sábado, julio 08, 2006

Voto por voto / Gerardo Unzueta El Universal Sábado 08 de julio de 2006


No hubo descanso ni descuido del año tercero del sexenio Fox a la primera quincena del mes Ugalde. ¿Les disgusta la palabra complot? Bien, le llamaremos conjura, pero se ejerció. Pongámonos de acuerdo: es la conjura de la derecha fundamentalista contra la democracia mexicana.

Esa conjura, por supuesto, tuvo episodios; unos trágicos como la candidatura de Marta Sahagún; otros jocosos: las apariciones de Vicente en el extranjero. Y los hubo también heroicos: el combate del personaje colectivo contra el desafuero, sin más coraza que la soberanía popular.

Pero convengamos que lo ocurrido en 2005 y antes es historia, y abordemos los incidentes de la conjura en el último trimestre, desde abril cuando un columnista sabatino aconsejó al candidato de Acción Nacional abandonar toda molicie o decencia, para embestir sin pulcritud alguna a su adversario. Fue el inicio de provocaciones sin cuenta, improperios, calumnias y mentiras panistas, hasta convertir la política en un lodazal.

El primer objetivo fue combatir a López Obrador, destruir su imagen de dirigente honesto, combatir con deformaciones su política en el DF, atribuirle dispendios en obra pública y, porque el PAN combate la seguridad social, calificar de limosna la pensión universal a la tercera edad. El segundo, difundir mediante inversión multimillonaria que la campaña electoral sería "la más competida de la historia de México", en preparación de un fraude extensísimo, mediante el conteo múltiple de los votos en casillas a favor de Felipe y el descuento de los votos de El Peje.

El tercero -ante la imposibilidad de lograr cifras superiores a la votación real del señor López- fue convencer a los ciudadanos de que "en la democracia un voto basta para ganar una elección", y que nadie protestara porque Ugalde proclamara la mayoría de votos de Felipe, ¡con el medio por ciento de ventaja!, no obstante la demostración de abundantes "errores", "inconsistencias" y de plano falsificaciones de la votación en 50 mil casillas.

¿Cómo culmina la conjura? En primer término con la exigencia de que los resultados proclamados por el señor Ugalde -¡para eso nombraron a este Consejo General del IFE el PRI y PAN!- sean acatados por López Obrador y por la coalición, con el argumento del respeto a una institución que hoy traiciona su brillante pasado. Por no hacerlo, ya comienzan intentos de linchamiento de AMLO y la coalición. Uno de los instrumentos para ello es la hipócrita posición de Felipe llamando a la concordia y a la unidad, siempre que se le reconozca como presidente "electo".

Él, como su partido, intentan ignorar la determinación constitucional que da al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la última palabra en la elección. "Aunque todo mundo saliera a las calles a aplaudir el resultado y erigiera un monumento a las autoridades comiciales y al ciudadano desconocido por su participación, la Sala Superior tiene que conocer de la calificación de las elecciones", ha dicho el presidente del TEPJF.

No, señores panistas; no, Felipe: aun teniendo todo el poderío económico detrás, no podrán falsificar a este país. Fracasarán cuantas conjuras organicen con tal propósito. El personaje colectivo que los derrotó el 24 de abril está listo para ponerse en movimiento, aunque ello enoje a "las buenas conciencias". No pretende ahora grandes modificaciones, sino lo que determinó su aparición: decidir él quién nos gobierna y con qué proyecto. Eso hoy significa contar voto por voto.

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