martes, octubre 31, 2006

Oaxaca lumpenpunkproletarizada


jcalixto@milenio.com


Oaxaca no se ha jodido ni se joderá porque ese estado no es un estado, es un estadazo, mucho más grande que los conflictos que le carcomen sus entrañas con la ambición dispépsica. Por más que aquellos que dicen actuar a la salud de su bienestar –desde la gobernatura ensoberbecida o las barricadas autocomplacientes; desde el sindicalismo mercachiflero o la disidencia lumpenpunkproletarizada; desde la desidia institucional y la panfletarización derechosa-tricolor-izquierdista— se empeñen en tratarla con el tacto, la elegancia y la sensibilidad de Kamel Nacif y Succar Kuri, esa Oaxaca herida, madreada, violada, secuestrada, los rebasa, los trasciende y los exhibe como eunucos que son de un serrallo de dudosa categoría donde abundan los enanos nauseabundos adictos a sus propias deyecciones.

Oaxaca no se ha jodido. En todo caso se joderá, como ya se ha jodido cualquiera forma de fe en los gobiernos, federal, estatal y municipal, como en cualquiera de las organizaciones civiles y pancheras de toda índole que han conformado sobre suelo oaxaqueño el caldo de cultivo de ramas insospechadas de la estulticia.

No es, como muchos profesionales de la histeria afirman, que sea increíble que este conflicto pudo haberse resuelto en menos de 15 minutos de no haber sido por la intervención de la necedad, la arrogancia y el resentimiento. No. Lo increíble es que a pesar de la intervención de Fox, Abascal, Flavio Sosa, Ulises Ruin, Enrique Rueda, la maestra Gordillo y demás, esto no se haya convertido en Bosnia, Kabul o Líbano. En cualquier otro lugar donde se hubieran reunido estos personajes habrían hecho ver a las huestes de Atila como vulgares springbrakers.

Bárbaros que, contra lo que dicen el poeta Kavafis, ni siquiera tienen un plan.

Los mexicanos a lo largo de nuestra historia hemos sido bendecidos con el espectáculo de la imbecilidad en sus manifestaciones más intempestivas en el ramo de la arbitrariedad política, pero nunca antes había captado en toda su inhiesta musculatura un show teibolero de tan sórdida consistencia como el que se ha podido captar desde hace meses en la tierra de Benito Juárez.

En la Oaxaca tomada se amontonan los antihéroes fatigados, las víctimas triunfantes, los discursos pueriles de la oficialidad y la disidencia. Una Oaxaca tomada donde las balaceras espurias tanto como la llegada de la PFP lubrican la maquinaria de la demagogia. Quizá todo esté jodido, menos Oaxaca.

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