente Universitario Anticomunista y el MURO.
A decir del ahora preso general Acosta Chaparro Escapite, esa guerrilla de derecha “se constituyó en el mes de enero de 1971, siendo su principal dirigente Sergio Martínez Romero , El Fish, quien anteriormente militaba dentro de la derecha en el medio universitario, encabezando un grupo de porristas que reprimían a elementos izquierdistas”.
Inteligencia Militar registra que la banda armada cometió siete atracos y un intento de bomba en las instalaciones de Petróleos Mexicanos.
La información es muy precisa: “el 11 de septiembre de 1971 el grupo asaltó una vinatería en la colonia Polanco”. El botín, además del efectivo, cuyo monto no se precisa, incluyó una camioneta del comercio asaltado.
El grupo se salió de control después de la matanza del Jueves de Corpus en San Cosme. De manera que el movimiento estudiantil marcó un parteaguas, pues de golpeadores pasaron a comandos armados.
Antes de 1968, sus integrantes pertenecían al MURO y se ocultaban en las porras de los equipos del futbol americano. Sin embargo, cuando el movimiento estudiantil rebasó al gobierno, el MURO --fanáticamente anticomunista-- fue visto como un aliado.
Los grupos de choque más violentos del MURO y luego CARA eran dirigidos por Sergio Martínez Romero, El Fish, un sinaloense nacido a mediados de la década de 1940, de corta estatura, grandes ambiciones, ojos saltones y mucha codicia.
Entre las acciones que encabezó El Fish destacan el ametrallamiento de las instalaciones de las escuelas vocacionales números 4 y 5, la Preparatoria Popular y la sede de El Colegio de México.
Los mismos informes apuntan que Martínez Romero habría participado en el asesinato del presidente del Comité de Lucha de la Facultad de Derecho de la UNAM.
También intervino en los ataques a los alumnos Carlos Calcaño, de la Preparatoria número 7, y Víctor Klachard, de la Vocacional 5.
Junto con Juan Sánchez y Alejandro Romero, El Supermán, dos violentos porros, El Fish hacía el trabajo sucio de las autoridades, que presentaban las agresiones como pugnas entre estudiantes.
Así que con la impunidad que les garantizaron los gobiernos de Díaz Ordaz, primero, y Echeverría Álvarez, después, el grupo pronto se transformó en una peligrosa banda armada.
Plena impunidad
Los archivos de Inteligencia Militar indican que el 13 de septiembre, el CARA “asaltó una oficina de Telégrafos en la colonia Industrial Vallejo de la ciudad de México”.
En realidad, el gusto por asaltar oficinas de Telégrafos lo desarrollaron rápidamente, pues en menos de un mes atacaron tres sucursales: el 25 de septiembre en Begonias 203, colonia Nueva Santa María; el 5 de octubre, la sucursal de José García Izcabalceta número 55 de la colonia San Rafael, y el 16 la de colonia Roma.
En octubre, además de los dos asaltos a Telégrafos de México (los días 5 y 16), atracaron la zapatería Canadá de Tlalpan. Y ya encarrerado, el grupo de El Fish exigió 3 millones de pesos a cambio de no hacer estallar una bomba en la planta de Pajaritos en Coatzacoalcos, Veracruz, propiedad de Petróleos Mexicanos.
Sin embargo, el 21 de octubre de 1971 fueron detenidos 11 de sus integrantes. El propio Sergio Romero Martínez, El Fish. El documento de Inteligencia Militar, como con otros grupos, no les da seguimiento.
El general Acosta Chaparro, uno de los militares mexicanos con más experiencia en el exterminio de grupos de izquierda, identifica a 21 miembros del CARA.
Ellos son, según la clasificación alfabética del general Acosta Chaparro: “José de Jesús Cázarez Márquez, Manuel Cerros Hernández, Arturo Jaimes Gómez, Luis Gonzalo Mascossay Cosgalia, Salvador Fausto Méndez Castañeda, Ricardo Montiel Rodríguez, Bernardo Morales Soto, María del Refugio Moreno Duarte, Rubén Navarrete Vázquez, Jesús Ortiz, Enrique Pereda Reyes, Ramón Pereda Reyes, José Mario Pérez Vega, María Ramírez León, Griselda Romero Ramírez, Sergio Romero Martínez, Marcos Sánchez Galván, Jorge Tamayo Díaz, Mauricio Velázquez, Ernesto Velázquez Sánchez, Joel Villarreal Coronel”.
Posteriormente El Fish fue dejado en libertad y obtuvo un alto puesto en la Dirección de Aduanas. Nunca fue procesado por sus múltiples delitos durante el inicio de la guerra sucia. El general Acosta Chaparro tuvo otro fin.
Junto con su compañero de armas, el también general de división Francisco Quirós Hermosillo, Acosta Chaparro fue detenido en agosto de 2000 y recluido en la prisión del Campo Militar Número Uno, de la ciudad de México. Ambos militares adscritos a la Policía Judicial Federal Militar desde 1969 y después a la Sección II del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, se encargaron de combatir a los grupos subversivos en el país.
En noviembre del 2002 fueron sentenciados por un Consejo de Guerra a 16 y 15 años de prisión, respectivamente, por delitos contra la salud, fomento al narcotráfico y cohecho.
El Consejo de Guerra determinó también destituir a Acosta Chaparro como general brigadier, retirarle todos los beneficios (salario, antigüedad, prestaciones) e impedirle portar condecoraciones y uniforme conforme a su rango.
Además, enfrenta una acusación por desaparición, tortura y secuestro en contra de cientos de campesinos en Guerrero durante su combate a la guerrilla izquierdista. Si Acosta Chaparro, también un declarado anticomunista, se hubiera afiliado a El Yunque, sin duda despacharía en Los Pinos.
La ultraderecha en Los Pinos
La sociedad tiene derecho a saber, afirma el reportero --dice-- Álvaro Delgado.
El libro El Yunque, la ultraderecha en el poder se trata de un bien documentado trabajo periodístico que señala y revela el origen, estructura y naturaleza de la Organización Nacional de El Yunque.
Los mexicanos merecen saber quiénes son los miembros de esta organización secreta que desde el poder público toma decisiones que afectan a todos, advierte el periodista Álvaro Delgado.
Bajo el sello de Plaza y Janés, El Yunque, la ultraderecha en el poder es un libro basado en abundantes documentos que expone la aparición, el avance y la conquista de ese sector de la ultraderecha mexicana en gobiernos municipales y estatales a través del PAN, que finalmente llegó al poder presidencial en el año 2000.
Vinculado al sector más conservador de la Iglesia Católica mexicana, cuya fidelidad a su jerarquía hizo que inclusive se confrontara literalmente a muerte con Los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, El Yunque posee su propia congregación religiosa: los Cruzados de Cristo Rey, que atiende espiritualmente a los miembros del Ejército y que se inscribe en su propósito de “santificar a la autoridad”.
Miembros de El Yunque se apoderaron también de la Unión Nacional de Padres de Familia y de importantes parcelas en organismos de la iniciativa privada, como Coparmex, y aun de instituciones educativas como las escuelas salesianas y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla
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