A 134 años de su fallecimiento, la sombra de don Benito Juárez debe estrechar a su pueblo con aquella frase celebre, a nivel mundial, de “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, y que nuestros políticos debieran recordar sobre todo en este momento en que el separatismo nos hace mucho daño y nos puede llevar a enfrentamientos tal vez sangrientos entre hermanos.
Después de las elecciones el país se dividió entre, aparentemente, ricos y pobres; panistas y perredistas que no ceden por ningún motivo en sus pretensiones de llevar a sus máximos dirigentes a la Presidencia de México, argumentando anomalías que no se aclaran y que, al contrario, exacerban los ánimos y desconocen a las instituciones legales al respecto, que son las que finalmente deben decir, bajo la ley, quién es el ganador de esta contienda.
Pero no están tomando en cuenta a los que se abstuvieron ―casi el 45 por ciento― que fue una fuerte mayoría, y que también son mexicanos, pagan impuestos, trabajan, estudian, producen. La mitad de una población que cada día mira azorada todos estos desórdenes sociales de marchas y conglomeraciones numerosas que gritan, se desgañitan con groserías, maldiciones, amenazas, improperios que se espetan unos a otros y que en un momento, desgraciadamente, pudieran llegar a las manos.
Bastantes problemas tiene el país que deja, principalmente, una administración nociva como la foxista que no estuvo a la expectativa de nuestras necesidades. No hay pretexto: miseria, desempleo, narcotráfico ―cabezas que ruedan cercenadas―, inseguridad, contaminación y serias dudas de corrupción de la esposa del Mandatario y sus progenitores, así como otras cuestiones que no dejan bien parado al gobierno de Vicente Fox, quien hasta el final insiste irresponsablemente en intervenir con comentarios más dañinos que benéficos.
En vez de ser mediador es desestabilizador y se inclina descaradamente hacia un grupo, cuando debe gobernar para todos. Llama renegados a quienes simplemente están solicitando algo que en justicia tienen derecho, pero también es de concienciar en la parte contraria, pues si no cabe la prudencia en unos, debe caber en los otros. Nuestra seguridad nacional está en peligro.
Después de las elecciones el país se dividió entre, aparentemente, ricos y pobres; panistas y perredistas que no ceden por ningún motivo en sus pretensiones de llevar a sus máximos dirigentes a la Presidencia de México, argumentando anomalías que no se aclaran y que, al contrario, exacerban los ánimos y desconocen a las instituciones legales al respecto, que son las que finalmente deben decir, bajo la ley, quién es el ganador de esta contienda.
Pero no están tomando en cuenta a los que se abstuvieron ―casi el 45 por ciento― que fue una fuerte mayoría, y que también son mexicanos, pagan impuestos, trabajan, estudian, producen. La mitad de una población que cada día mira azorada todos estos desórdenes sociales de marchas y conglomeraciones numerosas que gritan, se desgañitan con groserías, maldiciones, amenazas, improperios que se espetan unos a otros y que en un momento, desgraciadamente, pudieran llegar a las manos.
Bastantes problemas tiene el país que deja, principalmente, una administración nociva como la foxista que no estuvo a la expectativa de nuestras necesidades. No hay pretexto: miseria, desempleo, narcotráfico ―cabezas que ruedan cercenadas―, inseguridad, contaminación y serias dudas de corrupción de la esposa del Mandatario y sus progenitores, así como otras cuestiones que no dejan bien parado al gobierno de Vicente Fox, quien hasta el final insiste irresponsablemente en intervenir con comentarios más dañinos que benéficos.
En vez de ser mediador es desestabilizador y se inclina descaradamente hacia un grupo, cuando debe gobernar para todos. Llama renegados a quienes simplemente están solicitando algo que en justicia tienen derecho, pero también es de concienciar en la parte contraria, pues si no cabe la prudencia en unos, debe caber en los otros. Nuestra seguridad nacional está en peligro.
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