El único “argumento” esgrimido en contra del recuento de los votos es que éstos ya se contaron en las casillas. Es decir, no es un argumento sino un recordatorio de lo ocurrido. Lo que se pide es volver a contar lo ya contado.
¿Cuál es el propósito de un recuento de votos, mercancías, personas o lo que sea? Estar seguros de la cuenta. Calderón, por su lado, ya está completamente seguro, lo cual es del todo natural. No lo estaría el panista si López Obrador hubiera obtenido una ligera ventaja en los cómputos distritales: de esto sí que todos estamos seguros.
El resto del debate consiste en ataques contra López Obrador, como si éstos fueran a cambiar la situación política. No faltan quienes le atribuyen al perredista la intención de organizar algo así como una guerra civil en México. ¿La prueba?: las movilizaciones populares —de los violentos, insinúa Calderón y lo repiten sus seguidores—. Olvidan los panistas y sus buenos defensores que Fox declaró, cuando era candidato, que no reconocería el triunfo del PRI si no era por más de ocho puntos de diferencia; y lo dijo después de calificar de “marranada” a una sentencia de los actuales magistrados.
El tribunal electoral es quien tiene —más que nadie— el imperativo de tener certeza sobre el resultado electoral exacto, pues la Constitución le encarga que esté seguro antes de hacer la declaratoria. Si los magistrados consideran que las cifras de los cómputos pudieran no ser del todo ciertas, observando la pequeña diferencia entre los dos principales candidatos, tendrán que proceder a ordenar el recuento.
Lo importante es que un tribunal no puede declarar un Presidente electo si no tiene la absoluta certeza. Ningún magistrado —los conozco a casi todos— podría decir que el alcance del juicio de inconformidad sólo abarca la validez o nulidad de la casilla impugnada, pues ya se han rectificado resultados. Ningún magistrado electoral podría tampoco pensar que “sólo lo que está en actas es de este mundo”, pues el acta original es la papeleta electoral, la cual debe ser considerada como el documento básico del cual se desprenden todos los demás.
Hay algo que todo magistrado electoral sí sabe: la situación del país reclama el recuento, el cual está, por lo demás, al alcance de la mano de la magistratura. Ayer, AMLO dijo que si hay recuento asumirá el resultado. Ya está
¿Cuál es el propósito de un recuento de votos, mercancías, personas o lo que sea? Estar seguros de la cuenta. Calderón, por su lado, ya está completamente seguro, lo cual es del todo natural. No lo estaría el panista si López Obrador hubiera obtenido una ligera ventaja en los cómputos distritales: de esto sí que todos estamos seguros.
El resto del debate consiste en ataques contra López Obrador, como si éstos fueran a cambiar la situación política. No faltan quienes le atribuyen al perredista la intención de organizar algo así como una guerra civil en México. ¿La prueba?: las movilizaciones populares —de los violentos, insinúa Calderón y lo repiten sus seguidores—. Olvidan los panistas y sus buenos defensores que Fox declaró, cuando era candidato, que no reconocería el triunfo del PRI si no era por más de ocho puntos de diferencia; y lo dijo después de calificar de “marranada” a una sentencia de los actuales magistrados.
El tribunal electoral es quien tiene —más que nadie— el imperativo de tener certeza sobre el resultado electoral exacto, pues la Constitución le encarga que esté seguro antes de hacer la declaratoria. Si los magistrados consideran que las cifras de los cómputos pudieran no ser del todo ciertas, observando la pequeña diferencia entre los dos principales candidatos, tendrán que proceder a ordenar el recuento.
Lo importante es que un tribunal no puede declarar un Presidente electo si no tiene la absoluta certeza. Ningún magistrado —los conozco a casi todos— podría decir que el alcance del juicio de inconformidad sólo abarca la validez o nulidad de la casilla impugnada, pues ya se han rectificado resultados. Ningún magistrado electoral podría tampoco pensar que “sólo lo que está en actas es de este mundo”, pues el acta original es la papeleta electoral, la cual debe ser considerada como el documento básico del cual se desprenden todos los demás.
Hay algo que todo magistrado electoral sí sabe: la situación del país reclama el recuento, el cual está, por lo demás, al alcance de la mano de la magistratura. Ayer, AMLO dijo que si hay recuento asumirá el resultado. Ya está
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